La corta vida de este grupo fue realmente tan apasionante como breve.
Originalmente el grupo era un trío: guitarra, bajo y batería. Pepe Bordallo,
el bajista, con quien yo había trabajado en otros grupos en los 60 y 70
me invitó a colaborar en diciembre del 79, tres meses antes de
comenzar las grabaciones en Madrid con el sello Ruada de sede en La
Coruña. Unos días después me pasó una cinta que ellos habían
grabado como trío con varios temas. Sonaban como un grupo de rock
duro pero aquellas grabaciones tenían un toque muy original y exótico
(incluso demasiado romántico) como para ponerle etiquetas. A cambio
faltaba armonía y la métrica por la que se regían era bastante arbitraria
(imagina un compás 3/4 seguido de un 4/4 y después un 3/8!)
endiabladamente complicada y enredosa para la cuadratura de
cualquier músico de rock.
Accediendo a adaptar mis teclados en lo que se escuchaba en aquella
cinta pensé que sería mejor cuadrar aquellos desajustes, pero por escuchar repetidamente los temas entendí que aquello era
precisamente parte de su originalidad y sentí que merecían ser
respetados puesto que lo que podía parecer un fallo a todas luces, ellos
lo repetían siempre con exactitud de ese modo y con toda su intención.
Así pues, yo tuve que hacer los arreglos previos de asimilación antes de
poder incorporarme en los ensayos. Semejante cúmulo de
particularidades en cada tema me hizo tener que recurrir a escribir uno
por uno los temas para saber dónde estaba en cada momento. Todavía
hoy, por esa grabación que me dieron, se puede adivinar que ellos se
"movían" intuitivamente y en base a patrones enlazados que
memorizaban. Yo tenía poco tiempo para entrar en conjunción con el
grupo. Muchos párrafos de su música eran melodías sin armonizar y
cuando había armonías de guitarra faltaba el fraseo de una melodía. Así
pues, tuve que ir "añadiendo" lo que faltaba, a la vez que armonizaba o
apoyaba las frases de la guitarra. A veces no había sitio para mí, a
veces hacía falta algo que nadie sabíamos que podía ser.
Los dos meses de ensayo en una pequeña habitación de no más de
3x3 fueron, además de "ensordecedores", unas audiciones de
inspiración, readaptación e intercambio de posiciones e ideas muy
enriquecedor para el grupo. Yo estaba haciendo el papel de músico de
sesión, porque entonces no pertenecía "oficialmente" al grupo, pero la
emocionante aventura en la que estaba sumergido haci'a sugestivo
colaborar en aquel proyecto donde "todo parecía posible".
Hay que destacar que en aquella época, grupos como aquel no
contaban con el apoyo de nadie, en un lugar como Vigo donde no había
lo que se llamaba entonces "movida" suficiente para que alguien se interesase en promovernos. El sello discográfico Ruada pensó que lo nuestro era una especie de música celta moderna. Y no era falsa su
apreciación puesto que entre nosotros existía también esa
tendencia, como muchas otras (por ejemplo la música brasileña). En su
intento de abrir puertas a las raices de expresión del sentir gallego, el
sello Ruada quiso contar con alguna manifestación progresiva de su
música. Pero ya metidos en el estudio de grabación, muy pronto
pudieron entender que el proyecto de nuestro disco no era nada
parecido a un grupo de gaitas con un pandero. Solicitamos guitarras,
teclados, instrumentos de percusión alquilados para enriquecer nuestra
expresión... y pasaron días elaborando tema por tema. La factura...
evidentemente, se disparó. No obstante Ruada cumplió su compromiso
pagando incluso a sus músicos. Cuando el disco apareció en el
mercado unos meses después, las críticas fueron mucho mejores que
las ventas. Ese verano del 80 actuamos en algunas de las ciudades
más importantes de Galicia en conciertos abiertos para jóvenes, pero
sin la debida promoción ni apoyo el grupo tuvo que desaparecer
devorado por las necesidades económicas en ese mismo invierno.
Esta es, a grandes rasgos, la presentación de un grupo que hoy
podría perfectamente haber seguido sorprendiéndonos con quién sabe
qué fantásticas aventuras musicales... pero, como ya profetizó aquel
artículo de El País sobre Outeiro: "¿Está el panorama musical español
para aventuras musicales?". Era el año 80, y era aquella España. ¿Maldita situación? Hoy se ve todo de otra manera. Sobre todo con 22
años más a nuestra espalda y sobre la sociedad entera. Aquella
historia quedó escrita en las nubes del pasado. Todavía hoy hay mucho
que se puede hacer y decir cuando hay más medios musicales que
nunca. (Lorenzo González)
Fue en 1980 cuando asistí a uno de sus conciertos que el menciona,
concretamente el celebrado en el campo de fútbol de Ourense. Un
concierto que se prolongó bastante tiempo ante el entusiasmo mostrado
por el público allí reunido. Rubén Pez estuvo genial con su guitarra,
mostrando un dominio muy notable. Moviéndose comodamente en los
sonidos del jazz-rock, por aquel entonces se podía decir que Outeiro
eran los equivalentes gallegos de los catalanes Iceberg o Pegasus.
Todo aquello hacía presagiar grandes cosas en el futuro y por
circunstacias no pasó de un Lp. Toda una lástima. Con posterioridad al
concierto adquirí ese vinilo Ollos de Marzal el cual sonaba entre Romatic
Warrior de Return To Forever o Arc en Ciel de
Iceberg. Por desgracia no tengo ese vinilo
ya, pero para los aficcionados a esos sonidos de fusión recomendaría
tratar de encontralo en alguna tienda para coleccionistas pues sin duda
es una joya a tener en cuenta. Sería una buena noticia poder verlo de
nuevo en cd pero si ya las ventas no fueron muy buenas en su
momento quizá a nadie se le ocurra la reedición. Insisto en que no se
deje pasar por alto esta magnífica aportación a nuestro jazz-rock.
Javier (Ourense)