YS
Introducción.
La voz narró
al último que
quedaba en el Mundo
la verdadera realidad.
Y luego ordenó
ir con su gente
a contar la verdad
y el juego empezó.
Aquella voz oprimía el pecho
Con el dolor de las cosas entendidas
tal vez tenga tiempo de contarlo a los otros
tal vez tenga tiempo de contarlo a los otros.
Qué es la vida de un hombre que llora
como mirando un cielo despejado
como fijando sus ojos en el Sol
como aferrando una mano tendida.
Y la voz oprimía el pecho
con el dolor de las cosas vividas
debe irse pronto
debe irse pronto.
La poesía de un día de viento
la última hoja de un árbol muerto
el primer día soleado de Abril
un cuerpo tibio, una mano cercana
Primer encuentro.
Fue a las montañas y más allá
sin volver la vista atrás para ver
que el camino por hacer es largo
pero aún así debe marcharse.
Un hombre con la cabeza gacha ahí
y ya la hiedra abraza su cuerpo
negra es la sangre que tiene
en las heridas de los oídos rotos.
La voz lo obliga a gritar
todo aquello que agonizaba con él
lo que gritó se lo llevó el viento,
nada más habría sentido.
Segundo encuentro.
El verá, él verá
aunque no pueda oír
un cielo claro
lo que pueda decirle.
El rostro de un anciano
ya cercano a la muerte,
no existía la fe
ahora ya es fuerte
La mirada de un hombre
que no tiene miedo
qué cosa es,
sin una voz fuerte.
Ha visto la noche,
el día termina
y las mujeres en la oscuridad
listas para traicionar.
La mano extendida,
los rostros más ausentes,
mueren los mejores,
se regocijan los poderosos.
Más no se quedó a pensar solo,
debe buscar algo que está ahí
y no era ni día ni noche
y el horizonte seguía ahí.
El no se rindió,
nunca se rindió,
no se cuestiona a sí mismo;
hombre, adónde vas?
Y lo que vio fue a otro hombre
con aquellos brazos abiertos en cruz,
sin sentir su propia voz
se acercó a él y habló.
Pero en aquellos ojos sin luz
espinas punzantes se hincaban,
él sintió aquellas heridas como suyas
y luego la luz no fue más.
Tercer encuentro y epílogo.
Con sus brazos abiertos
buscó su cabeza en la oscuridad
con los dedos una forma encontró.
Sólo el frío
de la muerte
pudo sentir
en sus manos,
su palabra verdadera
nuevamente surgió de su pecho.
Pero su boca
ahíta e inmóvil quedó,
ese grito lo aplastó,
lo estrujó muy adentro
y la oscuridad lo rodeó,
después lo invadió,
y la oscuridad fue.
TU CASA COMODA
Has querido para ti
la casa siempre en orden
y no te va que yo así
viva con mi desorden.
Tu no sales porque
cada trastorno incomoda según tú,
cuánto aburrimiento no obstante
en tu casa cómoda.
Qué es ahora mi vida,
los días iguales junto a ti
luego la noche quieres
hasta ahí intento más.
Soñar ya no puedo
y tengo deseos de volar
al mundo de allá afuera,
ni pensarlo.
Tu no sales porque
cada trastorno incomoda según tú,
cuánto aburrimiento no obstante
en tu casa cómoda.
Trad.: Jorge Padilla L
Junio 2006.
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