DISCO UNO
- The Undercover Man
- Scorched Earth
- Refugees
- Every Bloody Emperor
- Lemmings
- (In the) Black Room
- Nutter Alert
- Darkness
DISCO DOS
- Masks
- Childlike Faith in Childhood's End
- The Sleepwalkers
- Man-Erg
- Killer
- Wondering
Integrantes
- Peter Hammill: voz, teclado, efectos
- Hugo Banton: órgano, pedales bajos, efectos
- David Jackson: saxos, flauta, efectos
- Guy Evans: batería
He aquí el documento fonográfico que recoge la magia absoluta creada por el
cuarteto clásico de Van der Graaf Generator en su primer concierto de la
gira de 2005. Con un llamativo disco de retorno llamado “Present”, el grupo
comenzó su retorno físico a los escenarios la noche del 6 de mayo de 2005 en
el Royal Festival Hall de Londres. Yo ya disponía de una copia de este
concierto por vía de un bootleg que circuló por un tiempo en Internet
durante la segunda mitad de ese mismo año, pero ahora con “Real Time” nos
podemos desembarazar de una audición “miope” y contar con un audio más firme
(y eso que el bootleg tampoco estaba mal de por sí…). En fin, para mí fue
una especie de epifanía renovada el repasar este repertorio y las reacciones
del entregado público: no es un misterio que el grupo demostró tener la
misma vitalidad y energía de añejos tiempos, así como que el grupo tenía
todas consigo para mantener en cautiverio emocional y estético a su
audiencia.
Hammill se destaca siempre como el líder del ensamble, pero este mismo
ensamble consiste en una comunión bien organizada de cuatro entes pensantes
unidos en la misión de crear un rock desafiante que explore los rincones más
sórdidos de la emoción y las profundidades más complejas del pensamiento. La
meta de crear un componente sonoro que sirva de extensión y encaje para las
letras y líneas melódicas gestadas en la cabeza de Hammill se reactualiza
con la ejecución de viejos clásicos del repertorio de la banda, así como de
dos temas del entonces nuevo disco. También podemos advertir algunos errores
(incluso estos dioses progresivos son humanos, por Dios Santo), como la
repetición de una estrofa de ‘The Undercover Man’ en vez de la que
corresponde, la emisión de un par de palabras fuera de ritmo en la última
estrofa de ‘Wondering’, una muy breve descoordinación en la batería de Evans
en ‘Childlike Faith in Childhood’s End’, un par de pasajes muy esporádicos
en los que parece haber un error de sincronización entre una capa de órgano
de Banton y su correspondiente línea de saxo de Jackson… pero aparte de todo
esto, la performance fue irrefutable en lo que respecta a la solvencia y la
sensibilidad de los instrumentistas. Y por supuesto, la perpetua agilidad
bizarra que Hammill proporciona a su voz, que es más instrumento que voz,
evoca efectivamente las ideas, fantasmas, críticas, enojos, preguntas, dudas
y temores contenidos en las letras.
El concierto comienza con ‘The Undercover Man’ y ‘Scorched Earth’, la dupla
que daba inicio al legendario “Godbluff” (el disco más representado en este
repertorio). Se nota que la banda recién está entrando en calor, pero
también se nota que tiene todos los instrumentos técnicos y mentales para
llegar a la más alta temperatura musical, como se demuestra en la excelente
exhibición del clímax final de ‘Scorched Earth’. Ya con el emotivo y cándido
‘Refugees’, la comunión en el seno del ensamble está instalada férreamente.
Con la fiereza contenida de ‘Every Bloody Emperor’ y la más explícita de
‘Nutter Alert’ (una de las mejores composiciones de Hammill en los últimos
años), el grupo declara que el nuevo material está para hacer aportes
valiosos en el rock experimental de nuestros tiempos. La ejecución de
‘Lemmings’ está bien desarrollada, aunque me atrevería a decir que aquí
estamos ante el momento menos brillante (ojo, no digo fatal o malo) de
Hammill como vocalista; si queremos mayor brillantez, como la ya exhibida en
los temas anteriores, podemos referirnos a ‘(In the) Black Room’ y el épico
lamento ‘Darkness’, así como al ya referido ‘Nutter Alert’. El caso de ‘(in
the ) Black Room’ es especial, dado que se trata de un canción original del
universo vandergraafiano que, por cosas que tiene la vida (o caprichos
crueles del Destino) no llegó a concretarse en el que iba a ser el disco
inmediatamente sucesor de “Pawn Hearts”. Dadas las cosas, tuvo que ser parte
de un solista de Hammill, pero en esencia se trata de un tema de VdGG, y
esta versión en vivo lo demuestra con creces - es un tema que combina el
esplendor épico delirante de un ‘Man-Erg’ y la aspereza hipnóticamente
inapelable de los discos “Godbluff” y “Still Life”. ‘Darkness’ se siente
menos potente de lo que algunos podrían tal vez esperar, pero me imagino que
el grupo optó por una cadencia más limpia para hilar el desarrollo del
motivo central.
La segunda parte del repertorio comienza con uno de los mejores ítems del
(en mi opinión) irregular “World Record”, a la sazón, ‘Masks’. Esta
ejecución está bien ajustada a la estructura del original, y lo mismo cabe
decir de las dos joyas extensas que siguen a continuación, ‘Childlike
Faith…’ y ‘The Sleepwalkers’. A pesar de tratarse de labores de recuperación
histórica, la vitalidad de las ejecuciones permite resaltar muy bien la
belleza intemporal de dichas piezas. El manifiesto metafísico optimista de
Hammill al final de ‘Childlike Faith…’ es increíblemente conmovedor, y los
meandros literarios y sonoros vertidos en la bizarra arquitectura de ‘The
Sleepwalkers’ no se quedan atrás en lo que respecta a expresividad genuina.
Tras una elegante primera despedida al público de parte de Hammill en plan
de vocero, llega ‘Man-Erg’, un drama fantástico sobre el dualismo inherente
a la mente humana que cobra nuevos bríos aquí, 24 años después de su primera
manifestación pública como parte del disco “Pawn Hearts”. La explosión
fastuosa desplegada en la orquestación final no es sino la cúspide de una
magia musical apropiadamente premiada por el público. La ovación se disuelve
en un fade-out antes de que el fade-in nos muestra al público saludando al
cuarteto en su retorno al escenario. El primer bis tenía que ser el
infaltable ‘Killer’, tal vez el himno vandegraafiano por antonomasia (?junto
con ‘Still Life’?). Este autorretrato de soledad y enajenamiento emana
verdadero fuego convertido en incandescente sonido. El segundo y último bis
viene con un tema lento, lento pero con la suficiente luminosidad emocional
como para no crear un contexto anticlimático. Me refiero a ‘Wondering’, ese
envolvente canto al misterio de la vida en el más allá, un canto que evoca
muy bien el sentido de eterno retorno en plenitud que significa este
concierto en la historia de VdGG. Los momentos finales son adornados por
Jackson con un reprise del inicio de flauta de ‘The Undercover Man’,
cerrando así un círculo mágico. Todo esto es, ni más ni menos, lo que
encontrará el fan progresivo que adquiera “Real Time”: el recuento de una
“fantástica velada llena de muchos temores y mucha excitación”.
César Mendoza
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