Temas
- Fuenteovejuna
- Viento de Otoño
- Vitral
- Nueva Época
- Fanfarria
- Homenaje
- Transcurso
- Nocturno [ i. Romance ii. Arcano iii. Nocturno]
- Nguillatun
- Mantra
- Danza
Integrantes
- Ismael Cortez: guitarras
- Francisco Cortez: bajo, cello
- Félix Carbone: batería, percusión
Con éste, su segundo disco, la banda chilena Tryo empezó a mostrara todas
las cartas de su propuesta progresiva: esto es, empezó a dar un campo más
amplio a su faceta acústica, a la par que reforzaba su faceta eléctrica en
búsqueda de afianzar su potencia y fiereza inteligentemente administradas.
Los primeros seis temas de “Crudo” provienen de un concierto realizado en
Viña del Mar en marzo de 1997, sujetándose a su formato básico de power
trio. El resto del álbum sirve para que el grupo explore las sutilezas y
cadencias propias de la interacción entre la guitarra acústica, el cello y
percusiones varias (principalmente, el vibráfono) desde una óptica
vanguardista. Dado que la distribución de estas dos facetas está marcada en
una dualidad, se siente que el grupo aún prefiere trabajar a fondo ambos
lados de su visión musical por su lado antes de integrarlas de manera más
fluida, cosa que tendrá lugar de manera exitosa en sus dos siguientes
trabajos de estudio.
En fin, quedémonos en este disco específico. ‘Fuenteovejuna’, una de las
piezas más notables de su disco debut, abre la sección en concierto. El
grupo ofrece su patentado nervio en el cual confluyen el crimsonismo, el
rock pesado y los matices de raigambre jazz-rock. ‘Viento de Otoño’ muestra
una ambientación más centrada en lo jazzero, con unos juegos de acordes de
guitarra que proporcionan un núcleo evocativo muy afín al paisaje mental
aludido en el título: el solo de guitarra se muestra lo suficientemente
contenido como para no romper con el equilibrio establecido por los tres
instrumentos. ‘Vitral’ y ‘Nueva Época’ son patentemente más musculares,
aunque con la suficiente dosis de sofisticación como para no caer en clichés
clásicos el rock duro, apelando a ornamentos rítmicos complejos y tensos. En
lo personal encuentro una pena que ‘Vitral’ no se extienda más allá de los 3
minutos y cuarto, pues su punche bien pudo dar para un desarrollo más
exhaustivo – al menos desde mi humilde perspectiva de melómano. ‘Fanfarria’
ya apunta hacia el lado más notablemente explosivo del grupo, pura
efusividad electrizante articulado sobre cambios de ritmo que le dan al
despliegue de fuerza un dinamismo peculiar, el mismo que alcanza picos de
furia en los pasajes más trepidantes. ‘Homenaje’ cierra la sección en vivo
con aires zeppelinianos: un tema con gancho un tanto sencillo, el cual Tryo
explota con buen gusto. El solo de bajo saca a la luz el esqueleto jazzero
del tema, el cual había permanecido escondido de manera muy sutil bajo los
poderosos riffs de guitarra.
Con ‘Transcurso’, que no es sino un minuto de ruidos de aves y grillos en el
bosque, se abren las puertas del pasadizo que nos conduce a la facción
acústica del disco. ‘Nocturno’ es una pieza en tres secciones en el que el
ensamble explora ambientes melancólicos apelando a sutilezas refinadas en
las cuales el cello y la guitarra acústica se complementan consistentemente
en un enlace coloreado por efectos percusivos tan delicados como relevantes.
Tenemos aquí un tapiz de tonalidades grisáceas transformada en sonido: las
partes de vibráfono articuladas en torno a los arpegios de guitarra parecen
flotar cuales leves hojas otoñales que no terminan de caer al suelo.
‘Nguillatun’ ofrece un paisaje más misterioso y sombrío, como emanando desde
un rincón mítico de la realidad: parece mentira cuánta fuerza expresiva
puede surgir de la combinación de medidos acordes de guitarra, surrealistas
flujos de cello y ornamentos de tambores. Las cosas se expanden más en
algunos pasajes de la segunda mitad de esta pieza, creando una suerte de
clímax intermedio. ‘Mantra’ nos devuelve a la melancolía de ‘Nocturno’,
aunque se nota que hay un aumento de intensidad, una noción que se confirma
a partir del cuarto minuto, cuando emerge transitoriamente una marchosa
sección de base étnica tropical. ‘Danza’ ocupa el último minuto del disco,
con un motivo extraído de ‘Fuenteovejuna’.
En fin, “Crudo” es el manifiesto del inicio de la madurez estilística de
Tryo, y como tal debe ser visto como un documento valioso sobre el
significado que, hoy por hoy, tiene la obra de este grupo dentro de la
vanguardia progresiva contemporánea.
César Mendoza
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