Temas
- These Days, Glory Days (6:44)
- The Fall Of Leviathan (8:29)
- Waiting For The World To Turn Back (3:05)
- Caravans (9:59)
- White Gardens (6:13)
- Hypothermia (2:39)
- Siberia (10:03)
- Cemetery Of Frozen Ships (5:48)
Integrantes:
- Adam Waleszynski: guitarras
- Maciej Karbowski: guitarras, sintetizador, piano
- Przemek W?glowski: bajo
- Tomasz Stolowski: batería
Tides From Nebula es el nombre de un cuarteto instrumental polaco de
post-rock formado hace unos seis años y que debutó hace dos con el disco
?Aura?. El año 2011 es el año de su segundo disco ?Earthshine?, el cual
reseñaremos a continuación. Este grupo es bastante aplicado en esto de
asumir la misión de aportar su grano de arena a la vigencia del post-rock:
Mogwai y Do Make Say Think parecen ser sus referentes exclusivos en los
momentos más calmos de sus ideas musicales, mientras que Explosions In The
Sky e Isis parecen ser los centros magnéticos hacia el cual el grupo
focaliza la creación de sus aspectos más extrovertidos (que no son
mayoritarios, dicho sea de paso).
?These Days, Glory Days? abre el disco con una aureola de calma intensa
marcada por los espartanos acordes de piano, pero cuando la batería empieza
a armar su arquitectura tribal y las capas de guitarra anuncian el
asentamiento del cuerpo central, nuestros oídos se enfrentan a un frenesí
celebratorio y optimista que no dura mucho, pero sí genera suficiente
musculatura para sostener el moderado misterio brumoso que envuelve al
último paraje del tema. ?The Fall Of Leviathan? se encuadra dentro de una
actitud más solemne, con una dosis de vigor casi idéntica a la del tema de
entrada, pero con una espiritualidad más asentada en lo introspectivo.
?Waiting For The World To Turn Back? es un etéreo y relajante preludio a
?Caravans?, pieza que porta una cautivante calidez en su parsimoniosa
musculatura de guitarras, muy afín ella al estándar de Explosions In The
Sky. Con una curiosa combinación de languidez contemplativa y alegría
sosegada, ?White Gardens? desarrolla un cuerpo central que se hace eco de
las ambientaciones predominantes del tema anterior; para la coda que se
explaya en los dos últimos minutos, las cosas viran sónicamente hacia una
atmósfera más potente, respetando el tenor reflexivo que patentemente inunda
el motivo central a la par que se proyecta hacia un clímax crecientemente
explosivo. Los últimos 18 minutos y pico del álbum están ocupados por la
secuencia de ?Hypothermia?, ?Siberia? y ?Cemetery Of Frozen Ships?.
?Hypothermia? es un ejercicio minimalista que ofrece un paisaje sonoro
minimalista donde se borran los límites entre el ensueño y el reposo eterno,
un oportuno momento de plácida quietud después de la electrizante ebullición
rockera con la que había concluido ?White Gardens?. ?Siberia? empieza como
un despertar, dejando que se desarrolle una sensación de calidez
contemplativa de una forma sostenida y contenida. Un nuevo motivo irrumpe
después de la frontera del tercer minuto y medio sin romper la cadencia
básica, pero sí se nota con la variante que se ha dado un incremento en el
tenor ceremonioso de la instrumentación, principalmente en la recurrente
secuencia armónica de las guitarras duales. Es el momento en que el grupo
empieza a afilar su músculo en los guitarreos e incorporar matices un poco
más sofisticados en la cadencia rítmica de la pieza. Poco antes de llegar a
marcar el séptimo minuto, la batería asume el encargo de bajar la intensidad
para invitar a la instrumentación a concentrarse en áreas más
introspectivas, y de hecho, emerge con este nuevo viraje un lirismo que, a
despecho de su patente sencillez, se siente poderoso mientras se desvanece
cómodamente en su fade-out. Mucho de Mogwai y Do Make Say Think. En fin,
?Cemetery Of Frozen Ships? cierra el disco recogiendo la melancolía que
envolvía al motivo final de ?Siberia? para encuadrarlo dentro de un clima
funerario, alevosamente lánguido, mórbidamente relajante: lo que en
?Hypothermia? era una sutil imagen de reposo más allá de esta vida, en esta
pieza se nota la ansiedad inherente a la tristeza por lo que se fue para no
volver jamás, una ansiedad que no osa vociferar sino que se mantiene
encapsulado en su propio ensimismamiento. El pasaje final marcado por la
guitarra acústica tiene la aureola de una elegía sobria que le da un
innegable aire de distinción a la imponente tristeza.
Una estupenda experiencia es la de escuchar ?Earthshine?, advertir cómo
Tides From Nebula ha aprendido las lecciones y estándares de sus maestros y
se ha atrevido a demarcar su propio territorio sonoro dentro del hábitat del
post-rock. Valdrá la pena seguir la pista a esta banda y buscar su disco
debut ?Aura? después de lo que hemos oído en este segundo disco.
César Mendoza
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