Temas
- Atem
- Fauni Gena
- Circulation of Events
- Wahn
Integrantes
- Edgar Froese: guitarra, mellotron, sintetizador VCS3, voz
- Chris Franke: órgano, sintetizador VCS3, percusión, voz
- Peter Baumann: órgano, sintetizador VCS3, piano, voz
Con este disco Tangerine Dream cierra una etapa de constante exploración en
su quintaesencia electrónica a la vez que empieza a mostrar dicha
quintaesencia en una fase de fruición y maduración, aun a punto de encontrar
su punto álgido. No faltaría mucho para ello, pero ya es obvio que tras el
radicalismo minimalista de la obra magna “Zeit”, la gente de TD quiere
hacerse más expansivo y expresionista en su material compositivo, así como
en sus interacciones performativas. Con un Peter Baumann sólidamente ubicado
como compañero consistente de Froese y Franke en esta peculiar aventura
musical dentro del contexto del krautrock, el trío se siente muy cómodo como
un ensamble autosuficiente, sin recurrir a músicos invitados.
Pues bien, el inicial bramido de una amenazadora borrasca anuncia el arribo
de majestuosas cortinas de mellotron, manejadas por un Froese absolutamente
extático por la introducción de este arquetípico teclado progresivo dentro
del arsenal de TD – efectivamente, éste es el primer disco de TD con
mellotron, y vaya si lo usan como un juguete nuevo, eso sí, manipulándolo
con la seriedad que amerita un género tan frontalmente psicodélico como es
el krautrock. Los adornos de sintetizador y colchones complementarios de
órgano ayudan a realzar las ideas vertidas por el mellotron, mientras la
batería frenética de Franke sostiene el fulgor sonoro con alucinante nervio,
a medio camino entre lo tribal y lo explosivo. En los primeros seis minutos
de esta pieza, TD logra sacar excelente provecho de la herencia dejada por
el Pink Floyd del “Ummagumma” de estudio y llevarla hasta otro nivel.
Todavía quedan 15 minutos más, los mismos que son dedicados a trabajar
atmósferas más atenuadas: la cosa parece un poco más siniestra, como una
calma que no oculta su acto de esconder un misterio que puede ser
terrorífico, una calma que siempre estuvo allí pero que en un primer momento
había quedado opacada por el vendaval sonoro inicial. El minimalismo
inmisericorde de “Zeit” es parcialmente recuperado aquí, pero tal como
señalamos en el primer párrafo, el sonido es más expansivo, incluso haciendo
algunos guiños ocasionales a la crudeza del “Alpha Centauri”. Con la llegada
del décimo minuto aumenta el cariz sombrío de una forma sutil, que no
difícil de notar, pero bueno, el ambiente se mantiene contenido bajo un aura
de misterio latente. En este punto, los efectos tornado del VCS y las
cortinas oníricas del órgano Farfisa comparten el rol central dentro del
entramado sonoro, pero siempre se espera que entren a tallar efectos de
guitarra a través de un generador, y por supuesto, ornamentos de mellotron.
La pieza concluye con unas recurrentes notas bajas de sintetizador.
El lado B del vinilo comenzaba con ‘Fauni Gena’, un tema de 11 minutos de
duración donde TD hace una declaración sobre la línea de trabajo a
desarrollar en la siguiente fase de su carrera discográfica. El mellotron de
flauta dirige, al menos en parte, las sendas aleatorias trazadas por las
tenues ideas musicales que se van desarrollando. Los efectos de teclado que
circundan al mellotron operan como un entorno inescrutable en un primer
momento, hasta que el surgimiento del mellotron de cuerdas entra como
alumbrando el contexto, reemplazando lo oscuro por lo solemne. En cambio,
‘Circulation of Events’ suena a una pieza de transición entre el minimalismo
devoto del “Zeit” y los nuevos aires expresionistas que se van sentando. El
epílogo ‘Wahn’ resulta muy curioso: sus efluvios vocales-percusivos del
inicio son inauditos dentro de las constantes estilísticas de TD, aunque
bien se podría decir que remite en cierto modo a la aspereza cruda del disco
debut (“Electronic Meditation”). La entrada del mellotron (en doble función
de cuerdas y flauta) le añade un colorido peculiar al asunto, pero el aura
bizarra básica permanece casi intacta hasta la conclusión (4 ½ minutos). A
pesar de lo raro de este cierre, el disco como un todo es portador de una
magia concretizada de forma consistente: “Atem” resulta un poderoso disco de
bisagra, un trabajo en el cual TD reflexiona a través de sus propios sonidos
respecto a sus próximos linderos.
César Mendoza
[Dedico esta reseña a la memoria de John Peel, quien en su tiempo veneró
este disco a rabiar]
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