Temas
Integrantes
- Luis Proaño: guitarra, quena
- Williams León: quenas, zampoña, quenacho, tarcas, toyo, cromática,
percusión
- Renzo Danuser y Felipe Asmat: bajo
- Gustavo Valverde: teclados
- Neto Pérez: batería, percusión
Tras el anticipo expuesto en un EP titulado igual que fue lanzado en marzo
al mercado peruano en edición limitada, ahora llega el segundo CD de larga
duración de Supay “El Viaje”. Presentado oficialmente en un concierto
realizado en Lima el 25 de mayo, este disco redunda efectivamente en la
valía artística que Supay aporta al escenario rockero de su país a pesar de
no llegar a las grandes masas. El largo e interrumpido proceso de grabación
y producción de este nuevo material se ha desarrollado sin afectar la unidad
estilística del material, una unidad que se mantiene fiel en la mezcla
fluida entre la versatilidad del rock complejo y la cadencia peculiar del
folklore del Alto Ande. En todo caso, algo que podemos notar aquí (y que ya
se había adelantado en el EP) es el reforzamiento de las vibraciones pesadas
en las porciones rockeras y otro en las sonoridades etéreas que llenan los
pasajes más propiamente étnicos: estos reforzamientos simultáneos, lejos de
debilitar la unión entre ambas fuentes, ha revitalizado su comunión. A la
hora de la edición oficial de “El Viaje”, Valverde ya no es miembro del
grupo, y Danuser tuvo que alternar con Asmat su rol de bajista mientras iba
acomodando sus planes personales en Europa; además León graba como único
músico de la sección de vientos. Ninguno de estos avatares ha afectado
directamente a la creación de energía y afiatamiento que tan bien se
despliega a lo largo del disco. Las huellas rockeras se derivan del
estereotipo del rock duro, el colorido pastoral de Jethro Tull, además de
retazos de la magia sofisticada de Yes y la psicodelia estilizada del Pink
Floyd 73-75.
El disco comienza con las coloridas evocaciones telúricas de ‘Ancestro’, un
preludio que nos remite a la magia rara y cautivante de tiempos lejanos,
ajenos a la maquinaria occidental emergente durante la Edad Moderna. ‘Alma’
y ‘Supay’ nos pone más al tanto del sonido aumentadamente robusto del disco,
con un Proaño que sabe dar rienda suelta a sus tendencias blues-rock y heavy
en los riffs y fraseos que lideran a los motivos de ambas piezas. Este
liderazgo para nada opaca el clima de convergencia que impera en los
diálogos entre los vientos y la guitarra mientras se van asentando sobre una
dupla rítmica ágil y dinámica, siendo así que el bloque sonoro se completa
eficazmente con los ornamentos, cortinas y ocasionales solos de teclado. De
estos dos temas, ‘Supay’ es el más extrovertido desde el punto de entrada,
mientras que ‘Alma’ comienza con una tendencia más introvertida que recién
en el desarrollo empieza a mostrar las variantes ocultas “bajo la manga”.
Creo personalmente que ambos temas meritaban expansiones mayores, pero sus 6
minutos y pico respectivos están muy bien aprovechados, de todas maneras.
‘Karavaloide’ nos remite a una línea de trabajo emparentada con la
amabilidad del “world music”, mientras que ‘Ñan Quiska’ es un interludio que
repite el motivo evocativo a los ancestros que había dado inicio al disco.
Esta dupla permite al oyente tener un momento bucólico de reposada
contemplación antes de que ‘Lejanía’ y ‘Resurrección’ nos muestren sus
vendavales sonoros. ‘Lejanía’ porta una grácil agilidad que es aprovechada
oportunamente por los vientos de León para desafiar a los guitarreos de
Proaño en una pugna creativa por la posesión del protagonismo. El jam
intermedio da espacio a un solo de bajo, mientras que el sintetizador marca
la pauta melódica de la antesala al cierre, dándole un aire casi cósmico al
asunto así como al clímax. Por su parte, ‘Resurrección’ asume una actitud
más fiera, mucho más cercana a lo mostrado en ‘Supay’ pero trabajado con un
ahínco más fervoroso. El trabajo melódico de ‘Resurrección’ está bien
marcado, un punto álgido de este CD. Como lo es también el tema homónimo de
cierre, el cual comienza con una sección rítmica en clave de bosanova y una
quena que parece flotar literalmente sobre los ensoñadores colchones de
teclado. Su desarrollo aterriza en un interludio tribal que no es sino la
vía de entrada hacia un contundente efluvio psicodélico que nos encara ante
las puertas del más allá, con todo su misterio imponente e inescrutable.
‘Supay’, ‘Resurrección’ y ‘El Viaje’ conforman mi trilogía favorita de este
disco. Los temas restantes, ‘Guerrero’ y ‘Avanzando II’, completan el cuadro
bicolor de la visión musical de Supay. El primero es un paisaje folklórico
que se despliega a nuestros oídos como un pasacalle de espíritus añejos. El
segundo, más que una continuación del tema ‘Avanzando’ perteneciente al
disco debut, es como un breve “prólogo a la segunda edición”: una breve
introducción en clave de blues pesado que se engarza con un breve solo de
guitarra y un motivo de ‘Avanzando’. De hecho, este prólogo ha sido
ejecutado en el escenario como introducción a ‘Avanzando’.
?Qué tenemos, en definitiva, aquí en “El Viaje”? Una apuesta de Supay por
reciclar su propia esencia, dejándola intocada en su núcleo pero manejando
su espectro sonoro con una mayor dosis de frescura y un manejo más directo
de los contrastes. Si “Confusión” manifestó la amalgama entre lo progresivo
y lo andino, “El Viaje” manifiesta una maduración individualizada en ambos
factores para renovar su unión. Los pasos hacia delante de Supay son pasos
de gigante en la escena rockera vanguardista peruana.
César Mendoza
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