Temas
- Great White Hope
- I’m O.K.
- Sing for the Day
- The Message
- Lords of the Ring
- Blue Collar Man (Long Nights)
- Queen of Spades
- Renegade
- Pieces of Eight
- Aku-Aku
Integrantes
- Dennis DeYoung: organo, pianos, sintetizadores, organo de fuelles, voz,
coros
- Tommy Shaw: guitarras, mandolina, autoharp, voz, coros
- James Young: guitarras, voz, coros
- Chuck Panozzo: bajo, coros
- John Panozzo: bateria, percusion, coros
“Pieces of Eight” supuso para Styx un escalon mas dentro de su secuela
ascendente de exitos comerciales: estilisticamente hablando, este disco
muestra una reincidencia en la onda estilizada que el grupo habia logrado
cultivar desde sus dos trabajos anteriores, aunque esta vez enfatizando un
poco mas la preocupacion por el gancho rockero. Esto se muestra de forma
netamente palpable en el tema de apertura ‘Great White Hope’ - escrito por
Young e inspirado en la figura de la leyenda del boxeo de inicios del siglo
XX, Jim Jeffries -, una pieza donde los riffs efectivos y los ritmos
machacones hard rock arman un artificio atractivo, con la curiosa inclusion
de una breve seccion en 5/4, marcada por el sintetizador, en el interludio.
Mas adelante, Shaw nos brindara mas de este hard rock estilizado y pomposo
en dos de sus composiciones mas famosas: ‘Blue Collar Man’ y ‘Renegade’. En
lo personal, encuentro estos dos temas un poco reiterativos, como con ganas
de explotar unos estribillos y arreglos corales hasta que no den mas, pero
creo que tampoco hay que desmerecer el buen trabajo armado por Shaw y Young
en las guitarras duales. Menos tirada hacia el rock y mas inclinada hacia un
devaneo con el folk celtico, ‘Sing for the Day’ es otra cancion de Shaw que
nos muestra una candida amalgama de mandolina y guitarras acusticas, sobre
la cual el sintetizador DeYoung exhibe alegres florituras, en cierta medida,
bajo la influencia de Wakeman. La pieza mas agresiva de DeYoung (al alimon
con James Young) es ‘Queen of Spades’, un airado lamento casi metalero
contra el vicio (drogadiccion o ludopatia, la letra es alevosamente ambigua
en este sentido): los solos de guitarra y los adornos de sintetizador en la
parte final sirven para realzar lo tetrico de una situacion asi. Como
siempre, la dupla ritmica de los hermanos Panozzo se porta de excelentemente
a la hora de sostener la garra rockera de sus tres complices.
Las piezas mas emparentadas con los canones habituales del prog sinfonico
son ‘I’m O.K.’, la dupla de ‘The Message’ y ‘Lords of the Ring’ y la hermosa
pieza homonima, todas ellas de autoria exclusiva de DeYoung. ‘I’m O.K.’
exhibe un clima rockero mas calmado que los de los numeros anteriormente
mencionados: este alegato por la libre autodeterminacion encuentra un
apropiado correlato sonoro en la solemne fastuosidad vertida en los pasajes
de organo de fuelles (a la sazon, el organo de la Catedral de St. James, en
Chicago). Mas explosiva, pero tambien menos lograda, es la secuencia
iniciada por un soundscape masivo de sintetizadores (‘The Message’) y
completada por el tema ‘Lords of the Ring’, inspirado en Tolkien: prefiero
el ambicioso interludio instrumental a las partes cantadas. Pero ante todo
perfiero la pieza homonima, la cual, a lo largo de sus 4 minutos y 50
segundos de duracion, contiene algunas de las lineas melodicas mas bellas
que DeYoung haya compuesto jamas. Su pomposidad moderada y la elegancia con
que se transita a traves de sus diferentes secciones la convierte, a mis
oidos, en la gema del disco. A contrapelo con el aura optimista y
celebratoria de ‘I’m O.K.’, esta vez DeYoung nos lleva hacia los rincones
mas vulnerables del yo interior, unos rincones cuyas tormentas
existencialistas no pueden ser apaciguadas por los bienes exteriores.
Mientras los efluvios finales de piano (un poco a lo Rachmaninov con un
toque de sutileza a lo Chopin) van concluyendo, emerge el etereo
instrumental ‘Aku-aku’, compuesto por Shaw. Este instrumental cierra le
disco al modo de una nana que se canta al corazon para que repose y recupere
la alegria de vivir tras un merecido descanso: la manera en que los arpegios
de las guitarras acusticas flotan bajo las retazos de piano y sobre los
tenues colchones de teclado evoca muy bien esta urgencia por descansar hasta
recibir un nuevo dia.
Si bien mi balance particular para “Pieces of Eight” es menos favorable que
para su antecesor “The Grand Illusion”, es justo reconocer que se trata de
un muy digno sucesor. El esplendor exhibido en los picos de este disco lo
convierten en otra obra clasica dentro de la carrera de Styx.
Cesar Mendoza
[Dedico esta reseña a Chuck Panozzo y a la memoria de su hermano John]
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