Temas
- The Nightstalker (0:37)
- Pijamas (8:01)
- La Serpiente de Jade (5:14)
- Paraná (6:06)
- The Black Cat (9:09)
- Tales From Buanga (3:47)
- Gameland (2:02)
- Sopa Colorá (13:41)
Integrantes
- Israel Sánchez Barragán: guitarras eléctrica y acústica, sitar, saxo tenor
- Pedro Álvarez Menchaca: guitarras eléctrica y acústica, e-bow, voces
- Eduardo García Salueña: pianos, órgano, sintetizadores, Mini-Moog, pads
- Eva D. Toca: batería, batería electrónica
- Pablo Canalís Fernández: bajo, voces, efectos vocales, mini marímbula
eléctrica, pandeiro, chun mo, shaker, semillas, tinghas, guimbarda, gong feng,
persiana, flexátono, sheng, caxixi, cremallera, cascabeles, vibraslap, cuenco
tibetano, tubos wah, kárkabas, crótalo, llavófono
Colaboradores - John Falcone (fagot en 1), Iris Cárcaba (violín en 2), Rafael
Yungueros (batería en 2), Alejandro M. Ares (acordeón cromático), Chema Fombona
(batería, agogó, surdo, cabasa y tamborim en 3; cajones peruanos, surdo,
bongós, tumbadoras, vibráfono, cencerros, caxixis, cascabel, palmas y efectos
en 8), Theodossi Spassov (kaval en 7), Abelardo Freitas (Abotronics en 7), Luis
Cobo "Manglis" (guitarras eléctricas de 6 y 12 cuerdas y acústica en 8), Pedro
Ontiveros (saxo soprano y flauta en 8)
Con el no demasiado intrigante título de "III", Senogul obsequia al mundo su
tercer disco de estudio. Teniendo en cuenta la increíblemente positiva
impresión que causó con justa razón su homónimo disco debut, y luego el giro
tan radical hacia nuevos matices sonoros que se articuló en su segundo álbum
"Concierto De Evocación Sonora", la expectativa en torno a este nuevo disco era
grande. Suficiente constancia de las infinitas ganas de proyectarse hacia
diversas gamas estilísticas de parte de los músicos de Senogul había no solo en
estos dos discos sino también en los diversos proyectos colaterales que fueron
surgiendo en torno a este ensamble.
"The Nightstalker" abre el disco con una amalgama de arreglo coral, capas de
teclado, retazos de e-bow y vientos para crear un ambiente tenebroso: creación
exclusiva de Pablo Canalís, inquieto y consumado investigador del sonido. Se
trata, al fin y al cabo, de una travesura idónea para abrir la puerta a la
colorida pieza "Pijamas", cuya ilación multi-temática es todo un ejemplo de
variedad bien llevada y asumida con osada soltura. Tenemos pasajes sinfónicos
por aquí, otros pasajes de tendencia psicodélica por allá, y como quien no
quiere la cosa, se insertan motivos de corte chamber-rock que prontamente dejan
paso a otros donde la banda da rienda suelta a sus persistentes inquietudes
fusionescas, y finalmente, algunos pasajes intermedios y el final que se
aferran seriamente a estándares gente-giantianos provistos del refinamiento y
nervio contenido propios de Senogul. Este comienzo genial anticipa una fiesta
progresiva para los oídos, !y vaya si esta intuición no es acertada! Los
siguientes 5 minutos y pico del álbum están ocupados por "La Serpiente De Jade"
tiene una cadencia más reposada, poderosamente enriquecida por las líneas
dibujadas por los vientos y las elegantes bases del piano; en los momentos en
que la pieza se torna más extrovertida, emerge un simpático ritmo de rumba
latina cuyo exotismo patente ayuda a motivar una agradable sensación de
frivolidad en el ambiente. La cuestión fusionesca sigue haciéndose fuertemente
presente en "Paraná", tema que se sumerge en aromas del folklore brasileño
combinadas con atmósferas ágiles propias de lo guaraní. Después de la candidez
de "La Serpiente De Jade" y el aura optimista de "Paraná", Senogul hace una
excursión por recovecos más sofisticados en "The Black Cat", comenzando con una
introducción densa y misteriosa que prepara el terreno para un primer motivo
fulguroso armado sobre un esquema rítmico complejo. Es una pena que no dure
mucho, pues su base melódica es bastante llamativa, pero se agradece la
sorpresa que llega a continuación: un ambiente grisáceo que se instala con una
aureola psicodélica tan refinada como atemorizante (al menos, en parte),
recurriendo primero a un compás a medio tiempo, y posteriormente,
desarrollándose en un pasaje ingeniosamente complejo donde la sofisticación
reinante se condice perfectamente con la agilidad. Poco antes de llegar a la
barrera del quinto minuto, una dupla de saxos despide esta sección y anuncia el
arribo de un sencillo y calmado pasaje marcado por la guitarra acústica, un
interludio ceremonioso a otra sección sofisticada que en parte retoma la
densidad inicial, ornamentándola con eficaces arreglos disonantes y retomando
algunas ideas anteriores para el inminente epílogo. "Tales From Buanga" tiene
al bajo como protagonista indiscutible, con sus armonías, quiebres y texturas
fluyendo como un río a través de varios parajes donde se incidentalmente se van
sucediendo intervenciones percusivas varias, adornos de teclado, fraseos de
guitarra y arreglo coral; el último pasaje es un alegre ensamble grupal
jazz-progresivo muy a lo Canterbury, hermoso realmente=85 !y también demasiado
breve! En fin, cosas de la vida.
"Gameland" es definitivamente la pieza más bizarra del álbum: su atmósfera de
caos organizado sin duda tiene mucho de homenaje al impredecible maestro Zappa,
con sus constantes alteraciones de esquema, motivo, ritmo y estructura. Yo lo
interpreto como una exhibición de espíritu frontalmente disfrazado de absurdo
dadaísta y desvarío psicopatológico, algo totalmente idóneo para retratar el
mundo contemporáneo tan frenético y sobrecargado en el que vivimos. "Sopa
Colorá", el último tema del disco, ocupa un espacio de más de 13 BD minutos.
Con ese título se nos vienen imágenes anticipatorias de rock andaluz y fusión
flamenca=85 y no estaremos errados en imaginar eso. El preludio marcado por el
piano va muy en onda con el legado de Alameda, mientras que desarrollos
posteriores nos llevan a terrenos de Imán Califato Independiente, Triana y
Guadalquivir. Algunos elementos de fusión latina tampoco desentonan para nada a
la hora de explotar la grácil calidez inherente a las exploraciones progresivas
de raigambre andaluza, por lo que resulta una idea estupenda sacarlos a
colación en algún momento. Cabe destacar la presencia de un bello interludio de
piano que aporta un momento de plena serenidad tras el explícito despliegue de
colorido que ocupó varios minutos; el pasaje final también tiene una cautivante
belleza, exquisitamente explayada sobre un ceremonioso compás de tres cuartos,
con un destaque especial del sintetizador (Mantero-con-Bardens).
?Qué tenemos, como balance general, en esta tercera obra de Senogul? Un nuevo
muestrario de la brillantemente ecléctica creatividad musical de este quinteto,
el cual sigue cimentando su permanencia en la cima de la experimentación
progresiva española de los últimos años. El genio creativo es fácil de notar a
la primera ocasión (y eso lo sabemos quienes hemos estado siguiendo a la banda
desde sus primeros demos y homónimo disco debut), pero ciertamente hace falta
más de una escucha para "III" a fin de asimilar el bloque general de este
repertorio, debido al estupor y al desconcierto que los detalles abiertos y
desarrollados en cada pieza individual generan en el oyente. Reiterando la idea
con otras palabras, hace falta más de una escucha detenida para que el regocijo
ante la obra general se condiga con un aprecio debido de cada ítem particular
que la conforma. Una vez llegado a este punto, el oyente (o por lo menos, el
oyente que esto escribe) solo podrá sentirse obligado a designar a "III" como
una nueva prueba de la grandeza progresiva que se está haciendo en la Península
Ibérica en lo que va del milenio.
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