Temas
- Walkin' Around The Stormy Bay (6:30)
- Loneliness (5:25)
- Why No Peace (6:04)
- Welcome Warm Nights And Days (3:02)
- Rainbow Man (3:38)
- How I Can Begin (7:00)
- Last Man At The Station (9:29)
Integrantes
- Jozef Skrzek: piano, sintetizadores, armónica, bajo, voz
- Antymos Apostolis: guitarras
- Jerzy Piotrowski: batería, percusión
Mientras la década de los 70s estaba llegando a su fin, el ensamble polaco SBB
continuaba brindando sus intensos aportes a la escena progresiva que se
desarrollaba todavía en Europa del Este. Tratándose del noveno trabajo
fonográfico de SBB, se advierte que la banda no es inexperta ni mucho menos, y
ciertamente el sonido de "Welcome" se siente maduro y lleno, pero también es
verdad que este disco no ofrece la contundencia progresiva que se había vertido
de manera tan brillante en discos precedentes. "Welcome" pertenece a esa época
en que SBB aspiraba a la internacionalización de la proyección de su propuesta
musical, y de hecho, este disco se publicó en la entonces Alemania Occidental,
lo cual ofrecía una oportunidad para expandir el foco de atención hacia otras
partes de Europa. Así pues, se puede sospechar que SBB estaba en tránsito de
bajar los niveles de complejidad estructural a sus composiciones y remozar
éstas bajo arreglos musicales un poco más accesibles.
'Walkin' Around The Stormy Bay' abre el disco con un esplendor progresivo de
alto tonelaje, elaborando un clima aguerrido que suena a una cruza entre ELP y
UK, más su toque de aires fusionescos a lo Jan Hammer. La resonancia de cada
ambiente específico - desde el más fastuoso hasta el más cósmico - es tan
poderosa que influye en nuestra memoria de manera contundente incluso si hemos
pasado a una sección distinta. No hay duda sobre la grandeza musical tan
demoledora con la que se llena los primeros 6 minutos y medio del álbum. Es un
hecho que las cosas no volverán a ser las mismas tras este primer tema, y eso
se anuncia desde 'Loneliness', pieza cargada de intenciones líricamente
románticas, muy afines al Triumvirat de "Old Loves Die Hard". Recién entra la
batería poco antes de llegar al tercer minuto y medio, lo cual genera el
esquema sonoro adecuado para que Apostolis cree un estupendo solo de guitarra a
lo Gilmour a través de las densas orquestaciones de teclado - se trata, a fin
de cuentas, de un buen final para esta canción. 'Why No Peace' sigue por un
semejante sendero lírico, pero esta vez el espíritu es más cálido y la pauta
rítmica es más ágil: imaginando una cruza entre Starcastle, Camel y el Wakeman
del "Criminal Record" podremos hacernos una cercana imagen mental sobre de qué
va esta pieza. En suma, se trata de un tema bastante agradable y optimista cuya
bien armada arquitectura le provee de una aureola de sofisticación muy oportuna
en términos progresivos. La primera mitad del disco concluye con la balada
'Welcome Warm Nights And Days', basada exclusivamente en una amalgama de piano
y sintetizadores sobre la que el canto meloso de turno se explaya sin empacho:
me suena a un campo intermedio entre Elton John y The Alan Parsons Project. La
segunda mitad del disco comienza con 'Rainbow Man', pieza de corte jazzero con
amplias cadencias soul incorporadas en su esquema rítmico. Si la pieza anterior
nos remitía un poco a Elton John, ésta puede tal vez recordarnos un poco a
Stevie Wonder a través del filtro de un Jan Hammer. Al menos, hasta el pasaje
final, que es cuando al trío se le ocurre virar hacia un blues rápido de
matices country. Me parece que con una serie de arreglos más expansivos, esta
canción pudo ser más magnífica. 'How I Can Begin' se puede también describir
como una balada progresiva, donde la lánguida sección cantada se desarrolla
sobre unas envolventes capas de teclado adornadas con fraseos de guitarra
acústica y recursos percusivos varios (campanas, vibráfono, tímpanos). Como
para crear una suerte de misterio, de la mano del órgano, la pieza se traslada
hacia ambientes casi tétricos durante los últimos dos minutos, pasando a
territorio más propio de Goblin - el truco está muy bien hecho, pues la
transición de lo lánguido a lo aterrador ha sido sólida y fluida, aunque no por
ello menos inesperada. El disco termina con 'Last Man At The Station', pieza
que recoge inicialmente algo del misterio expresado en la pieza precedente,
aunque pronto el cuerpo central de la canción revela un reflexivo aire
floydiano. La mezcla de balada soul y ambientes espaciales funciona muy bien.
En líneas generales, tenemos aquí un disco muy bien armado aunque demasiado
inclinado hacia los pasajes lentos, y ello repercute en que el resultado final
no iguale el vigor que había signado discos anteriores de SBB de manera vital.
La nota final para "Welcome", debe ser buena, aunque para el tema de entrada
debe ser sobresaliente y para 'Why No Peace', notable. Me propongo firmemente
la tarea de seguir investigando en el legado de SBB, una de las tantas tareas
pendientes en mi colección progresiva.
César Mendoza
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