Temas
- Novembre
- Rapsodia per Emigrazione
- Dopo il Buio… La Luce
- Pecato Che…!
- Diablo
- A Walter
- Inquinamento
- Yankee Go Home
Integrantes
- Francesco Salis: guitarras, voz
- Antonio Salis: bajo, flauta, saxofón, voz
- Antonio Lotta: teclados
- Antonio Sardu: batería, percusión
Con dos hermanos y un mismo nombre de pila repetido tres veces en su
formación, el grupo italiano Salis estableció en su tercer y último disco
“Dopi il Buio la Luce” uno de los ítems más atractivos de la historia
desconocida del movimiento progresivo de su país, justamente ad portas del
cierre de la década de los 70s. No conozco los dos anteriores trabajos de
Salis, pero he leído que se tratan de sendos muestrarios de rock melódico
moderadamente adornado con trucos progresivos pero básicamente ligero en
cuanto a pretensiones estilísticas. Por lo que se escucha en este bonito
disco, el grupo ha logrado en este punto recrear su propuesta bajo una
óptica más sofisticada, tanto en lo compositivo como en lo performativo. Lo
que tenemos en este disco es una agenda sinfónica muy cercana a las líneas
de trabajo articuladas por Apoteosi (y también BMS), añadiendo matices de
corte jazz-rock que permiten incrementar el dinamismo de las labores de la
sección rítmica y recrear ciertos ornamentos peculiares de teclado.
‘Novembre’ da inicio al disco con una envolvente cadencia meditativa,
siguiendo el esquema de un jazz-rock lento iniciado por climas ensoñadores
de sintetizador y ensalzado por majestuosos fraseos de guitarra eléctrica.
El solo de sintetizador que viene después ayuda a mantener el momentum
emocional con fluida coherencia. A pesar de ser lento, esta pieza cuenta con
suficiente punche como para significar una buena entrada. ‘Rapsodia per
Emigrazione’ se inserta en el corazón mismo del sinfonismo, creando una
efectiva mezcla de Wakeman y BMS: incluye un hermoso interludio de piano que
típicamente se engarza con la tradición académica europea. Lotta se erige en
protagonista del ensamble no solo por este solo, sino también por el armado
de los motivos principales y ornamentos con el Moog. Con sus 7 y casi ¾
minutos de duración, el tema homónimo es el más extenso del disco, cuya
primera sección se encuadra dentro de la vertiente más jazzera de la visión
musical de Salis. Esta pieza me suena particularmente afín a Gilgamesh, esto
es, hasta que emerge un interludio fastuoso muy a lo Apoteosi, centrado en
ambientes claroscuros e intensos. Los últimos pasajes conforman el tránsito
desde una antesala etérea hasta una coda festiva de tenor folklórico (la
cual me recuerda un poco a BMS y Maxophone). La primera mitad del disco
concluye con ‘Pecato Che…!’, un tema sí exclusivamente concentrado en lo
melancólico. Con esos acordes de piano y las líneas de saxo tenor (a cargo
del mismo bajista) se anuncia el tenor general de la pieza. Los fraseos de
guitarra eléctrica, expandidos elegantemente sobre el compás lento y las
armonías marcadas por el piano, hallan un perfecto complemento en los
arreglos de cuerda, los mismos que aportan un aire de plena exquisitez al
asunto.
La segunda mitad del disco comienza con ‘Diablo’, tema cantado que nos
remite nuevamente a Apoteosi, y de paso, también a E. A. Poe. El clima de
ensueño claroscuro se perpetúa con ‘A Walter’ e ‘Inquinamento’. Estos dos
excelentes instrumentales muestran la capacidad del grupo para establecer
arreglos interesantes que robustecen las alusiones inherentes a las ideas
melódicas básicas apelando al enlace entre ejecuciones enérgicas y
atmósferas especiales. ‘Inquinamento’ tiene el atractivo extra de incluir
algunos arreglos de tenor jazzero donde se hacen presentes las huellas de
Hatfield y el Soft Machine post-Wyatt, aunque acomodado al lirismo
típicamente mediterráneo del grupo. Con la consigna anti-imperialista
‘Yankee Go Home’ el grupo titula la pieza que clausura este disco: se trata
de una canción folk-rock en un tempo de ¾ donde el canto parece reflejar una
festiva actitud combativa. En fin, se trata de la canción menos compleja del
disco, y tal vez sea dispensable en el contexto global del repertorio, pero
tiene la ventaja de brindar un aire de medida frivolidad ‘al estilo
italiano’ para el cierre. “Dopo il Buio la Luce” es uno de esos discos que
tienen el imperecedero encanto del tesoro escondido que aguarda a ser
descubierto por quien pueda disfrutarlo.
César Mendoza
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