Temas
- Angolo 1 (5.39)
- Ecran Magique (3.00)
- lhz (12.15)
- V. (Moda Reale) (2.44)
- Wittgenstein Mon Amour 2.12 (4.37)
- Cifra3 (1.56)
- Angolo Due (5.38)
- Metodiche di Salvezza (3.28)
- Elimini-enne (22.09)
Integrantes
- Boris Valle: piano, órgano
- Agostino Macor: piano eléctrico, sintetizadores, mellotron, glockenspiel
- Fabio Zuffanti: bajo, sintetizador, loops
- Mau di Tollo: batería, percusión, guitarras
Colaboradores – Claudio Castellini (voz), Angela Pellino (recitación), Andrea
Celeste (voz), Marco Moro (flauta), Michele Bernabei (trompeta), Edmondo Romano
(clarinete bajo, saxo soprano), Osvaldo Loi (viola), Sergio Antonazzo (guitarra
eléctrica)
Rohmer es el nombre de la nueva banda italiana donde están involucrados Fabio
Zuffanti, Agustino Macor, Maurizio di Tollo y Boris Valle. Se trata en cierto
modo de la banda surgida de las cenizas de Finisterre, uno de los grupos más
notables dentro del revival progresivo noventero italiano. Finisterre había
comenzado por un sendero de clara tendencia sinfónica con un formato renovado,
hasta derivar hacia linderos de progresivo ecléctico con predominio
psicodélico. Lo que hace ahora Rohmer es concentrarse en la faceta más lírica
de esta línea de trabajo y reciclarla a través de cadencias de progresivo
jazzeado relajado (muy en la línea de Zaal), añadiendo buenas dosis de texturas
y ambientes de raigambre ambient, además de la vibración introspectiva del
post-rock melódico (a la vieja usanza de los últimos discos de Talk Talk). El
resultado final es rico en texturas pero nada ostentoso en cuanto al ingenioso
uso del colorido musical, pues ciertamente la banda se apresta a mantener de
manera consistente una ambientación relajada y ensoñadora en su repertorio.
‘Angolo 1’ da inicio al disco un clima muy evocativo, portador de una
melancolía contenida pertinentemente vertida por el piano y los teclados, a los
cuales en algún momento se une el cello. La sección climática cuenta con un
emotivo solo de guitarra que genera una sensación de iluminación espiritual.
Este tema de más de 5 ½ minutos de duración supone una buena vía de entrada al
mundo musical de Rohmer. ‘Ecran Magique’ es una relativamente breve pieza de
corte ambient, casi minimalista, que en realidad opera como interludio a ‘lhz’.
‘lhz’ comienza con una secuencia rítmica programada semi-lenta, la misma que
encapsula el esquema global de la pieza, abundante en cadencias jazzeras
sobriamente organizadas en un muy bien llevado lirismo. Los músicos invitados a
la flauta y el saxo aportan ingeniosamente los colores de sus respectivos
instrumentos, mientras que la banda instala el sencillo motivo central,
desarrollándolo con una sensibilidad texturial que me recuerda a un híbrido
entre Zaal (donde también estaba Macor), el Robert Wyatt de los 90s y el último
Talk Talk. Hay algo de tensión acentuada en aquellos pasajes en los que el
piano improvisa libremente mientras que la batería irrumpe en un solo, lo cual
ayuda a establecer un broche un tanto extravagante que concluye con un piano
espartano acompañado de saxo, mellotron y voces femeninas procesadas. ‘V. (Moda
Reale)’ es una breve balada con base de piano que prosigue por la senda de
languidez mental tan bien explotado en el tema anterior: en todo caso, la
aparición de un solo de flauta al final le da un momentáneo aire bucólico al
asunto. Siguiendo con las referencias a la filosofía de Wittgenstein (presente
en el tema de cierre del tercer álbum de Finisterre), ‘Wittgenstein Mon Amour
2.12’ alude a ese pasaje del “Tractatus Logico-Philosophicus” donde el filósofo
austro-británico afirma que “la figura es un modelo de la realidad”, noción
relacionada con la teoría del isomorfismo lenguaje-realidad fáctica. En fin,
yendo a lo estrictamente musical, se trata de un tema muy fiel a la serie de
atmósferas que ya se van haciendo predominantes, pero esta vez hay una mayor
sensación de calidez en la amalgama sonora. (?Será por las recitaciones en
francés que me da esa impresión?...)
‘Cifra3’ es un delicado ensamblaje de pianos, bajo, sintetizador y glockenspiel
que inunda el ambiente de delicioso misterio con su propia delicadeza. ‘Angolo
Due’ nos lleva ya por senderos de envolvente ensueño. El protagonismo constante
del piano es ayudado por las intervenciones del clarinete bajo y el cello en
ciertas ocasiones bien mesuradas. ‘Metodiche di Salvezza’ establece una
continuidad fluidamente compacta con el tema precedente, aunque con una
acentuación del lirismo hasta el punto de que el tenor general de amabilidad se
torna onírico. Las voces de fondo se hacen presentes como si no existieran
realmente, lo cual refleja muy bien el aire de irrealidad que subyace a esta
estrategia sonora. Los últimos 22 minutos del disco están ocupados por
‘Elimini-enne’. Las texturas minimalistas establecen una confluencia entre
melancolía y perturbación, siempre desde una perspectiva refinada patente en el
sobrio uso de los adornos y capas de sintetizador en torno a las concisas
intervenciones del piano. Los ecos emanados de los golpes de las percusiones
programadas hacen alusiones a climas mecanizados, mientras que los libres
efluvios de la trompeta con sordina proporcionan un poco de calidez al asunto.
Poco antes de llegar al décimo primer minuto y medio, el tema vira hacia un
momento solemne, iniciado por un soliloquio femenino y focalizado en esquemas
libres donde conviven la musique concrete, la electrónica minimalista y el free
jazz. Al poco rato, aunque de forma medidamente gradual, la sonoridad se hace
un tanto más densa a partir de las pautas antes mencionadas, aunque con la
desaparición del factor electrónico a favor de un mayor acercamiento al
chamber-rock (o algo parecido). La música se convierte en una marejada tan
intensa como distante, hasta que finalmente volvemos a poco a poco al
minimalismo inicial, el cual se torna protagónico de manera cada vez más
absorbente. Las últimas pulsaciones del sintetizador culminan un disco
sumamente etéreo – “Rohmer” es una obra muy interesante para la actual escena
progresiva en lo que nos queda del año 2008.
César Mendoza
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