Temas
- Il fait froid, ici... (4:13)
- a) La femme au bout du couloir (2:08) / b) La tempête, encore (2:20) / c)
Accident-vision (2:05) / d) Cri (3:10)
- Epreuve No. 2 (2:00)
- Mirage de neige (1:30)
- Sous le ciel où courait la tempête (3:19)
- Précautions oratoires (2:30)
- La luge et la limousine (2:20)
- a) Energie-saga (1:35) / b) Chanson populaire de la neige (2:30) / c)
Dernier avertissement (0:30)
- Futurs intérieurs (6:15)
Integrantes
- Victor Bosch: batería, percusión
- Gilbert Gandil: guitarras, bajo, canto
- Roland Richard: flauta, saxo, clarinete, piano
- Jacques Roman: teclados, sintetizadores
Colaborador – Claude Lesko (narraciones)
“Bienvenue au Conseil d’Administration” es la cuarta oferta discográfica de
Pulsar, cuatro años después de la apoteósica obra ”Halloween”, uno de los ítems
más fabulosos de la historia del rock vanguardista francés. “Bienvenue au
Conseil d’Administration” también es el título de una producción teatral
multimedia realizada por La Compagnie Du Theatre De La Satire. El aporte del
narrador Claude Lesko es fundamental para la obra, y realmente puede ser un
punto de referencia para la reacción del oyente: es un importante punto en
contra o es algo con lo que el oyente puede lidiar. El hecho es que las
exploraciones instrumentales a cargo del quinteto estén sujetas a un programa
teatral, y no a un concepto básicamente musical como en “Halloween”, obliga al
grupo a ponerse a trabajara solamente atmósferas y juegos básicos de acordes.
Esto significa que no hay espacio para el desarrollo de variantes en ritmos,
clímax y ambientes al típico estilo progresivo, ni tampoco para esquemas
melódicos elaborados con esa magia especial que suelen proveer Gandil, Roman y
Richard. En todo caso, Pulsar tiene bien en claro que quiere seguir siendo una
banda comprometida con el art-rock, y es con esa mentalidad que abordan una
modernización de su sonido dentro del esquema teatral propuesto. Con la
incidencia en el space-rock y el uso de las facetas más fibrosas del estándar
rockero ochentero, Pulsar evita sabiamente la tentación de hacer un “Abacab”
(desastre de Genesis), un “Single Factor” (gestación un tanto desabrida de un
desencajado Camel) o un “Turn of the Tide” (culminación del deterioro popero de
Barclay James Harvest). Todavía hay en Pulsar un manejo inspirado de las ideas
musicales y una fibra fácil de notar en las ejecuciones. Claro está, dadas las
circunstancias en que este disco fue elaborado y arreglado, dicha fibra solo
halla espacios muy marcados para su despliegue; además, el baterista Victor
Bosch deja atrás mucha de su polenta sutilmente compleja, incorporando una
vibración más frontal (e.d., más afín al new wave) en su base rítmica. Una
peculiar conclusión que ahora anticipo sobre este disco es que Pulsar logra
hacer una mezcla muy curiosa entre una modernización casi popera de su esencial
sinfonismo espacial y una anticipación involuntaria de las sonoridades que
pocos años después serán explotadas por bandas ulteriores propulsoras del
revival noventero.
‘Il fait froid, ici...’ comienza con un color exótico medio arábigo,
desarrollado finalmente en una mezcla de tecno y space-rock (una
ultravoxización del Hawkwind post-“Warrior on the Edge of Time”) con retazos
pinkfloydianos arrojados como polvos de canela para adornar un postre. Comienza
bien este disco, como si retornásemos a la etapa de “Pollen” pero con una
caligrafía ochentera. El segundo tema consta de cuatro secciones: la primera es
hipnótica e intimista, calma como en los momentos más relajados de Vangelis; la
segunda se desvía hacia un sendero neurótico con una fuerza controlada (o
abortada, si es que nos sentimos frustrados por la breve duración de este
pasaje); la tercera sección recoge la neurosis y la lleva hacia un corto
esquema sonoro que oscila entre lo heavy y lo post-punk, antes de desembocar en
un pasaje lírico guiado por el piano; la cuarta y última sección es la más
emparentada con las sonoridades cósmicas sombrías propias del sonido típico de
Pulsar, aunque con la novedad de que Roland Richard se despacha en el saxo y no
en su habitual flauta. ‘Epreuve No. 2’ tiene un típico sonido de los 80s, al
modo de un new wave (Ultravox con The Police) amable con ciertos ropajes
spacey, algo que ‘Sous le ciel où courait la tempête’ tiende a reiterar
parcialmente, aunque con un acento más claro en lo cósmico y algunas cadencias
jazz-rock; en medio de ambas piezas, ‘Mirage de neige’ se basa en relajados
arpegios de piano acompañados por etéreas cortinas de sintetizador.
‘Précautions oratoires’ establece un híbrido entre los temas 1 y 5, aunque
ciertamente con una soltura experimental más desarrollada dentro de un espíritu
cósmico: en otro disco, juntando estos tres temas se hubiese logrado una
composición de alto vuelo muy semejante a la tensión grisácea y zúrrela de “The
Strands of the Future” (la otra gran obra maestra de Pulsar). ‘La luge et la
limousine’ sí es space-rock puro con un ropaje moderno – una anticipación del
tipo de jams que habremos de esperara de Ozric Tentacles poco después. El tema
ocho recoge en sus tres secciones el aspecto más lírico del sonido trabajado en
este álbum, anticipando lo que Edhels y Eclat harán en sus pininos de fines de
los 80s ad portas del revival progresivo. ‘Futurs intérieurs’ ocupa los últimos
6 ¼ minutos del disco con un viaje cósmico lleno de gancho, como una cruza
entre el Alan Parsons del “Pyramid” y la magia colorida de Camel, con algo de
la ingenua vibración melódica del primer Edhels.
La edición de Musea trae un bonus espectacular: la mayor parte del trabajo
solista del teclista Jacques Roman, titulado “Melodie Boreale” y editado
originalmente en 1986 solamente en cassette. Son cuatro piezas en total, siendo
la última la que lleva el mismo título y que dura casi 17 minutos. Roman
practica una mezcla de new age y electrónica, al modo de un Vangelis (etapa
“Opera Sauvage”) mezclado con el Klaus Schulze y el Tangerine Dream de fines de
los 70s. Las piezas transitan calmadamente entre pasajes melódicos suaves y
cortinas abundantes a la par que etéreas: ‘Croisiere’ tiene una cadencia
céltica, provista en buena parte por el invitado Pierre Imbert al hurdy-gurdy,
mientras que ‘Perte de vue’ hace un uso minimalista de ambientes chinescos (un
poco a lo Jade Warrior). En fin, ‘Melodie Boreale’ es un viaje musical flotante
que pasa por envolventes y muy serenas capas de teclado hasta otros parajes más
misteriosos arropados por sonidos de la naturaleza. Uno puede muy bien escuchar
y comprender estas composiciones de Roman como anticipaciones tempranas de
buena parte del bloque sonoro que Pulsar habrá de elaborar en su disco de 2007
“Memory Ashes”, pero esto va más allá de los intereses de esta reseña.
“Bienvenue au Conseil d’Administration” es, a fin de cuentas, una manifestación
del interesante camino de modernización seguido por Pulsar al iniciarse la
década de los 80s, y con el bonus tenemos un recordatorio profundo del lado más
etéreo de la banda en clave de obra solista de Jacques Roman. Se trata de un
ítem muy pertinente en cualquier buena discoteca progresiva.
César Mendoza
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