Temas
- Ich mache einen Spiegel [Dream Part 4 - Dream Part 5 - Dream Part 49]
- Affenstunde
Integrantes
- Florian Fricke: sintetizador Moog
- Frank Fiedler: sintetizadores
- Holger Trülzsch: percusión
“Affenstunde” es el disco debut de Popol Vuh, ensamble musical dirigido por
Florian Fricke y que ya desde este punto de partida se atisbaba como un nombre
importante dentro de la tradición krautrock. En este caso específico, la
vertiente electrónica con predominancia de atmósferas y paisajes de
sintetizador es la clave. En fin, la cosa es que esta línea de trabajo no será
a la postre permanente, pues en pocos años Fricke irá dando prioridad a
sonoridades acústicas, pero lo que sí es una constante es la intención de
generar y moverse en medio de climas místicos, contemplativos, rodeados de una
misteriosa densidad afín a la imagen del secreto que aguarda a quienes se
aventuran a hacer profundos viajes espirituales. “Affenstunde” contiene un
esquema sonoro muy cercano a lo que uno o dos años después empezará a hacer
gente como Klaus Schulze o Tangerine Dream (“Zeit”). Es decir, algo muy
diferente de los fluidos y más cálidos climas que conformarán los repertorios
de discos como “Seligpreisung” o “Einsjäger & Siebenjäger”.
‘Ich mache einen Spiegel’ comienza con una serie de efectos y variantes
sintetizadas, tremendamente oníricas, asentadas sobre una base pulsacional
tenue pero decisiva. En los últimos dos minutos surge un motivo percusivo, pero
no para salir al frente sino para realzar ciertos matices emanados por la
secuencia sintetizada. Es en la segunda sección de ‘Ich mache einen Spiegel’
que las percusiones salen al frente, creando un esquema tribal al modo de un
ritual espiritual que se explaya en medio de los sonidos de tormenta contenida
expuestos por el sintetizador – también hay sonidos de sintetizador utilizados
como un elementos percusivo extra. La secuencia rítmica no es monótona, y ni
siquiera es firme: más bien se dan unas variantes interesantes en las
cadencias, con lo cual se genera una impresión de estar ante un momentum
especial donde el clímax no se cumple del todo. Y eso tiene sentido porque con
la tercera y última sección del primer tema arribamos a un pasaje minimalista:
el calor telúrico tan patente en la sección precedente deja paso ahora a un
paisaje sonoro sombrío, un tanto tétrico en sus oleajes cósmicos de
sintetizador. Se cuelan ciertos sonidos percusivos, operando como cómplices de
las texturas tenebrosas dominadas por los sintetizadores. El tema homónimo
ocupa la segunda mitad de esta obra con sus casi 19 minutos de duración. Al
poco de iniciarse la pieza ya tenemos una sólida confluencia de pulsaciones
percusivas y loops sintetizados que crean un puente entre el “Ummagumma” de
Pink Floyd y el primer disco de Tangerine Dream, aunque cabe recalcar que Popol
Vuh ya cuenta en esta etapa seminal con recursos para crea reutilización y
frescura a través de sus viajes sonoros experimentales. A medida que van
persistiendo estas cadencias aumenta la sensación de estar escuchando la
celebración de un aquelarre o algo así, una invocación a los patrones e
inspiradores de la magia negra. En el quinto minuto desaparece el tamborileo y
gradualmente se impone un ambiente minimalista que sirve como puente para otro
motivo más intenso. Dicho motivo contiene un hipnótico solo de sintetizador que
pasa como flotando sobre espartanas capas y loops ocasionales, guiando lo que
queda de la pieza hacia un sendero de asombro meditativo. Este solo de
sintetizador se extiende lo suficiente como para crear una escalada hacia
matices progresivamente tortuosos a la vez que mantiene su tenor cósmico. Para
los últimos minutos, el sintetizador baja un poco la cuota de densidad, lo cual
no le impide seguir elaborando un colorido aéreo consistente hasta el arribo
del fade-out.
Este disco y “In Den Gärten Pharaos” (del año 1971) son los únicos de tendencia
electrónica cósmica que Popol Vuh habrá de editar, y solo con las bandas
sonoras de algunas películas de Werner Herzog volverá Frocke a experimentar
concienzudamente con sintetizadores y mellotrones. De hecho, cabe señalar que
“In Den Gärten Pharaos” supera a este disco debut en calidad musical, pero para
nada hay que subestimar a “Affenstunde” – se trata de una obra estupenda, llena
de clase y espíritu visionario, un ítem de gran importancia para dejarse llevar
por la magia de Popol Vuh y comprender la relevancia artística de la vanguardia
germana de los 70s.
César Mendoza
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