Temas
- Time Mirror (17:09)
- Waltz Street (4:50)
- With Death Unreconciled (10:05)
- Sky Door (9:44)
Par Lindh: teclados, batería en 2
Colaboradores - William Kopecky (bajo), Al Lewis (voz, batería en 3), Svletan
Raket (batería en 1), Stefan Bergman (batería en 4), Bo-Inge Svensson
(trompeta), Anders Lagerqvist (violín)
Diez años después de su último disco de estudio y poco menos de tres años tras
el fallecimiento de la vocalista Magdalena Hagberg, Par Lindh Project vuelve al
ruedo progresivo contemporáneo para seguir plasmando y explorando su sinfonismo
retro fastuoso en base a la intensiva labor que el señor Par Lindh hace con su
arsenal de teclados: órganos, pianos de cola, sintetizadores análogos y un par
de digitales, clavicordio, mellotrón, todos ellos tienen sus espacios para
aportar notables coloridos a las composiciones que se articulan a través de
cada una de las piezas del repertorio de este nuevo disco titulado "Time
Mirror". Aparte de un nuevo vocalista (un varón de registro tenor alto),
también es de destacar la presencia del bajista William Kopecky en la concisa
lista de colaboradores de Par Lindh en esta fase de su proyecto: de hecho,
Kopecky hace sentir su presencia de tal modo que sobresale por encima de la
batería a la hora de armar las columnas vertebrales de los motivos melódicos y
ambientes que conforman cada tema - cuatro en total.
El disco comienza con una proyección de ambiciones sinfónicas muy habituales en
una inmensa mayoría de discos dedicados al género: una extensa suite, y en este
caso, la suite lleva el mismo título del álbum y dura poco más de 17 minutos.
Una fanfarria sintetizada - un tanto emparejada con la que realiza Emerson en
el "In Concert" de ELP - abre el camino para un desarrollo melódico ágil y
cálido que torna hacia ambientes wakemanianos. El registro tenor del vocalista
Al Lewis se sitúa a medio camino entre Jon Anderson y Terry Luttrell (de
Starcastle): así pues, el espíritu afín al legado yessiano se acrecienta,
aunque PLP se cuida muy bien de mantener una sonoridad adecuada al sinfonismo
retro de nuestros tiempos, por lo que tampoco está de más notar una afinidad
con los mejores discos de Glass Hammer. Antes de llegar a la barrera del sexto
minuto, volvemos a una parafernalia instrumental que incluye viajes de órgano
Hammond y sintetizador (los cuales tienen más de la pomposidad contenida de un
JŸrgen Fritz que de la abiertamente florida de un Keith Emerson), así como un
simpático solo de piano al estilo cabaretero. No faltan tampoco los aires
barrocos a cargo sucesivamente del órgano de fuelles y el clavicordio
eléctrico, ni tampoco algunos momentos marcados por una agilidad melódica
efectiva al estilo de Trace. Después de 7 minutos de variados repasos de
modalidades articuladas para el lucimiento de Lindh, volvemos a una sección
cantada donde la patente solemnidad del vocalista se condice perfectamente con
el consistente boato que ha venido marcando el esquema instrumental. Tras el
reprise de un anterior motivo centrado en el órgano Hammond, se arma la sección
cantada (otro reprise, a su vez) destinada a signar el cierre de la suite, la
cual ampliamente evidencia alusiones al estándar de las cantatas religiosas de
Haendel. 'Waltz Street' se focaliza en un híbrido de frivolidad
triumvirat-beatlesca (para las vivaces partes cantadas) y la solemnidad del
Trace del primer álbum (para el interludio dirigido por el órgano Hammond,
demasiado breve en mi humilde opinión): el carácter de sátira social es
evidente en esta amena canción que tampoco hubiera estado fuera de lugar en
algunas de las secciones humorísticas que también hallamos en algunos discos
del maestro Wakeman. Los siguientes 10 minutos del álbum están ocupados por
'With Death Unreconciled', pieza cuya orientación orquestal se impone desde los
golpes de tímpano iniciales y el diálogo manierista entre el piano y el violín,
para que luego el ensamble reunido, bajo la incansable e omnipotente de Lindh,
desarrolle un efectivo ejercicio de rock barroco que nos suena a un campo
intermedio entre Trace y el Wakeman de álbumes como "Sir John" y "Out There".
La imponente aureola lírica en curso y la importante presencia de momentos
irrefrenablemente ceremoniosos generan tremendos niveles de parentesco con
'Time Mirror', no como un hermano mellizo, pero sí como un hermano menor que se
le parece mucho. La serie de solos y motivos que tiene lugar a partir de pasada
la barrera de los 7'30" es un deleite para el perpetuo amante del sinfonismo
wakemaniano-fritziano-vanderlindeniano-emersoniano. El último tema del disco es
el instrumental 'Sky Door', el cual ofrece por única vez una prioridad para el
desarrollo de momentos musicales motivadores de relax mental y serenidad
espiritual. La pieza comienza sobre la base de un contenido compás rock-funky,
afín a varios pasajes del clásico wakemaniano "Journey To The Center Of The
Earth", lo cual permite a Lindh explayarse en solos de sintetizador marcados
por el realce de atmósferas evocativas y un realce del lirismo. El swing del
bajista William Kopecky (tan virtuoso como inteligente) resulta fundamental
para el armado integral de este viaje musical, pues su instrumento sujeto a
recursos de distorsión se permite destacar como un efectivo lugarteniente para
los teclados del "dueño del circo"; de hecho, hay un interludio donde la
batería se detiene y Kopecky elabora un bien armado solo sobre las capas
cósmicas del teclado, logrando así reformular el aura relajada que Lindh había
iniciado. Al volver la batería a su función original, Lindh retoma su posición
de líder y hace que sus solos y bases armónicas se destaquen más que en el
primer momento, llegando así hasta el final con un plena exhibición de soltura.
Atrás quedó la prestancia majestuosamente inquieta de "Gothic Impressions" así
como la gracilidad intensamente magnificente de "Mundus Incompertus", por lo
que "Time Mirror" no sale ganando en las comparaciones con los primeros
registros de Par Lindh Project, los habitualmente más celebrados - con todo, no
hay nada que desmerecer a "Time Mirror", que es un catálogo de ideas excitantes
y llamativas dentro del inmortal parámetro del rock sinfónico centrado en los
teclados. Par Lindh Project ha vuelto al ruedo progresivo de nuestros días con
todas las ganas del mundo.
César Mendoza
[Un muy especial agradecimiento a mi hermano progresivo Joal Paiva, a quien
dedico esta reseña]
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