Temas
- Marionette's Lament
- Mixer
- Platonic Syndrome
- Antipodean 12:09
- The Scene of Pale Blue 20:30
- Pteridophyte 8:28
Integrantes:
- Shusei Tsukamoto: teclados
- Takashi Kawaguchi: violines
- Takashi Aramaki: guitarras
- Tadashi Ishikawa; bajos
- Nobuyuki Sakurai: batería
- Tomoki Ueno: voz, teclados
Colaboradores – Hideki Kadoya, Fumiaki Ikoma y Seiichi Furukawa (coros)
Prosiguiendo con mis investigaciones en la movida progresiva japonesa, me he
topado recientemente con el tercer disco de estudio del sorprendente
ensamble Outer Limits, un grupo encuadrado en los parámetros neo pero con un
estilo muy personal que los lleva a incorporar ambientes tétricos,
perturbadores de manera estilizada, lo cual los aparta notablemente de los
patente peligros de lo edulcorado en los cuales muchas veces cayeron varios
pioneros británicos. De lo tres primeros trabajos de Outer Limits, éste es
mi favorito personal. Los ornamentos de teclado tienen mucho de película de
horror “B”, y tanto las intervenciones vocales del peculiar Tomoki Ueno
(todo un Geoff Mann versión nipona) como las del violín ayudan al sonido
grupal a robustecer las tendencias góticas de sus composiciones y arreglos.
La presencia de la guitarra se realza más – sin romper con el protagonismo
de los teclados y violines – y con ello, el grupo saca mejor provecho de su
potencialidad rockera.
El repertorio original del disco consiste en los temas 2-5; la edición de
Musea incluye, como tema de apertura, a ‘Marionette’s Lament’, extraido de
un EP grabado por el grupo un año después de este LP en cuestión, mientras
que ‘Pteridophyte’ proviene de un viejo compilado de progresivo japonés.
Precisamente el tema ‘Marionette’s Lament’ sirve como un entrador adecuado
para el disco, pues ofrece una efectiva y extravagante exhibición de
ambientes misteriosos sobre un formato más afín al primer Marillion y al
Twelfth Night clásico. ‘Mixer’ ofrece una ambientación más amable, cercana
en verdad al sonido estándar del pop europeo ochentero, pero sin un nivel
excesivo de complacencia: los adornos de sintetizador y violín proporcionan
ciertas cadencias que evocan a los tópicos habituales del folklore japonés.
‘Platonic Syndrome’ es un instrumental poderoso, rebosante de elegancia y
portador de una sentido medido de la complejidad efectista propia de los
estándares del progresivo sinfónico: su carácter sombrío lo enlaza con el
tema de entrada. Mención especial para el envolvente solo de violín que se
desarrolla en el interludio, sobre una secuencia sobria de acordes de piano.
‘Antipodean’ sigue también por el sendero marcado por el tema de entrada,
como si fuera una continuación de un concepto semejante. En el minuto sexto
se introduce un hermoso solo de guitarra clásica, utilizado no para efectos
bucólicos sino para añadir una variación dentro del ambiente general
cinematográfico de la pieza, una vuelta de tuerca que introduce un giro
romántico y evocativo, que luego conduce a un clímax de carácter épico
orquestal.
El tema homónimo es una suite que dura 20 ½ minutos. Comenzando con un
preludio de órgano de iglesia, luego el ensamble entra de lleno para una
sección progresiva bombástica y espartana, como siempre, afín al espíritu
general de las películas de horror. La sucesión de motivos centrados en
riffs de guitarra, una sección coral tipo gregoriano y un motivo de piano,
inicialmente sazonado con efectos de guitarra y luego ampliado hasta
conformar una sección romántica centrada en el violín, todo ello da la
sensación de estar ante un despliegue de diversas escenas engarzadas en
torno a una narrativa. La expansión cuidadosamente articulada del motivo
romántico previamente mencionado da lugar a un motivo más patentemente
jovial, portador de un lirismo que me recuerda un poco a la faceta más
cándida de Yes. En fin, ‘Pteridophyte’ cierra el CD con un efectivo
despliegue de colorido: el violín recurre a dosis de clasicismo mayores a
las de cualquier otra pieza anterior, la guitarra ofrece algunos punteos
bizarros casi frippianos y los teclados establecen ornamentos atractivos,
que van desde orquestaciones disonantes hasta armonizaciones efectistas,
incluyendo, cómo no, las ambientaciones góticas tan recurrentes en este
disco. Un buen cierre para un testimonio muy especial de la creatividad
japonesa dentro del sinfonismo moderno de los 80s – “The Scene of Pale Blue”
de Outer Limits es un ítem bastante valioso, especialmente por su peculiar
policromía.
César Mendoza
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