Temas
- Burning Bush (7:19)
- Let My People Go (6:06)
- The Plagues (6:21)
- The Parting (7:37)
- Down From the Mountain (7:24)
- 40 Years (7:13)
- The Last Climb (2:50)
- Canaan (5:14)
- Zipporah’s Farewell (2:50)
- The Price of Freedom (6:29)
Integrantes
- Guy LeBlanc: teclados, voz, flautas dulces
- Guy Dagenais: bajo, guitarra acústica, voz
- Alain Bergeron: batería, percusión, voz
- David Campbell: guitarras, teclados adicionales, voz
Colaboradores – Tristan Vaillancourt (guitarras), David Peterson (violín)
Poco antes de concluir el año 2008, Nathan Mahl nos ofrece un nuevo disco que,
a semejanza del ambicioso proyecto tripartito “Heretik”, tiene una base
conceptual en su narrativa – “Exodus”, en efecto, se focaliza en el drama del
éxodo del Pueblo Elegido en aras de liberarse de sus opresores y afianzar un
territorio propio. !Qué lejanos quedan los días de “Parallel Eccentricities” y
“The Clever Use of Shadows”! LeBlanc ha decidido reestablecer el sonido de
Nathan Mahl dentro de unas firmes coordenadas de fuerza y pomposidad. La
fastuosidad estilizada desarrollada en el proyecto “Heretik” ha dado alas a
LeBlanc para darle una nueva orientación al núcleo progresivo sobre el que se
ha venido focalizando NM desde la segunda mitad de los 90s.
‘Burning Bush’ abre el disco con un inicial aire ceremonioso que bien pronto
abre espacio a una ambientación más pomposa, al estilo de un sinfónico clásico
con un tufillo hard: respecto a este último detalle, ayuda el hecho de que la
guitarra, muy a lo Jeff Beck, ocupe un protagonismo esencial (solamente
interrumpido por un breve solo de sintetizador que emula el vibrado de la
guitarra). En el último minuto, las cosas se equilibran más para sonar a algo
así como un Camel de la etapa “Mirage” reinterpretado por ELP. !Qué excitante
que es esta pieza de entrada! El álbum sigue con ‘Let My People Go’ ofrece un
sinfonismo reavivado a punta de polenta roquera, alo que podríamos describir
como un Flower Kings mezclado con algo de Tangent y con coqueteos moderadamente
abiertos con el prog metal al estilo de Shadow Gallery. ‘The Plagues’ tiene un
esquema de blues-rock desplegado en un jam potente y con gancho: podemos ver
aquí ciertos guiños al estándar del jazz-rock “progresivizado” que tan bien
cultivó Colosseum II. Los solos extra aportados por el violinista invitado
añaden un colorido especial al cuadro musical general. ‘The Parting’ se aparta
en su prólogo de esta predominante actitud de explícita incandescencia para
orientarse hacia terrenos más reposados, definitivamente bucólicos, en clave
nostálgica muy bien reflejada en las líneas tenues dibujadas por las flautas
dulces de LeBlanc; eso sí, al emerger la parte eléctrica, nos hallamos con una
sección cantada enmarcada en una dimensión de power prog metal, dimensión que
hasta ahora hubiésemos sostenido como algo ubicado en las antípodas de NM. La
sección instrumental conduce a un desarrollo un poco más versátil, incluyendo
guiños a ambientaciones más tiradas hacia lo gótico, para finalmente desembocar
en una amable coda sinfónica. ‘Down From the Mountain’ permanece firme en
territorio limítrofe de Planet X y CAB – las recitaciones que parecen no
tomarse totalmente en serio su intención de sonar tétricas añaden un humor
bizarro al asunto. ‘40 Years’ es un tema dedicado al músico británico Andy
Latimer, gran amigo de LeBlanc, aunque su letra más tiene que ver con el
concepto global del álbum. Esta pieza tiene una cadencia etérea con base de
aires moderadamente exóticos: la entrada de la parte eléctrica traslada a la
pieza hacia un ambiente evocativo en clave de rock melódico. ‘The Last Climb’
es un breve interludio acústico que culmina en un soliloquio ceremonioso, el
mismo que a su vez abre el puente para ‘Canaan’, tema muy centrado en la
tradición sinfónica a lo Yes y ELP. ‘Zipporah’s Farewell’ es otro interludio de
atmósfera etérea, esta vez con base de piano eléctrico y ornamentado con ecos
de notas sueltas de guitarra y tarareos: el ambiente es como un ensueño cargado
de misterio. De este modo se prepara el terreno para la última pieza, ‘The
Price of Freedom’, la cual retiene y refuerza la vibración sinfónica de
‘Cannan’. Una vez más, las intervenciones contadas del violinista invitado
sirven para añadir colorido extra a los desarrollos instrumentales en medio de
los solos de guitarra y sintetizador.
“Exodus” es, a fin de cuentas, una obra fonográfica de gran calibre, pletórico
de recursos melódicos y energía roquera en medio de la sofisticación deseada en
una obra de rock progresivo: como tal, es una muestra de la vitalidad perenne
de una banda como Nathan Mahl que ya tiene más de un cuarto de siglo de
veteranía en el negocio musical. A muchos nos costará un poco reconocer a este
disco como parte del legado de Nathan Mahl, pero sin duda éste es un saludable
síntoma de las ganas que tienen LeBlanc y sus compinches actuales por
reactualizar la idea de lo que significa formar parte de la escena musical
prog. En todo caso, que este ejercicio de renovación sirva como ingenioso
homenaje a la memoria de la recientemente fallecida Dawn LeBlanc, esposa de Guy
e infatigable colaboradora del grupo en sus continuos periplos por los
escenarios de todo el mundo.
César Mendoza
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