Temas
- La Mauvaise Reputation
- Brume
- Complainte Pour Une Narcisse
- Le Jardin des Illusions
- Accroche-toi Et Suis Moi
- Au Pays des Grimaces
- Manges et Chevaux de Bois
Integrantes
- Christian Gallas: guitarras, sintetizador
- Francis Poulet: batería, percusión, coros
- Jean-Luc Martin: bajo
- Jean-Paul Pierson: órgano, sintetizadores, piano, mellotron
- Dominique Le Guennec: voz, flauta, percusión
Para “Grimaces”, su segundo disco, Mona Lisa dejó de lado el predominio de los
ambientes sombríos y lúgubres que habían inundado el repertorio de su disco
debut para enfocarse en la generación de sonoridades más variopintas en un
clima más jovial, incluso circense. Un ejemplo de ellos consiste en el
departamento de teclados, que antes era dominado por un órgano que se turnaba
entre sonidos góticos y otros que parecían de película de terror “B”, y ahora
hace buen uso de la gama que aportan los sintetizadores y el mellotron junto al
órgano Hammond y piano de cola de rigor. El título del disco se traduce al
español como “Muecas”, y esto se condice mucho con los aires de carnaval que se
explayan tanto en las piezas movidas como en las que no lo son tanto. El grupo
sigue exhibiendo la influencia de sus coetáneos de Ange (un recurso descriptivo
que algunos han usado como una suerte de “estigma”, pero no tiene que ser
necesariamente así), y también las influencias del Genesis 73-74. La voz
cantante de la instrumentación la lleva el teclista Pierson, quien recibe la
influencia de Tony Banks. Por su parte, Le Guennec hace notar a plenitud el
estilo vocal que resultará definitivo dentro del prog teatralizado francés,
apostando por un reforzamiento y ahondamiento en la escuela de Decamps.
El disco comienza con el reciclamiento particularmente intenso que el grupo
hace de uno de los temas más celebrados de Georges Brassens, ‘La Mauvaise
Reputation’. El frenesí de la batería y la energía destilada por los teclados
asientan muy bien el desarrollo instrumental que opera al servicio de Le
Guennec. Tras este inicial jolgorio frontal, el grupo se orienta hacia
ambientes más solemnes con ‘Brume’, pieza que destila una rara impresión de
melancolía a través de los bien armados arpegios de guitarra y los adornos de
teclado. ‘Complainte Pour Une Narcisse’ contiene recursos más complejos,
típicamente progresivos dentro de sus bien aprovechados 4 ½ minutos. A partir
de entonces, con los cuatro temas restantes, el álbum llega a un continuo
momentum de expresividad musical. Frente a nuestros oídos nos hallamos a una
Mona Lisa que conquista su gesto artístico definitivo, y es por eso que a mí
personalmente me parece el mejor grupo de esta vertiente francesa (Ange, Atoll,
Arachnoid, etc.). ‘Le Jardin des Illusions’ y ‘Accroche-toi Et Suis Moi’
concentran en sendas amalgamas bien armadas series de motivos llamativos donde
la voz de Le Guennec se luce en sus cantos, notablemente guiados por los
pasajes donde opta por hacer soliloquios, ora farsescos, ora airados. ‘Au Pays
des Grimaces’ asume una actitud más sombría en los pasajes más lentos, al modo
del Genesis clásico o el primer King Crimson, con lo cual el grupo opta por
pasar a una dimensión sonora un poco más etérea, realmente hermanada con el
Ange de “La Cimitière des Arlequins” – la presencia del mellotron en un lugar
destacado y el sonido casi espacial de los fraseos de guitarra ayudan
crucialmente en esto. Pero a fin de cuentas, la intensidad y la diversidad son
las mismas, y el grupo no escatima en climas genuinamente cañeros en los
pasajes más enérgicos. En fin, el disco cierra con otra manifestación de
jolgorio rockero empapado de circo, teatro y vibraciones juguetonas: ‘Manges et
Chevaux de Bois’ es una celebración progresiva contagiosa que cierra
oportunamente el disco, como dejando al oyente con ganas de un poco más.
Para los escépticos de Mona Lisa, este disco será un perfecto ejemplo (así como
los dos siguientes) de los alcances y límites de sus aportes a la escena
progresiva teatral de su país, pero para quienes los tenemos en alta valía
“Grimaces” supone la validación de su madurez estilística, la misma que se
acabará de reforzar con su brillante “Le Petit Violon de Mr. Grégoire”.
“Grimaces” tiene, en comparación, el hándicap de que aún no se saca de encima
una dosis innecesariamente extra de crudeza en la instrumentación, pero con los
dos discos posteriores, lograrán plasmar su máximo de fineza en sendas joyas
definitivas del progresivo francés. Pero eso ya es asunto de otras reseñas. Por
ahora, finiquitemos ésta dándole una alta nota aprobatoria a “Grimaces”.
César Mendoza
|