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 MONA LISA: “Grimaces” (1975)

Temas

  1. La Mauvaise Reputation
  2. Brume
  3. Complainte Pour Une Narcisse
  4. Le Jardin des Illusions
  5. Accroche-toi Et Suis Moi
  6. Au Pays des Grimaces
  7. Manges et Chevaux de Bois

Integrantes

  • Christian Gallas: guitarras, sintetizador
  • Francis Poulet: batería, percusión, coros
  • Jean-Luc Martin: bajo
  • Jean-Paul Pierson: órgano, sintetizadores, piano, mellotron
  • Dominique Le Guennec: voz, flauta, percusión

Para “Grimaces”, su segundo disco, Mona Lisa dejó de lado el predominio de los ambientes sombríos y lúgubres que habían inundado el repertorio de su disco debut para enfocarse en la generación de sonoridades más variopintas en un clima más jovial, incluso circense. Un ejemplo de ellos consiste en el departamento de teclados, que antes era dominado por un órgano que se turnaba entre sonidos góticos y otros que parecían de película de terror “B”, y ahora hace buen uso de la gama que aportan los sintetizadores y el mellotron junto al

órgano Hammond y piano de cola de rigor. El título del disco se traduce al español como “Muecas”, y esto se condice mucho con los aires de carnaval que se

explayan tanto en las piezas movidas como en las que no lo son tanto. El grupo sigue exhibiendo la influencia de sus coetáneos de Ange (un recurso descriptivo

que algunos han usado como una suerte de “estigma”, pero no tiene que ser necesariamente así), y también las influencias del Genesis 73-74. La voz cantante de la instrumentación la lleva el teclista Pierson, quien recibe la influencia de Tony Banks. Por su parte, Le Guennec hace notar a plenitud el estilo vocal que resultará definitivo dentro del prog teatralizado francés, apostando por un reforzamiento y ahondamiento en la escuela de Decamps.

El disco comienza con el reciclamiento particularmente intenso que el grupo hace de uno de los temas más celebrados de Georges Brassens, ‘La Mauvaise Reputation’. El frenesí de la batería y la energía destilada por los teclados asientan muy bien el desarrollo instrumental que opera al servicio de Le Guennec. Tras este inicial jolgorio frontal, el grupo se orienta hacia ambientes más solemnes con ‘Brume’, pieza que destila una rara impresión de melancolía a través de los bien armados arpegios de guitarra y los adornos de teclado. ‘Complainte Pour Une Narcisse’ contiene recursos más complejos, típicamente progresivos dentro de sus bien aprovechados 4 ½ minutos. A partir de entonces, con los cuatro temas restantes, el álbum llega a un continuo momentum de expresividad musical. Frente a nuestros oídos nos hallamos a una Mona Lisa que conquista su gesto artístico definitivo, y es por eso que a mí personalmente me parece el mejor grupo de esta vertiente francesa (Ange, Atoll,

Arachnoid, etc.). ‘Le Jardin des Illusions’ y ‘Accroche-toi Et Suis Moi’ concentran en sendas amalgamas bien armadas series de motivos llamativos donde la voz de Le Guennec se luce en sus cantos, notablemente guiados por los pasajes donde opta por hacer soliloquios, ora farsescos, ora airados. ‘Au Pays des Grimaces’ asume una actitud más sombría en los pasajes más lentos, al modo del Genesis clásico o el primer King Crimson, con lo cual el grupo opta por pasar a una dimensión sonora un poco más etérea, realmente hermanada con el Ange de “La Cimitière des Arlequins” – la presencia del mellotron en un lugar destacado y el sonido casi espacial de los fraseos de guitarra ayudan crucialmente en esto. Pero a fin de cuentas, la intensidad y la diversidad son las mismas, y el grupo no escatima en climas genuinamente cañeros en los pasajes más enérgicos. En fin, el disco cierra con otra manifestación de jolgorio rockero empapado de circo, teatro y vibraciones juguetonas: ‘Manges et

Chevaux de Bois’ es una celebración progresiva contagiosa que cierra oportunamente el disco, como dejando al oyente con ganas de un poco más.

Para los escépticos de Mona Lisa, este disco será un perfecto ejemplo (así como

los dos siguientes) de los alcances y límites de sus aportes a la escena progresiva teatral de su país, pero para quienes los tenemos en alta valía “Grimaces” supone la validación de su madurez estilística, la misma que se acabará de reforzar con su brillante “Le Petit Violon de Mr. Grégoire”. “Grimaces” tiene, en comparación, el hándicap de que aún no se saca de encima una dosis innecesariamente extra de crudeza en la instrumentación, pero con los

dos discos posteriores, lograrán plasmar su máximo de fineza en sendas joyas definitivas del progresivo francés. Pero eso ya es asunto de otras reseñas. Por

ahora, finiquitemos ésta dándole una alta nota aprobatoria a “Grimaces”.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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