Temas
- Introducción al Universo Conocido (1:02)
- Involución (7:35)
- Nómades (8:38)
- Tantic (7:34)
- Milodón (6:10)
- Aire Chileno (8:58)
- El Flecha (5:12)
- V/S (7:16)
Integrantes
- Cristian Larrondo: bajos, coros
- Ignacio Larrondo: percusión
- Rodrigo Moris: guitarras, coros
- Víctor Muñoz: batería
- Julio Tobar: voz, flauta, saxo tenor
Mar de Robles es ciertamente una de las bandas más notables surgidas dentro de
la escena progresiva chilena actual. En estos tiempos, la banda está celebrando
su décimo aniversario de formación, y parece un buen momento para revisar el
legado de su disco debut “MdR”, lanzado al mercado en 2003. Su estilo se funda
en un rico y pulcro contraste entre la agresividad rockera crimsonianamente
demencial por un lado, y las finas y sensuales texturas del jazz-fusión y el
folklore acústico (herencias de Ergo Sum y Congreso), por el otro: ello se
refleja en un contraste que es manejado con impecable solvencia y genuina
sensibilidad por los cinco miembros del ensamble instrumental. Los niveles de
destreza y naturalidad con que pasan de los registros potentes a otros más
serenos son sencillamente increíbles, amén de sumamente efectivos a la hora de
realzar la fuerza expresiva de los temas. El hecho de que se trata de un ‘disco
conceptual’ ayuda a transmitir al oyente esa fuerza emotiva de manera
coherente. El concepto en cuestión es la historia de Tantic, un ser que busca
trascender a las limitaciones de su entorno urbano hasta llegar “al
descubrimiento de la fortaleza de nuestras tradiciones y lo grandioso de
nuestra Naturaleza”. Este esfuerzo por trascender encuentra en el repertorio un
correlato perfecto, debido a que la confluencia de lo agresivo y lo sutil es la
marca musical de Mar de Robles. Remarco lo de confluencia, pues anteriormente
mencioné lo del contraste, lo cual no se ajusta exactamente a la pauta
mayoritaria de “MdR”. En realidad, la confluencia es lo que más se da en el
repertorio de este disco, especialmente en los numerosos pasajes donde se da
cabida una comunión literalmente tribal entre los cinco músicos: secuencias
rítmicas marcadas al alimón por el baterista y el percusionista, para así
alcanzar climas sonoros exaltados, pletóricos de contacto telúrico y pura
potencia rockera. La fusión entre la furia urbana del rock y las ricas
cadencias de sabor étnico es la esencia del estilo de Mar de Robles. La
guitarra eléctrica muestra en sus riffs, rasgueos y solos una vibración
crimsoniana inocultable, mientras que la acústica es aprovechada para manejar
climas más intimistas. Ciertamente, el guitarrista cuenta con el bajista como
cómplice perfecto, pues éste no se limita a completar la tríada rítmica, sino
que además usa florituras y ocasionales fraseos para enfatizar exitosamente el
lado eléctrico de la banda. Por su parte, el vientista se adueña del
protagonismo en cada una de sus intervenciones gracias a su hábil versatilidad,
sabiendo manejarse con igual soltura en los pasajes rockeros, étnicos y
jazzeros.
La pieza introductoria del disco consiste en samplers de secuencias
informativas sobre los acontecimientos bélicos que tuvieron lugar en el Asia
Central en tiempos recientes. Esto da pie a la explosión inicial de
‘Involución’, que a golpe de potencia engancha al oyente de inmediato. Pero es
recién a partir de ‘Nómades’ donde el estilo variopinto de Mar de Robles se
muestra desnuda y claramente: los pasajes acústicos portan un cierto predominio
de lo etéreo, mientras que las secciones más potentes se abordan con una
administración bien focalizada de la polenta. ‘Tantic’ sigue a continuación,
reflejando la faceta más frontalmente frenética de la banda con una parcial
reiteración de su faceta más envolvente: el grupo logra plasmar una excitante
confluencia de progresivo psicodélico heavy y fusión, con una flauta que se
siente increíblemente cómoda enarbolando sus bucólicas florituras entre los
constantes retazos y solos de guitarra, mientras que los demás instrumentos
asientan fehacientemente los complejos desarrollos rítmicos. ‘Milodón’ y ‘Aire
Chileno’ siguen por la línea común del repertorio, aunque se nota un incremento
del factor jazz – especialmente, en el segundo de los temas mencionados. ‘Aire
Chileno’ tiene como letra una cantata humanista que primero se emite durante la
sección eléctrica inicial, para más tarde reiterarse en la coda, conmovedora en
su alegría lúdica. Los dos instrumentales ‘El Flecha’ y ‘V/S’ completan el
esquema sonoro del disco: ‘El Flecha’ tiene un flujo psicodélico llamativo y
juguetón, emparentado con Ergo Sum y tal vez también con Akinetón Retard; ‘V/S’
nos devuelve a la faceta más explícitamente electrizante de la banda, semejante
en muchos sentidos a ‘Tantic’, con juegos de variantes semejantes a los de
‘Nómades’. El nivel del CD es bastante parejo, pero puestos a elegir favoritos
personales, me quedo con ‘Nómades’, ‘Tantic’, ‘Milodón’ y ‘Aire Chileno’.
“MdR” es, en conclusión, una muestra estupenda de rock progresivo ingenioso,
rico en colorido, y rebosante de fuerza: no es de extrañar que un grupo
pletórico de creatividad y punche como Mar de Robles fuera capaz unos años más
tarde de crear una obra tan magistral como “Indígena”, pero ése es asunto de
otra reseña. Aquí nos conformaremos con señalar a “MdR” como
Cesar Mendoza
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