Temas
- Amigos (Parte 1) (4:06)
- Amigos (Parte 2) (4:58)
- Luana (3:44)
- Intrusos (4:10)
- Eterno Sábado (2:27)
- Pesebre (5:48)
- Anomir (5:47)
Suite
- Besos (4:29)
- Abrazos (4:07)
- Mordiscones (3:38)
11. Candombe Para Los Pájaros (4:16)
12. Media Luna (4:43)
Integrantes
- Exequiel Mantega: piano
- Gustavo Hunt: clarinete
- Patricio Villarejo: cello
- Leonardo Álvarez: batería y percusión
Colaboradores - Ramiro Gallo (violín primero en 1, 2, 6), Sergio Fresco (violín
2do en 1, 2, 6), Paulina Fain (flauta en 1, 2, 6, 8, 9, 10), María Eugenia
Caruncho (oboe en 1, 2, 6), Martín Pantyrer (clarón en 1, 2, 6), Guido Martínez
(bajo en 1, 2, 4, 6), Pedro Rossi (guitarra en 1, 2, 6)
La Máquina Cinemática es la fantástica criatura musical fundada por el pianista
argentino Exequiel Mantega: un ensamble de cámara contemporánea dispuesta para
crear ideas musicales apropiadas como fondos para películas, generada sobre las
bases confluyentes del tango-fusión, la vanguardia jazzera de los 60s y la
tradición del cool jazz, con toques notables de chamber-rock que sirven no para
aportar oscuridad sino para aportar ciertos momentos de tensión que alimentan
el brillante lirismo reinante en el repertorio de la banda. "Música Para
Pantallas Vacías" es el título del disco editado en 2010 que muestra de modo
directo la apuesta estética de parte de La Máquina Cinemática en aras de tender
puentes entre la academia, el jazz y el rock artístico. Repasemos ahora el
repertorio del susodicho disco con detalle.
La serie dual del concepto de "Amigos" muestra de frente el aire de distinguida
sofisticación y el aura de delicada musicalidad que operan como "leyes
fundantes" del paradigma sonoro de La Máquina Cinemática: el cuerpo central de
la Parte 1 se centra en un esquema rítmico que combina 5/4 y 6/4, forjando un
ambiente flotante portador de una fastuosidad sensiblemente calculada, el que
finalmente aterriza en un candoroso ejercicio de calma envolvente; la Parte 2
se mueve en un terreno más introspectivo, donde lo romántico y lo nostálgico se
conjugan en una única motivación solemne que se enfila en su último minuto en
un suave encuadre de jazz de salón. "Luana" prosigue por una senda intimista e
introspectiva similar a la de la pieza anterior, pero el carácter saltarín de
algunos pasajes sirve para aportar algunos recursos de expresividad
extrovertida en medio de la calma prominente. Otra cosa sucede con "Intrusos",
toda una oda a la alegría de vivir cuyo convincente dinamismo en los fraseos de
las maderas y las cuerdas encaja de lo más bien con las escalas del piano, todo
ello dentro de un encuadre rítmico marcado por un vibrante magnetismo. Para
"Eterno Sábado", los aires extrovertidos se tornan extravagantes a partir de un
masivo juego de disonancias enmarcados sobre un compás ágil, eso sí, nada
alarmantes porque el ensamble preserva solventemente su arquitectura sónica
cristalina. "Pesebre" nos traslada de nuevo hacia atmósferas introspectivas,
realzando lo romántico para generar imágenes embriagadoramente emotivas en el
oyente. Cuando la batería entra en acción, el romanticismo básico permanece
pero la cualidad embriagadora es reemplazada por una cadencia coqueta que
aporta un interesante matiz lúdico al asunto. "Anomir" encarna brillantemente
la faceta fusionesca de este ensamble: es realmente un cénit imponente dentro
del esquema global del álbum: el interludio se centra en la interacción entre
piano, cello y clarinete, diseñada para plasmar un aire de serenidad antes de
que el regreso del ensamble completo genere la secuencia de un clímax decisivo
y una coda suavemente evocativa.
Los temas 8-10 conforman una suite tripartita cuyos títulos autónomos sucesivos
de "Besos", "Abrazos" y "Mordiscones" parecen explicarse por sí mismos. ?Y cómo
se desarrolla lo musical en esta trilogía? Veamos. "Besos" alterna matices
sobrios y pasajes juguetones, mientras que "Abrazos" se instala en un viaje de
creciente solemnidad marcado a contrapelo del decreciente ritmo de los oleajes
del piano bajo los cuales flotan el cello y las maderas; finalmente,
"Mordiscones" irrumpe para explayarse solventemente en entusiastas colores y
cadencias abiertamente inspiradas en el tango-fusión, con oportunos ingresos de
elementos disonantes dentro del desarrollo melódico guiado por el clarinete.
Los últimos 9 minutos del disco están ocupados sucesivamente por "Candombe Para
Los Pájaros" y "Media Luna". El primero de estos temas exuda coquetos colores
fusionescos manejados con colosal finura, mientras que el segundo recapitula
varias de las atmósferas que tuvieron presencia en momentos selectos del
repertorio previo, incluso ahondando en el tenor romántico, cuya guía está a
cargo del piano, mientras que la batería y el cello refuerzan la base jazzera
de antigua usanza. Así concluye la experiencia de La Máquina Cinemática, una
experiencia más que recomendable para quienes gustan simple y llanamente de la
música bella y de calidad excelsa.
César Mendoza
[Un agradecimiento a Germán Aurelio Rojas Acosta por sus sugerencias sobre la
apreciación de este hermoso disco]
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