Temas
- Le Rafiot (21:22)
- Une Année sans Fin (6:39)
- Jean-Jacques (4:13)
- Galerie III (7:50)
Integrantes
- Alain Bergeron: flauta, saxo, teclados
- Jérome Langlois: teclados, guitarra, clarinete
- Vincent Langlois: teclados, percusión
- Denis Lapierre: guitarras
- Yves Léonard: bajos eléctrico y acústico
- Gilles Schetagne: batería, percusión
Maneige es una de las bandas más notables de la movida progresiva
franco-canadiense, todo un orgullo de la vanguardia quebequense. Aunque siempre
se trató de un ensamble preocupado por explorar la dimensión jazzera y
fusionesca de las coordenadas generales del género progresivo, la verdad es que
en sus primeros discos lo jazzero era más un factor importante que el factor
nuclear: éste estaba orientado hacia la dinámica del chamber-rock y el RIO,
elaborando orquestaciones y florituras complejas empapadas de ambientaciones
ágiles y pintorescas. No hablamos de una línea satíricamente burlona como la de
Samla Mammas Manna ni tampoco, por supuesto, de las áridas excursiones sombrías
a las que eran tan afectas bandas francófonas cruciales como Univers Zero o el
primer Art Zoyd. Estoy hablando más bien de una proyección extrovertida y
muchas veces lírica de la vertiente más experimental del progresivo: Maneige
supo reciclar estas inquietudes especiales sin renunciar en el camino a
paisajes sonoros de inspiración bucólica y cálida. Este primer disco homónimo
es una delicia, sin más tapujos hay que decirlo.
‘Le Rafiot’ ocupa toda la primera mitad del disco. El tema comienza con una
exhibición de sonoridades etéreas plasmadas a través de efectos de
sintetizador, maderas y percusiones muy a lo musique concrete. Esta tensión
sónica se prolonga por 4 minutos antes de que arribe la primera sección
debidamente melódica, protagonizada por la flauta y el piano en un clima de
corte jazz-fusión (de ciertos coqueteos latinos que rayan un poco con lo
tanguero), aunque ciertamente prevalece el aire de distinción clasicista que se
espera de cualquier ensamble chamber-rock. De hecho, con el arribo de
posteriores motivos sucesivos, los instrumentistas se explayan en elementos de
cámara bastante gráciles y coloridos, patentemente inspirados en las teorías
musicales de fines del siglo XIX e inicios del XX. El piano y la flauta
permanecen constantemente como los proveedores del centro neurálgico de los
vuelos instrumentales, siempre sonando majestuosos y señoriales – cuando las
percusiones tonales entran a tallar, estableen oportunos realces del colorido
del momento. Los pasajes más juguetones generan una calidez atrapante que
hipotizan fácilmente las ansias líricas del oyente empático. Hay otros pasajes
más misteriosos donde el grupo se acerca más a los afanes deconstructivistas
propios de la onda RIO, pero básicamente Maneige se las arregla para conservar
su magia especial en medio de toda esta ambiciosa diversidad compositiva.
Recién iniciado el minuto 16 emerge un breve imptromptu de batería y saxo que
genera un interesante inesperado contraste frente a las amalgamas más
recurrentes; ciertamente, el carácter revulsivo de esta breve sección se hace
más patente con la aparición de las melancícas líneas de flauta que siguen de
inmediato. El vigor colorido expuesto en la coda termina con lo que parece el
ruido de un disparo – definitivamente, esta pieza ha sido todo un manifiesto de
bizara magnificencia revestida de estupenda exquisitez.
La segunda mitad del disco se inicia con ‘Une Année sans Fin’, una pieza que
refleja una labor más concentrada tanto en composición como en ejecución: los
aires de dispersión son parcialmente reemplazados por una arquitectura un poco
más robusta, aunque este tema no. 2 no está para nada exento de recovecos
multi-temáticos. En todo caso, los motivos más tirados hacia lo pastoral sirven
para refrescar la complejidad integral de la pieza. Según lo que escuchamos en
‘Jean-Jacques’, Maneige puede realmente crear una magia especial cuando
enfatiza su faceta lirica: el ritmo de vals sobre el que consistentemente se
desarolla el tema establece una fluidez compacta a través de las bien
calculadas modificaciones de ambiente. Pero oh sorpresa, cercadel final emerge
una sección cacofónica parcialmente emparentada con Art Bears, aunque sin ser
demasiado chocante frente al cuerpo central. ‘Galerie III’ cierra el
reperotorio con ciertos aires zappescos (el uso de variaciones inverosímiles y
la utilización de ciertos recursos vocales que van más a lo humorístico que a
otra cosa), aunque tambié se puede decir que Maneige anticipa en cierta medida
las propuestas de Dün y Cartoon. El giro que Maneige da hacia una frontalidad
sinfónica en el motivo de cierre está muy bien armado, pero la verdadera coda
llega con el ejercicio vanguardista que recoge lo ya hecho al inicio de ‘Le
Rafiot’. De este modo, el LP original termina completando un círculo... pero no
el CD reeditado en 2007, que tiene dos bonus tracks. Uno de ellos es una toma
distinta de ‘Jean-Jacques’, portando una sonoridad un poco más agresiva que la
versión oficial. El otro lleva el simpático título de ‘Tèdetèdetèdet’,
reflejando muy bien el espíritu alegre de la composición básica manifiesta a
través de la grácil complejidad en la que Maneige insiste con plena solvencia.
Termino esta reseña volviendo a aseverar con sólida convicción que “Maneige” es
un supremo tesoro del progresivo setentero fuera del ámbito anglosajón: Maneige
es una banda que debería estar presente en cualquier buena colección
progresiva.
César Mendoza
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