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LA LISTA DE CORREO HISPANO-PARLANTE SOBRE ROCK PROGRESIVO Y SINFÓNICO 
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 LUCIANO BASSO: “Voci” (1976)

Temas

  1. Preludio - 7:35
  2. Promenade I - 4:45
  3. Promenade II - 6:19
  4. Voci - 10:52
  5. Echo - 9:17

Luciano Basso: piano de cola, órgano, mellotron, clavicordio, piano eléctrico

Colaboradores – Luigi Campalani (violín), Massimo Palma (cello), Mauro Pernotto

(bajo, contrabajo), Michele Zorzi (guitarras)

Oriundo de Venecia, el maestro teclista Luciano Basso que mayormente se mueve en el ámbito de la música de cámara y crea música para documentales y recitales, también tuvo su breve incursión en las arenas del rock progresivo, una incursión que realmente ha significado mucho para la grandeza del sinfonismo italiano de los 70s. “Voci” es una obra musical repleta de belleza en su prestancia estilizada y magnetismo melódico. Se trata de una obra musical

muy orgánica, dueña de una estructura compositiva integrada y coherente, donde el piano y el órgano suelen asumir el rol principal a la hora de desarrollar y expandir los motivos y bases armónicas de turno. El tenor general de “Voci” nos

evoca a un cruce entre Latte e Miele y Le Orme de la etapa 72-73, con algunos matices de BMS en su momento de mayor gloria progresiva.

La primera mitad del disco consiste en tres partes de una fastuosa idea musical

de base. El ‘Preludio’ llena los primeros 7 ½ minutos del disco. Comienza con exquisitos arpegios de piano complementados por líneas de violín y capas de mellotron, asentándose así el esquema de una exploración melódica que pronto quedará completa con la incorporación de la guitarra solista y la dupla rítmica. La segunda sección del ‘Preludio’ elabora una conclusión dinámica que ojalá hubiese sido más larga a fin de completar debidamente el tono épico. Las siguientes dos piezas, ‘Promenade I’ y ‘Promenade II’, sí completan decisivamente su potencial de colorido sonoro. Ambos temas tienen en común su abúndate carga de cadencias manieristas y neo-clásicas, alternadas según el pasaje del momento tire hacia lo grácil o se incline hacia l ocontemplativo. ‘Promenade I’ tiene una aureola de extroversión más concentrada debido a sus confines de 4 ¾ minutos, mientras que ‘Promenade II’ dosifica más concienzudamente su expresividad, aprovechando su espacio de más de 6 minutos. Debido a que este segundo ‘Promenade’ reincorpora algo de la otoñal majestad del ‘Preludio’, su ambiente general es más serio y, a ratos, más grisáceo también. El añadido de tonalidades de inspiración jazzera en ciertos adornos permite explotar su patente vivacidad con un peculiar ingenio.

La segunda mitad del disco comienza con la pieza homónima, que es también la más larga con sus casi 11 minutos de duración. Teniendo un abrumador protagonismo del piano de cola, la función central de este instrumento es la de

crear un constante preludio de ondeantes arpegios que se explayan en atmósferas

flotantes. Más que en ninguna otra pieza del álbum, los fraseos de guitarra y los dibujos del violín están sujetos a los caminos surcados por el piano. Las alternancias entre momentos gráciles y relajados es bastante fluida, y el hecho

de que los contrastes entre ambas instancias no sean tan pronunciados ayuda bastante a ello. Es como si las voces aludidas en el título se vieran reflejadas en la visión musical de Basso cuales ondas y brisas que ocupan y definen un espacio definido dentro del cosmos. En comparación, el tema de cierre ‘Echo’ ofrece una dinámica más elaborada, en especial por el modo en que

se van desarrollando los motivos y la magnificencia sonora generada por el ensamble. Los motivos están perfectamente distinguidos, armonizados en sus sucesiones y ulteriores retomas. La entrada de cadencias jazzeras en ciertas ocasiones y la predominante solemnidad manifestada en el esquema general de la pieza la convierte en el perfecto cierre para un hermoso disco. “Voci” es, en resumen, un manifiesto de belleza y estilización que se las apaña muy bien para

llamar la atención dentro de la peculiarmente genial tradición progresiva generada en el País Itálico. Luciano Basso estudió algunos de los trucos esenciales del sinfonismo y supo imprimirle su propio corazón y mente.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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