Temas
- Spam #1
- Spam #2
- Spam #3
- Spam #4
- Spam #5
- Spam #6
Integrantes
- Damian Bydliski: voz, guitarras, guitarra sintetizada
- Krzysztof Maciejowski: teclados, violín
- Janusz Tanistra: bajos
- Mariusz Szulakowski: batería, percusión, secuenciador
“Spam” es la oferta para el presente año 2006 de parte de la excelente banda
polaca Lizard. A diferencia de los dos discos inmediatamente anteriores –
“Psychopuls” y “Tales from the Artichoke Wood” – el grupo prefiere no
mostrar tan directamente su fuerza expresiva, dosificando, cuando no
restringiendo su manifestación a fin de dejar aflorar más claramente las
ideas melódicas de las composiciones. No es que estemos hablando de un
repertorio falto de nervio o carente de energía, sino más bien de un enfoque
más medido que Lizard hace de su propia garra musical. Como siempre, las
menciones especiales deben ir al estupendo baterista Mariusz Szulakowski y a
Krzysztof Maciejowski, quien como violinista manda guiños constantes a los
legados setenteros de Jobson y Cross, mientras que como teclista asume un
papel plenamente contemporáneo, inspirado en el Barbieri de Porcupine Tree.
‘Spam #1’ comienza con un breve a capella de Bydliski, el cual luego
da paso a una serie bien armada de motivos recurrentes que se deslizan por
los delicados senderos de un progresivo sutilmente electrizante, sazonado
con matices de jazz-rock y pop psicodélico: tiene gancho pero no de una
manera facilista, lo cual no es tan fácil de lograr como pueda parecer a
primera vista. ‘Spam #2’ tiene un compás más lento pero una sustancia más
agresiva en las partes fuertes – la afinidad con el PT del “Deadwing”
resulta inocultable, pero Lizard le da siempre esa aureola sofisticada extra
al asunto. El tercer ‘Spam’ porta una cadencia más intimista, basada en una
melancolía reflexiva y calmada. La simplicidad estructural de esta pieza la
acerca (un poco peligrosamente) a la faceta más accesible del brit-pop, mas
a fin de cuentas, resulta un oasis de tranquilidad en medio de las piezas
antecedente y subsiguiente. En efecto, tenemos en ‘Spam #4’ un efectivo
híbrido de hard rock y jazz-rock, con dulces ornamentos líricos añadidos en
algún lugar del medio. El quinto ‘Spam’ maneja una combinación de los climas
emocionales de los temas 3 y 4, por lo cual el grupo parece caer
involuntariamente en algún tipo de monotonía. De todos modos, como
contrapeso, el tema contiene una excelente muestra de energía contenida,
manifestada en una inteligente amalgama de los aportes de cada uno de los
instrumentistas – de hecho, Maciejowski hace gala, por enésima vez, de su
exquisito refinamiento como violinista. También el uso de adornos
crimsonianos al estilo ochentero ayuda a meter algo de sana variedad a esta
canción. El último ‘Spam’ es el más extenso: dura casi 12 ½ minutos. A pesar
de que la tentación para crear algo épico y ostentoso dentro de este marco
de tiempo puede ser grande, el grupo prefiere mantenerse bien enfilado en la
onda melódicamente definida que constituyó el tenor del repertorio
precedente. De hecho, la prioridad estás puesta en lo popero en los primeros
cinco minutos y medio, tras lo cual, la cosa pasa a un campo ligeramente más
complejo, armado sobre juegos de sutilezas elegantes, expandidos sobre un
crescendo controlado. Los arpegios de guitarra se terminan convirtiendo en
sólidos riffs, la sección de teclados va ganando en densidad paulatinamente
y el violín conquista el protagonismo de manera casi inadvertida. Todo ello
mientras el baterista se luce con adornos percusivos de gran calibre
mientras conserva la precisión milimétrica del caso. El último minuto
contiene una breve retoma del motivo inicial – ‘Spam #6’ es un perfecto
ejemplo de progresivo moderno, accesible y con su apropiado nivel de
complejidad.
En fin, dado que “Spam” no tiene la electricidad impactante de otros
trabajos anteriores de Lizard, podrá tal vez suponer una especie de
decepción (menor o mayor) para los conocedores del grupo, pero un par de
escuchas detenidas del disco que ahora nos ocupa revelarán al oyente un
despliegue genuino de imaginación musical progresiva en un contexto fresco,
netamente rockero, sensible a los signos de los tiempos sin caer en la
lógica comercial pop. Lizard sigue siendo, al menos para mí, un referente
sumamente importante dentro del círculo progresivo contemporáneo.
César Mendoza
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