Temas
- Psychopuls # 001 Part 1
- Psychopuls # 001 Part 2
- Psychopuls # 002 Part 1
- Psychopuls # 002 Part 2
- Psychopuls # 003 Part 1
- Psychopuls # 003 Part 2
- Psychopuls # 003 Part 3
- Psychopuls # 002, 0A7
- Psychopuls # 004
Integrantes
- Damian Bydlinski: voz, guitarras, guitarra sintetizada
- Andrzej Jancza: teclados
- Mariusz Szulakowski: baterías acústica y electrónica, percusión,
secuenciador
- Janusz Tanistra: bajo
Invitado especial – Krzysztof Maciejowski (violín y teclados adicionales)
Dentro de la hornada de grupos europeos que siguen un sendero progresivo
patentemente modernizado, siguiendo la pauta de Porcupine Tree en esto de
mezclar psicodelia, rock duro y sensibilidad popera en un contexto de rock
artístico, la banda polaca Lizard es la que más gratamente me ha
sorprendido. Me impresionan más que sus compatriotas de Riverside, y eso que
tampoco están nada mal. Lizard ofrece una música con un desenfado mayor a la
hora de mostrar nervio y músculo en sus atrevidas excursiones rockeras,
lidiando muchas veces con la frontera entre el prog metal y el crimsonismo
moderno.
El disco “Psychopuls” es su segundo trabajo de estudio, y el primero en
contar con la presencia del violinista-teclista Krzysztof Maciejowski,
aunque sólo como invitado especial todavía. El comienzo no puede ser más
feroz: una secuencia múltiple de teclados en una breve excursión cibernética
da paso al esquizoide ejercicio de progresivo pesado y complejo que es
‘Psychopuls # 001 Part 2’. Todo funciona a las mil maravillas en esta
canción: la alternancia de pasajes fuertes y otros más sutiles, el gancho de
los riffs, el manejo fluido que la dupla rítmica emplea para los
moderadamente complejos ritmos, los solos de violín que se hacen notar en
medio de la robusta parafernalia sonora. Mucho tendrá que afanarse el grupo
en lo que queda del repertorio para mantener el momentum, aunque sea
parcialmente... !y vaya que lo logra! ‘Psychopuls # 002 Part 2’ baja un poco
los decibeles para permitir al grupo meterse en una mezcla de funky y hard
rock con base progresiva que nos recuerda fácilmente al Porcupine Tree de
los dos últimos discos, aunque en este caso, Lizard utiliza una ambientación
neurótica con mayor fruición. Debemos recalcar lo crucial que resulta el
buen funcionamiento de la afiatada dupla rítmica, en especial la labor
precisa y majestuosa del baterista Mariusz Szulakowski. La aparición
sucesiva de un interludio que se asemeja a una balada de Adrian Belew,
ornamentos heavy de guitarra, otros ornamentos de raigambre tecno y otros
más que emulan los soundscapes de Fripp, dan muestra de una gran inventiva a
la hora de manejar el desarrollo de la pieza con un sentido de la sorpresa.
?Qué más sigue? La secuencia de los tres ‘Psychopuls # 003’ comienza con una
serie de efectos de sonido tétrico que se imponen sobre los joviales ruidos
de niños jugando en un parque, aterrizando abruptamente en un pasaje
melancólico marcado por la guitarra acústica. Así empieza ‘Psychopuls # 003
Part 2’, trazando una línea musical evocativa y serena, permitiendo así al
oyente tomar un respiro relajado tras tanta avalancha. ‘Psychopuls # 003
Part 3’ tiene un aura más inquietante, pero sin llegar a la explicitación
ruidosa de los temas 2 y 4: los huecos dejados por los arpegios de guitarra
y fraseos de bajo son llenados ampulosamente por Szulakowski, mientras que
las sobrias cortinas de teclado flotan como una nube gris. Las cosas sólo
explotan en los últimos 25 segundos, como soltando un vendaval que se veía
venir. ‘Psychopuls # 002, 0A7’ comienza con juegos armónicos disonantes de
mellotron a los cuales se une un secuenciador, en lo que parece ser una
bizarra mezcla de RIO y chill-out. En los últimos 60 segundos se escuchan
soliloquios susurrantes que le dan un cierto aire misterioso al asunto. El
cierre abrupto de ‘002, 0A7’ da paso al último tema, ‘Psychopuls # 004’, el
más largo con sus 11 ½ minutos de duración. Se trata de una excursión
instrumental rica en matices y apoyada principalmente en contrapuntos y
amalgamas instrumentales. Una vez más, la huella del KC del nuevo milenio se
hace sentir, con esa combinación de neurosis contundente y ambientes
electrónicos opresivos. El clímax final hace guiños al King Crimson de la
era Wetton, imitando la neurosis recalcitrante de ‘Fracture’ y la solidez
espartana de ‘Red’. Un gran final para una auténtica gema del art-rock
contemporáneo. Lizard es una banda talentosa y respetable, a la cual
considero desde ya como uno de mis descubrimientos más notables d este año
2006.
César Mendoza
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