Temas
1. No Warning Lights (2:11)
- Ultra Mullett (4:42)
- White Noise (2:57)
- The Hood Fell (3:35)
- Monkey Mind (4:27)
- Cheese It, The Corpse (4:49)
- Convergence (4:08)
- Pillowfull Of Dark (4:19)
- The Eggman Cometh (1:33)
- Sleeping Horse (5:35)
- Prom Night Of The Centipedes (4:40)
- Crunch Time (4:05)
- Brain Tattoo (3:15)
- Lights Out (4:59)
Integrantes
- Tony Levin: bajos y Chapman Stick
- David Torn: guitarras y efectos texturiales
- Alan White: batería y percusión
Tony Levin, David Torn y Alan White son tres veteranos del rock progresivo y
experimental que no merecen mayores presentaciones (aparte del hecho bastante
trivial de que la presencia del segundo no tiene un perfil tan destacado en el
mainstream), aunque lo que sí debe presentarse es su asociación como power-trío
para gestar un fantástico disco de rock instrumental vanguardista bajo el
sencillo título de "Levin-Torn-White". Hasta aquí, todo claro y todo bien
delineado. Este álbum arrastra muchas de las más brillantes cualidades que se
hicieron presentes en los proyectos de Upper Extremities, Polytown y Bozzio
Levin Stevens, así como la amplia obra solista de Torn y los pasajes más
aventureros de Levin: un desafiante eclecticismo de psicodelia, jazz-rock de
vanguardia, prog oscuro, fusión y abstracciones cósmicas. De hecho, Torn y
Levin parecen conformar un reinado bicéfalo para este power-trío, pero el
tercer elemento Alan White es la gran sorpresa aquí. Al menos, para los que
hemos criticado su falta de nervio en los últimos discos de Yes y su limitado
sentido del desafío musical en su más reciente proyecto solista, apresurándonos
a endosarle la etiqueta de "gloria quemada del progresivo" (o cualquier otra
con un significado similar). Bueno, es verdad que él no ha gozado de mucho
campo de expansión expresiva dentro de las últimas misiones Yessianas, y
también que él ha demostrado no tener la vitalidad aventurera de su perpetuo
némesis Bill Bruford, pero este disco nos obliga a tragarnos esas palabras que
señalaban que ya había pasado mucho años desde que terminó de dar todo lo que
tenía que dar en el negocio musical. Cuando parecía que aquellos tiempos en los
que se había adentrado en el mundo del jazz-rock y arribado al mundo Yessiano
durante su etapa más ambiciosa eran reliquias del pasado, White se ha revelado
como una fuerza rítmica muy a tono con las exigencias de sus compañeros de este
viaje, activando motores, aplicando anclas y forjando mástiles para que la
dupla Torn-Levin mapee y dirija los diversos trayectos proyectados y reflejados
en el repertorio de este disco. Pasemos ahora al repertorio en cuestión.
"No Warning Lights" abre al álbum con un ejercicio de psicodelia free-form a
modo de bizarra expectativa ante lo que promete ser una excitante aventura
sónica, una manifestación de la sombría noche en sus últimos instantes antes de
que el sol emerja en un vibrante amanecer=85 !y la promesa empieza a cumplirse
con las vibrantes llamas rockeras de "Ultra Mullett", flameantes e hipnóticas
como el imponente brillo de una aurora boreal! Este segundo tema se despliega
sobre un autoafirmativo compás funky-rock donde el delirio neurótico propio del
Crimsonismo 80ero y los aspectos más extrovertidos del proyecto Upper
Extremities hallan un adecuado campo de expansión. Después de esta celebración
de la exaltación y el swing, "White Noise" se explaya en un colorido caótico
bajo la guisa de free-jazz, abriendo así la puerta para que "The Hood Fell"
exhiba un llamativo ejercicio de rock emo con un fuerte componente psicodélico:
no se trata de una pieza estructuralmente compleja, pero el trío sabe
insuflarle suficiente sofisticación como para sacarle imponente brillo a los
riffs, los esquemas rítmicos y los fraseos en curso. Por su parte, "Monkey
Mind" despliega neurosis y furia con total desparpajo: el esquema rítmico de la
pieza mantiene un afán relativamente comedido al swing que impone desde el
inicio, dejando así a la divina guitarra de Torn liderar el camino expresivo
del ensamble desde las áreas opresivamente torturadas del lenguaje rockero.
!Todo un cénit del álbum! "Cheese It, The Corpse", tema que sigue a
continuación, no le queda a la zaga: su excitante manejo de un intrépido jam en
7/8 sirve para que el trío muestre plenamente su faceta pletórica, al modo de
una aplanadora Crimsoniana alimentada por un talante juguetón. White opera como
un maestro de obras con la mente sólida, mientras que Levin y Torn se enrollan
en un desafío fraterno a la hora de llenar los espacios. Aunque las sonoridades
en curso portan tonos sombríos, el cuadro musical resultante es extrovertido y,
como dijimos antes, juguetón. !Otro cénit!... y no será el último.
Tras todas estas diversas expresiones de fragor rockero organizadas bajo una
sofisticación grácil y a veces ampulosa, viene bien que "Convergence" instale
un sendero sónico de misterio y languidez, un sendero forjado con ornamentos
psicodélicos de tendencia minimalista sobre los cuales van flotando alucinadas
florituras cósmicas de guitarra. La neurosis ha dejado de buscar la luz del día
y mira hacia el atardecer interno de sus propias pulsaciones emocionales,
primero a través de la tensión casi callada de "Convergence", e inmediatamente
después, a través de la sombría melancolía de "Pillowfull Of Dark", tema que
desarrolla un lirismo bizarro en base a un esquema rítmico ceremonioso en el
que las capas cósmicas, los fraseos de la guitarra eléctrica y los adornos de
guitarra acústica delinean una refinada arquitectura de abrumadora inquietud.
Una gema inescrutable y monumental, otro cénit, no nos cabe duda. La cadencia
funky del breve jam jazz-rockero "The Eggman Cometh" sirve para iluminar
momentáneamente el ambiente, al modo de una ventana que se queda entreabierta
por un rato, pero la emergencia de "Sleeping Horse" nos muestra al trío
nuevamente entusiasmado con explorar aspectos cósmicos de la inquietud mental y
la oscuridad emocional, casi como un híbrido entre el Tangerine Dream 1972-3,
el estándar del Frippertronics y Art Zoyd, aunque esos matices jazzeros
sabiamente insertados en un paisaje psicodélico tienen el inconfundible sello
magistral de Torn. La oscuridad se vuelve incendiaria, quemando a fuego lento
sin agotar el oxígeno del entorno, es una oscuridad que, paradójicamente, en
vez de ahogar el ambiente, lo revitaliza. Bajo un título tan gracioso como
"Prom Night Of The Centipedes" se nos ofrece un jam ágil aunque no exultante,
aún embebido de la densidad oscura que ha venido marcando las pautas
predominantes de expresividad de las últimas piezas: en todo caso, se nota una
actitud mucho más extrovertida en el ensamble, especialmente en el modo en que
White explora el momentum rítmico y en el modo en que Torn desarrolla un
psicótico solo poco antes de llegar a la barrera de los 2 minutos. "Crunch
Time" retoma el sendero dinámicamente furioso de "Monkey Mind" mientras se hace
eco parcialmente del swing de "Cheese It, The Corpse" y de la densidad cósmica
que parece no querer irse=85 pero se termina yendo cuando arriba "Brain Tattoo"
con su exhibición de puro músculo, la cual empieza con un prólogo delirante
pero pronto se focaliza en un talante un poco más relajado, eso sí, siempre
filudo: al respecto, una mención especial debe ir para Levin, quien aporta aquí
algunos de ataques más robustos desde su bajo. No hubiera venido mal que este
tema durara un poco más, teniendo en cuenta su gancho, pero se exige que los
últimos cinco minutos del álbum estén estrictamente ocupados por "Lights Out",
tema que explora arquitectónicas telarañas psicodélico-progresivas sobre los
cimientos de una cadencia rítmica fusionesca, al modo de un punto de
encrucijada entre Upper Extremities, ProjeKct I y Gordian Knot. Tal vez no se
trate de la forma más luminosa de concluir el álbum, pero sin duda esta pieza
porta un esplendor especial en sus propios términos, finalizando con un golpe
de efecto tajante y definitivo.
Ésta fue la experiencia de "Levin-Torn-White", el testimonio de una aventura
progresiva contemporánea a cargo de un aquelarre de sabios expertos que lo
único que tienen que hacer es confiar en sus propias experiencias vitales y en
la lucidez intuitiva de sus compañeros de ruta para hacer que la química
funcione a las mil (o diez o cien mil) maravillas. Gracias a Tony, David y Alan
por haber brindado una obra tan filuda y motivadora a todos los coleccionistas
progresivos del mundo.
César Mendoza
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