Temas
- Discontinuous Spiral
- Kraken’s Brain is Blasting
- Horobi no Kawa
- Back Side Edge
- Slave Nature
- I am not Here
- Shironji
Integrantes
- Akihisa Tsuboy: violines, cellolin en 7, guitarras en 5
- Toshimitsu Takahashi: teclados
- Dani: bajos, guitarras en 2 y 7
- Shirou Sugano: batería
KBB sigue adelante con el genio musical, proyectando en su segundo registro
de estudio “Four Corner’s Sky” otro excelente repertorio de jazz-rock
progresivo. El sonido del grupo sigue bien enrumbado en el sendero mostrado
en su impresionante debut, pero esta vez parece que el grupo se empeña en
realzar un poco más el factor jazzero, de por sí predominante. En especial,
el teclista se preocupa por resaltar más el sonido del órgano y el piano
eléctrico en algunas piezas, y en general, el sonido del grupo aumenta en
agresividad y músculo. Por su parte, las composiciones mantienen ese
esplendor fastuoso de siempre.
El tema de entrada ‘Discontinuous Spiral’ expone un enorme paisaje sonoro
colorido y lleno de buenas vibraciones, portando en sí la magia alegre del
mejor Jean-Luc Ponty en combinación con la compleja soltura del Return to
Forever de la etapa con Al di Meola. Para la segunda pieza, ‘Kraken’s Brain
is Blasting’, el grupo se manda con una excursión robusta por caminos más
sombríos, como si se tratara de una cruza entre la magnificencia de
Mahavishnu Orchestra en su faceta más pomposa y la neurosis típica del
crimsonismo: nunca antes KBB se había aventurado por estas vías sonoras tan
musculares con tanta fruición, pero vaya si les sale bien. El solo de
guitarra aportado por el bajista Dani tiene el suficiente fuego como para
proponer un reto concluyente a los solos de violín que Tsuboy creará
después. El contrapunto perfecto viene con la exquisita balada ‘Horobi no
Kawa’, iniciado con lacónicos acordes de piano, para que luego el grupo en
pleno haga un delicioso ejercicio en ambientes melancólicos y etéreos a
partir de una idea melódica sencilla y en un contexto fastuosos típico de
KBB. Una pieza hermosa, en verdad. A continuación siguen dos muestras
sucesivas de la esencia musical de KBB. ‘Back Side Edge’ vuelve a la
influencia del Jean-Luc Ponty setentero, marcado por una compleja red de
bajo inicial que mantiene una constante de 7/8. ‘Slave Nature’, también
apoyado sobre un compás de 7/8 en el pasaje central, conserva el nivel de
energía aunque en un tempo menos trepidante. El órgano medio emersoniano y
la guitarra eléctrica proporcionan al sonido grupal un tenor netamente
pomposo en las partes más fuertes, pero en el interludio las cosas se calman
un poco, aterrizando en un jam funky amable protagonizado por el piano
eléctrico. ‘I am not Here’ tiene un inicio lánguido y disonantemente
misterioso, con pizzicato y lamento de violín, acompañados por bizarros
acordes sueltos de piano y ornamentos aleatorios de bajo y batería: parece
que el grupo se ha transformado en un ensamble RIO. Y en efecto, una vez que
el ensamble entra de lleno en el asunto, el clima general del tema establece
un firme coqueteo con el Univers Zero del “Uzed”. Se trata del tema más raro
que haya compuesto el grupo en toda su discografía, jugando a lo siniestro y
lo surrealista con bastante soltura y nervio: algo muy acorde con el
distanciamiento de sí mismo aludido en el mismo título de la pieza. Con sus
poco más de 10 minutos de duración, la pieza de cierre ‘Shironji’ se erige
en el número más extenso del disco. Con las delicadas escalas de piano,
sazonadas por punteos bien articulados de guitarra, KBB se centra ahora en
un lirismo suave, bastante romántico. Poco a poco el violín se va adueñando
del protagonismo, y hay un pasaje largo en el cual se desarrolla un solo
espectacular en su vibración etérea, como flotando en el aire y portando la
fuerza del espíritu sobre sus alas. La sección final del tema se concentra
en un motivo jazzero amable, al modo de un aterrizaje fluido y una
contemplación del entorno desde una perspectiva terrenal.
En fin, que no hay duda de que KBB es uno de los ítems progresivos más
excitantes y explosivos de la vertiente jazzera del género – toda un delicia
japonesa que en su segundo disco, “Four Corner’s Sky”, demuestra al oyente
que podemos tener justificadas grandes esperanzas en torno a sus siguientes
ofertas, cuando éstas lleguen.
César Mendoza
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