Temas
- El Regreso
- En el Monte
- Los Concanos
- A Dos Mil Años
- Estratagema
- Bosque Encantado
- Romería
- Mar Cantábrico
- De Altamira a Puente Riesgo
- Los Ventolines
- Cuevas de Altamira
Integrantes
- Lili Alegría; bajo y voz
- Adolfo Díaz Calderón: guitarras y sitar
- Ito Luna: batería
- Mario Gómez Calderón: teclados y programación
Colaboradores – Jana Alegría (cello en 8), Paco San José (requinto en 7),
Esteban Bolado (rabel en 10), Sergio Sordo (gaita en 2), Patricia y Yolanda
(panderetas en 2, 8 y 10), Coral (coro en 2, 8 y 10)
“El Regreso” es el obviamente idóneo título para el disco ‘de resurrección’
editado en el 2006 por uno de los grupos progresivos españoles más añorados
por los genuinos coleccionistas del género: Ibio. Este ensamble supo dejar
una huella peculiar en la historia del rock sinfónico con su peculiar manera
de insuflar aires de su Cantabria querida en “Cuevas de Altamira”, con un
sonido art-rock afín a Yes, Pink Floyd y el estándar prog italiano. Esto
último, más allá de que los miembros del grupo hayan conocido el legado de
bandas como Le Orme, Apoteosi y PFM, pero en fin,… Teniendo en cuenta la
existencia de CAP, Il Castello di Atlante y H2O, se puede decir, a modo de
punto de referencia, que aquellos que sientan especial aprecio por esta
determinada región progresiva y quieran aventurarse a investigar en la
tradición nor-ibérica, no tienen pierde con Ibio, ya sea este disco o su
clásico “Cuevas de Altamira”.
Este trabajo muestra a la banda fiel a su esencia y con un vigor patente e
innegable a la hora de crear nuevas ideas musicales y ejecutarlas con su
excelsa combinación de energía y buen gusto. La amalgama sonora que estos ya
veteranísimos músicos crean en conjunto podría muy bien llenar de envidia a
muchas bandas actuales de reciente formación y con integrantes más jóvenes.
La sonoridad de los teclados digitales y los riffs de guitarra ocupan un
lugar especial en la mezcla, pero nada de esto altera la esencia Ibio. El
instrumental homónimo que abre el disco tiene un gancho impetuoso y
colorido, con alusiones fastuosas tan explícitas como medidas. Son casi seis
minutos de pura gloria progresiva. Los dos siguientes temas exhiben aires
folklóricos de manera explícita: el tema 2 incluye gaita en el arsenal
instrumental. El clima de alegría que se advierte en ellos es un testimonio
de celebración de la candidez propia de la aldea natal. Creo que el
repertorio global de este disco se puede definir bajo estas dos pautas –
unos temas están intensamente inmersos en los aires cántabros, mientras que
otros tienden a focalizarse más en el estándar progresivo (sin dejar de
hacer notar, en mayor o menor medida, lo folklórico). ‘A Dos Mil Años’
adquiere un tenor evocativo conmovedor, envuelto en suntuosos ornamentos de
teclado, y con un emotivo solo de guitarra que ayuda a completar el cuadro
de emotividad que se pretende para esta pieza. ‘Estratagema’ es una pieza
bien saltarina, enarbolando su ingenuidad como la bandera de su cautivante
carisma, y lo mismo pasará más adelante con ‘De Altamira a Puente Riesgo’ y
‘Los Ventolines’. ‘Bosque Encantado’ es el tema más largo del disco, con sus
poco más de 7 minutos de duración, y también es uno de los que más se apegan
al segundo de los modelos antes expuestos. Aquí encontramos uno de los solos
de guitarra más impresionantes del disco, además de un ensoñador interludio
sinfónico – un cenit del disco. ‘Romería’ exhibe aires folklóricos más
patentes, pero esta vez la alegría inherente al motivo es envuelto por una
densidad mayor a la de cualquiera de las otras piezas precedentes. ‘Mar
Cantábrico’ nos devuelve a la vibración melancólica que ya se había hecho
presente en ‘A Dos Mil Años’, pero esta vez la letra no emite una reflexión
sobre el mundo alrededor sino que parte de éste para inspeccionar el
interior del alma – la incorporación de variantes en las expansiones que
tienen lugar desde el tercer minuto añaden una riqueza extra a la canción.
También el aporte del cello ayuda a incrementar su aura de distinción. Otro
punto alto del disco, no me cabe duda. Este disco es cerrado por un nueva
versión de la canción que dio título y apertura a su disco debut: la mayor
gracia de este ítem está en su sólida aportación de sonoridades modernas
para una pieza que ha conservado la esencia del arreglo original.
Mis temas favoritos son los nos. 1, 6, 7 y 8, pero más allá de mi ranking
personal, puedo refrendar a este disco “El Regreso” como una de las gozadas
más grandes dentro del movimiento progresivo español. La creatividad de Ibio
no había muerto en verdad, por lo que lo dicho al inicio de esta reseña
sobre la resurrección era inapropiado: se trató de un letargo que,
finalmente, terminó para deleitar a los melómanos que saben apreciar el rock
complejo, estilizado y bañado en las aguas añejas del folklore.
César Mendoza
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