Temas
- I. (3:34)
- II. (11:54)
- III. (10:21)
- IV. (5:45)
- V. (12:59)
Integrantes
- Daniel O'Sullivan: piano Fender Rhodes, órgano, mellotron, armonio, guitarra,
sintetizadores
- Matt Thompson: bajo, sintetizadores
- Dave Smith: batería, percusión
A solo un año de gestar su incendiario disco “5 Suns”, Guapo vuelve a la carga
en 2005 con “Black Oni”, otro ejercicio de zheul moderno repleto de fuego,
densidad e intrepidez. O’Sullivan, Thompson y Smith prosiguen por su camino
musical de progresivo vanguardista, esta vez reduciendo un poco (ojo, solo un
poco) lo explosivo a la par que van investigando un poco más en el esquema del
post-rock. También se nota que hay un apego más recurrente a esquemas musicales
más robustos y definidos, con lo cual Guapo también apunta hacia una ligera
aproximación al así llamado heavy prog. En todo caso, el resultado manifestado
en el repertorio de este disco es en esencia fiel al sendero zheul asumido por
el grupo como un desafío de renovación.
El primer tema comienza con un ambiente nebuloso que pronto deja traslucir un
pasaje fuerte y llamativo, portando un misterio permanente mientras se mantiene
el jam: se trata de una pieza introductoria, se nota en su estructura. La parte
II ya contiene una serie bien hilada de varios motivos, siendo aquellos
recurrentes los que conforman el núcleo de integridad de la pieza. El esquema
de trabajo del trío destila potencia a raudales, suministrada inteligentemente
a través de pasajes explícitos y otros más contenidos – es curioso notar qué
bien se manejan estos músicos en un ambiente tan controlado compositivamente
como en este tema, lo cual habla muy bien de su versatilidad. La sección III
comienza con efluvios misteriosos de piano, muy a lo Magma, es cierto, aunque
también a Phillip Glass. El compás en tres cuartos es abordado por la banda en
pleno antes de llegar al cuarto minuto para transformarlo en un dos por dos: la
cadencia sutilmente fusionesca que el grupo insufla al asunto nos recuerda al
Magma “De Futura”, y en sus pasajes más notablemente jazzeros, a un Canterbury
que se acrecienta en una neurosis de inspiración RIO. La coda de la sección III
se engarza con la IV, la cual se adentra en nebulosos ambientes aleatorios muy
propios de la vanguardia minimalista. La cosa se prolonga por 5 minutos,
incluyendo unos retazos inquietantes de armonio que parecen inspirados de Popol
Vuh musicalizando la muerte viviente y obras de Nosferatu – el hecho de que el
armonio suene tan distante solo logra incrementar el aura de terror. Con el
impetuoso arribo de la quinta y última sección, el terror es momentáneamente
reemplazado por el fulgor. Pero recordemos que estamos hablando de Guapo, por
lo que este fulgor no es de celebración sino de tensión emocional rayana con la
paranoia. En el pasaje crucial el terror vuelve, esta vez de manera más
fastuosa y ceremoniosa, sin tanto misterio escondido, a plena luz del día de un
espíritu inquieto y confundido. La expectativa creada por esas abrumadoras
cortinas de teclado y esos tambores marciales parece establecer el anuncio de
una amenaza fantasmal que opera lentamente pero de la cual no podemos huir por
muy rápido que pretendamos correr. De hecho, la última parte de esta pieza se
desplaza hacia climas etéreos que para nada resultan menos opresivos que el
despliegue de terror emanado en la porción precedente. La cosa se pone lánguida
al modo del post-rock, pero no meditativa ni introspectiva, sino como si la
amenaza se hubiese por fin cumplido y el paisaje volviera paulatinamente hacia
una suerte de calma… una calma que no garantiza el fin de los horrores.
En fin, hasta aquí llegamos con los tres cuartos de hora que dura “Black Oni”,
otra obra bastante interesante a cargo de uno de los grupos más bizarros del
momento – Guapo.
César Mendoza
[Dedico esta reseña a mi amigo Zafreth por haberme introducido al mundo musical
de Guapo]
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