Temas
- Escenes de la Terra en Festa i de la Mar en Calma
- Imprompt I
- Jocs d'Ocells
- La Revolució
- Dança d'Estíu
- I Tu que ho Veies Tot tan Fácil
- Historia d'una Gota d'Aigua
Integrantes
- Rafael Escoté: bajo, gong, palmas
- Jordi Martí: batería, percusión, palmas
- Jep Nuix: flauta, pícolo, palmas
- Jordi Vilaprinyó: teclados
Colaboradores – Jordi Codina (guitarra clásica en 7), Josep Albert Cubero
(guitaras eléctrica y acústica en 2, 6 y 7)
La banda catalana Gotic conforma uno de los más estupendos referentes de
toda la historia del progresivo español en los 70s – su único álbum
“Escenes” es un deliciosa gema que debe ser de disfrute obligado para
cualquier genuino amante del género, especialmente en la vertiente sinfónica
con altas dosis de sentido melódico y exquisita fastuosidad. Las principales
referencias para el coleccionista curioso son el Camel clásico (del disco
“The Snow Goose”), el lado melódico del Canterbury (se trata ciertamente de
un sinfonismo con un talante jazzero bastante patente), el lado más suave de
Iceberg, y la faceta pastoral del estándar progresivo italiano. El
coleccionista advertirá ciertas coincidencias con lo que entonces hacían los
quebequenses de Sloche y con lo que un año después harán los suecos de
Atlas. Ninguna de estas referencias mencionadas es abrumadora, de ahí que
Gotic se dé buena maña para brindar un sonido general original, lo cual se
debe en no poca medida a la inserción de elementos inspirados en el folklore
catalán en varios momentos del disco. El hecho de que la flauta asuma casi
siempre el rol protagónico hace que la trama sonora del grupo persista
constantemente hacia el terreno pastoral del prog. Además, con la ausencia
de un guitarrista, el teclista Jordi Vilaprinyo tiene carta blanca para
reforzar lo sinfónico con gran ahínco, desplegando texturas etéreas que
realzan el aspecto ensoñador y dibujando efectivas líneas de Moog u órgano
en los pasajes más espléndidos, y también complementando los vuelos de la
flauta con los pianos clásico y eléctrico. La presencia de invitados
ocasionales en guitarra eléctrica y/o acústica está bien medida, hasta el
punto de que sus intervenciones resultan importantes para las piezas de
turno - ?no será que la banda coqueteó con la idea de ser un quinteto con
guitarrista?... solo especulo…
El tema de apertura asienta una dinámica de belleza y agilidad rítmica que
es irresistible en su cautivamiento: la inclusión de un interludio onírico,
casi espacial, añade un colorido extra a la pieza – es casi increíble que
una música interpretada con tanta delicadeza puede tener también tanto
poder, el mismo que en parte se manifiesta de forma sutil. ‘Impropmt-1’
impone un toque ligeramente predominante de jazz, incluso incorporando
algunos adornos a lo Kerry Minnear en ciertas líneas de teclado. El enérgico
solo de guitarra que emerge en algún lugar del medio imprime un sello muy
afín a lo que hacía Phil Miller en sus días de Hatfield – hipotéticamente
hablando, este tema de Gotic muy bien hubiese llenado de orgullo el
repertorio de Hatfield o de Gilgamesh. Una vez que el oyente ha gozado con
estas joyas, se puede preguntar si el resto del repertorio no supondrá un
decaimiento del disco, y vaya que no es así… !!vaya que no!! ‘Jocs d’ Ocell’
es una deliciosa balada que pone en evidencia el corazón cameliano del
grupo: el legato de los acordes de piano y las capas de sintetizador de
cuerdas portan la influencia de Bardens. Siguiendo con la exploración de la
faceta introspectiva del grupo surge el prólogo de ‘La Revolució’, pero esto
no dura demasiado tiempo, pues las alusiones folclóricas del prólogo son
después expandidas y aumentadas con un tenor extrovertido y celebratorio. La
segunda mitad del álbum comienza con ‘Dança d’Estíu’, que resulta otro claro
ejemplo de la habilidad de Gotic para fusionar Camel y Canterbury melódico
bajo sus propias reglas y siguiendo sus propios instintos. Las dos últimas
piezas son las más abiertamente focalizadas en el núcleo sinfónico del
ideario musical del grupo. La pieza 6 incluye otro excelente solo de
guitarra, además de majestuosos juegos barrocos al órgano, y una grácil coda
de esencia folclórica – se trata de un pico del disco, sin duda. La pieza 7
ocupa los últimos 10 minutos y pico del disco, siendo así que la flauta
dispone de una gran espacio para elaborar con buen gusto el desarrollo de
los motivos principales. El esqueleto de la composición es innegablemente
pastoral, pero la fastuosidad que se despliega con el desarrollo de la pieza
le otorga una intensidad (medida y controlada) propia del sinfonismo en su
mejor sazón.
“Escenes” me parece una obra maestro, no me cabe duda al respecto – estos
músicos se portaron como auténticos expertos en el genio destilado en sus
composiciones, el dinamismo de sus ejecuciones y la consistencia progresiva
de los arreglos de las composiciones. Gotic no necesitó una carrera extensa
ni convertirse en una fuerza masivamente influyente para hacer que su único
LP merezca los máximos elogios posibles – “Escenes” es una obra maestro
infaltable en una discoteca de rock sinfónico, y punto.
César Mendoza
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