Temas
- Suspiria (5:57)
- Witch (3:10)
- Opening To The Sighs (0:32)
- Sighs (5:15)
- Markos (4:03)
- Black Forest (6:06)
- Blind Concert (6:11)
- Death Valzer (1:51)
Integrantes:
- Claudio Simonetti: órgano, mellotron, sintetizadores string machine,
Mini-Moog y Moog system 55, pianos de cola y eléctrico, celesta
- Massimo Morante: guitarras eléctrica y acústica, bouzouki, voces
- Fabio Pignatelli: bajo, tabla, guitarra acústica, voces
- Agostino Marangolo: batería, percusión, voces
Colaborador - Antonio Marangolo (saxo en 6)
Después de llamara plenamente la atención con la banda sonora de "Profondo
Rosso" y el disco "Roller", Goblin siguió explotando su creatividad por vía de
exploraciones sonoras tétricas y densas, siendo así que la película "Suspiria"
(que muchos consideran una obra de Dario Argento superior a "Profondo Rosso")
le dio nuevos aires de inspiración a la banda, concretizándose así una segunda
colaboración entre Goblin y Argento. Claro está, Goblin, a pesar de las
especiales peculiaridades que trazaron su manera de crear y realizar música
progresiva, seguía fiel a la muy italiana usanza de diseñar esquemas
compositivos refinados y cautivadores. El tema homónimo de entrada es icónico
no solo entre los aficionados al rock progresivo, sino también entre las
multitudes de cinéfilos amantes de las películas de horror, prácticamente
igualando la popularidad de 'Profondo Rosso'. En décadas recientes, Smashing
Pumpkins usó justamente esta pieza homónima como entrada para los conciertos de
una de sus giras. Es un tema irresistible, sin duda, con esa mágica secuencia
de glockenspiel y celesta que asienta una base fluida para las percusiones, el
bouzouki y cósmicas capas de sintetizador. Hay un interludio rockero grisáceo e
intenso, que en verdad no me hubiera molestado que fuera un poco más largo o
que incluso hubiese añadido un solo de guitarra sobre el camino, pero es
innegable que la pieza funciona muy bien desde su sólida arquitectura sonora.
Esta pieza puede concisamente describirse como un híbrido entre Mike Oldfield y
el Tangerine Dream 75-77. Los tres siguientes temas elaboran un acrecentamiento
de lo tétrico apelando a ideas musicales más inclinadas hacia lo abstracto:
'Witch' desarrolla una orgía de gritos tanáticos y tamborileos caóticos en un
ritual demoníaco que incluye ornamentos de mellotron, bajo distorsionado,
campanas y otros efectos: la dupla de 'Opening To The Sighs' y 'Sighs' arma una
ambientación más patentemente etérea, sin por ello renunciar a la oscura e
inquietante impenetrabilidad propia de la música de horror.
La segunda mitad del álbum comienza con 'Markos', tema que encarna una
consistente intensidad pulsátil en base a un rigurosamente articulado engranaje
de secuencias sintetizadas e contundentes irrupciones percusivas. La magia
emanada de esta base sonora reiterativa sirve para motivar imágenes de urgencia
en la mente del oyente. Justamente hacia lo opuesto se enfila el tema que sigue
a continuación, 'Black Forest', el cual expresa severos aires de nebuloso
misterio a través de un despliegue musical reposado, empapado de espiritualidad
crepuscular. Incluso cuando las cosas se agitan un poco en algunos breves
pasajes momentáneos, la calma nebulosa sigue siendo el recurso absolutamente
predominante. En todo caso, la pieza vira hacia un momento más enérgico cuando
la dupla rítmica se enfila hacia cadencias jazz-rockeras y Morante desarrolla
unos efectivos fraseos de guitarra en diálogo con pasajes solistas de
sintetizador y saxo (a cargo del invitado Antonio Marangolo). 'Blind Concert'
es el tema más vitalista del álbum - un ejercicio de jazz funky que nos muestra
a un Goblin más aproximado a Il Baricentro y Perigeo. Este particular momento
donde destacan el swing contagioso y las vibraciones coloridas nos revela un
ingenio para crear calor musical como pocas veces se permite hacer la banda.
'Death Valzer' es también una pieza alegre donde un piano solo ejecuta una
melodía de vals con ciertos aires cabareteros, pero se nota que este ejercicio
de música alegre opera como transmisor de esa ironía que siempre hallamos en
las grandes películas de horror, al modo de una añoranza por una tranquilidad
fugaz aplastada por las truculencias destructivas de una trama macabra.
En fin, la edición digital de "Suspiria" tare unos bonus tracks que no ofrecen
nada nuevo: son versiones más cortas o ligeramente diferentes de algunos de los
temas del repertorio oficial. Por lo general, "Suspiria" me parece un disco
estupendo a cargo de unos creadores musicales que saben su oficio y pueden
capturar con una estilización típicamente progresiva las emociones habituales
de una película de horror.
César Mendoza
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