Temas
- Descending (9:55)
- Prevail (13:59)
- Trap (5:31)
- Labyrinth (17:40)
Integrantes
- Tom Uglebakken: guitarras, voz, flauta, saxofón
- Morten Tornes: batería, glockenspiel, percusión, theremin, sintetizador,
coros
- Arne Ton: teclados
- Stig Joran Rygg: bajo, pedales bajos
Segunda descarga musical a cargo de esta joven y talentosa banda noruega
llamada Gargamel – “Descending” es un muy buen trabajo que demuestra que
Gargamel aún está en posesión de una envidiable vitalidad en cuanto a la
creatividad requerida para seguir dando bríos a la actual escena progresiva
dentro de la peculiar sonoridad retro tan recurrente en Escandinavia. Tres años
después de “Watch for the Umbles”, Gargamel nos ofrece una formación reducida a
cuarteto, con nuevos bajista y teclista, y sobre todo, un enfoque más denso y
endurecido a una propuesta que ya se siente en este momento muy afiatada y
debidamente reforzada. El grupo se siente particularmente cómodo explayándose
en las composiciones más extensas, estableciendo hábiles desarrollos de las
ideas y ambientes contenidos en los bloques compositivos de las piezas.
‘Descending’ ocupa los casi primeros 10 minutos del álbum, focalizándose en
climas un tanto cáusticos, al modo de un Areknamés menos endurecido mezclado
con el Anekdoten post-“From Within” y el esquema cósmico de Metrognome. Los
viajes instrumentales que se destacan entre los pasajes cantados no son
excesivamente complejos pero sí logran edificar una intensa arquitectura
neurótica que bebe tanto del Van der Graaf 75-76 como del space-rock y (en
menor medida) del stoner. Con a segunda pieza del álbum, la gente de Gargamel
empieza a soltarse un poco más en sus inquietas búsquedas de sofisticación
progresiva: ‘Prevail’, con sus casi 14 minutos de duración, supone un clímax de
colorido e intensidad dentro de “Descending”. El tema comienza con un efecto de
ventisca psicodélica antes de que el ensamble entre en un robusto despliegue
sonoro que me hace recordar a Gnidrolog en su faceta más agresiva, aunque
Gargamel lleva esta orientación hacia quiebres un poco más tétricos. En algún
momento, este clima grisáceo al modo de una pesadilla atenuada se traslada
hacia atmósferas menos explícitas cuando una procesión liderada por la flauta
recrea un aura misteriosa. Con la inclusión de un interludio en clave jazz-rock
y el tránsito hacia las siguientes secciones cantadas, ola cosa se pone a tono
con la herencia vandergraffiana (una vez más). Poco antes de llegar al noveno
minuto y medio, emerge un estupendo clímax semi-cacofónico que, a su vez,
desemboca en un épico pasaje cantado en clave de blues progresivo. La
incorporación de un solo de trompeta aporta un colorido llamativo al asunto,
aunque la mayor responsabilidad de eso está en las calculadamente opresivas
cortinas de teclado que se hacen notar sin apelación alguna. ‘Trap’ es la pieza
menos larga del disco: comenzando con una cadencia casi tribal en 15/8, la
sección intermedia instrumental vira hacia un compás lento antes de que la
segunda parte cantada se concentre en una alternancia de psicodelia beat y
lánguida solemnidad progresiva.
Los últimos 17 ¾ minutos del disco están ocupados por ‘Labyrinth’, tema que
supone un verídico cénit para el disco. Las ceremoniosamente vibrantes cortinas
de mellotron y theremin resultan familiares para cualquier melómano
familiarizado con el estándar escandinavo, así como el puntilloso esquema
rítmico de claras referencias space-rock que completa esta excelente obertura.
La primera parte cantada se decanta por un enojo contenido, con un Tom
Uglebakken que parece emular a un híbrido de Bowie y Lou Reed. A partir del
quinto minuto, el grupo extiende sus pasiones psicodélicas a través de una
extensa sección aleatoria que resucita al Pink Floyd 68-70 y al krautrock en
una contundente comunión cósmica. El solo de saxo que se desarrolla desde el
minuto 9 abre poco a poco las puertas hacia el proceso instrumental más
violento del disco, donde lo cósmico se alía con sonoridades heavy prog y
jazz-rock – es como si Gargamel quisiera hacer un simultáneo homenaje a King
Crimson, East of Eden y Hawkwind. Esta explosiva orgía sonora mantiene un
sólido nivel de incandescencia que reposa consistentemente en la laboro
percusiva de Morten Tornes, así como en los metaleros efluvios que Arne Ton
extrae de sus bases y solos de Hammond. El epílogo cantado nos devuelve a un
lánguido tempo de ¾, a su vez arrastrando convincentemente el delirio
psicodélico que se había estado armando – el añadido del mellotron resulta
crucial a la hora de explotar totalmente la efectividad de este epílogo, lo
cual redunda en el tipo de broche que debe cerrar “Descending”. Este final tan
redondo simboliza muy bien el nivel de musculatura sonora que Gargamel ha
elaborado en su propio proceso de maduración, ahora manifiesto en este segundo
trabajo de estudio: en principio, todos aquellos que quedaron gratamente
impresionados con “Watch for the Umbles” tendrán miles de razones para celebrar
incluso con mayor ahínco la experiencia de “Descending”.
César Mendoza
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