Temas
- All This Time
- Creatures
- The Celestial Metal Can (In Memory of Charles Ives)
- Gagutz
- Waterfall Carnival
Integrantes
- Nick Lieto: voz, coros, teclados, trompeta, percusión
- Frank Camiola: guitarras eléctricas y acústicas, clásica, banjo,
contrabajo, teclados adicionales, percusión
- Bill Ayasse: violín eléctrico, violín, viola, mandolina, percusión, coros
- Andrew Sussman: bajo
- James Guarnieri: batería, percusión
Colaboradores –Sharon Ayasse (flauta en 3-5), Steve Campanella (marimba en
2, 4 y 5), Christopher Turney (clarinete en 3 y 4), Dee Harris (sarod en 3),
Time Roache (percusión concreta y voces en 3), Marjorie Ayasse (coros en 2,
voces en 1 y 3), Dr. Mac (voces en 1), Brother Bam (voces en 3)
Con su tercer disco “Creatures”, la banda norteamericana Frogg Café siguió
explorando y capitalizando su peculiar sonido basado en la mezcla de
jazz-rock melódico, progresivo de matices disonantes y coloridos
extravagantes inspirados tanto en Zappa como en Gentle Giant. ‘All This
Time’ abre el disco con tenebrosas cortinas de teclado que anuncian una
exhibición de art-rock potente y robusto: las mismas cortinas reemergen en
el epílogo. Luego sigue la pieza homónima, más centrada en el swing del
jazz, sostenida por una idea melódica básica bien llevada y elegantemente
adornada con ornamentos tipo Zappa: los jams instrumentales que tienen lugar
tienen un componente de mesura que, lejos de atenuar la magia inherente a la
pieza, la proveen de un aura etérea. De hecho, lo etéreo pasa a lo onírico
en el último minuto del tema, con esas capas de guitarra y teclado que
parecen irreales aun cuando uno se pellizca y constata que la experiencia
melómana que está teniendo es muy real. En momentos como éste es que Frogg
Café me recuerda hasta cierto punto a Echolyn (una banda coterránea con la
cual guardan varias coincidencias en lo que a estilo se refiere). ‘The
Celestial Metal Can’ es la cosa más bizarra e inescrutable del disco. Se
trata de un instrumental que lleva lo aleatorio y lo casual hasta extremos
alucinantes: su concepción está basada en el legado que el compositor
académico Charles Ives dejó para la cámara de vanguardia. La instrumentación
del tema consiste en golpes de percusiones concretas, notas sueltas de
guitarra recicladas a través de efectos y manipuladas con cintas,
recitaciones inarticuladas, vientos y cuerdas de violín flotando
surrealistamente sobre una cadencia rítmica que suena entre mecanizada y
tribal, ocasionales aires del folklore medio oriental, y para terminar, un
hermoso y breve cuadro sinfónico basado en la herencia de Varese. Todo ello
en poco menos de ocho minutos y medio - un festín para los amantes a
ultranza de la idea de desarticulación sonora como rebeldía musical.
El excitante instrumental ‘Gagutz’ vuelve a traernos la energía frontal del
tema de inicio con una cadencia jazzera que nos remite a un híbrido de
Weather Report y el Jean-Luc Ponty de los 70s. Una mención especial va para
el violinista Bill Ayasse, quien luce su vibración y pulcritud de modo
impresionante, y tampoco se quedan atrás Camiola (gran impostación de la
onda Holdsworth) y Lieto en la trompeta, quienes con sus sucesivos solos
saben mantener el momentum incandescente que Ayasse inició con su solo. La
suite de 21 minutos ‘Waterfall Carnival’, y una vez más, las coincidencias
con Echolyn saltan a la vista. Comenzando con una serie de pasajes con base
de guitarra acústica y ambientaciones melancólicas que varían en intensidad,
luego poco a poco el sintetizador y el violín van ganando protagonismo. La
banda se siente muy relajada durante el desarrollo de la pieza: lejos está
de ser simplona, pues sus variaciones de motivo, ambiente y ritmo la delatan
como una composición bastante ambiciosa, pero sí es verdad que la
permanencia de un candor evocativo y una sonoridad amable ayudan a mantener
sólidamente su aureola contemplativa. Incluso los cambios más abruptos se
sienten naturales al momento de aparecer: con ello me refiero a una sección
rara en la cual soundscapes de guitarra y sintetizador emergen como una
bruma misteriosa una vez que el resto del ensamble se ha detenido. En fin,
los ambientes abiertamente meditativos vuelven a aparecer para el resto de
la pieza, brindando un escenario irresistiblemente reflexivo: para meter
algo de colorido extra cerca del final, al asunto el grupo se manda con un
breve pasaje dadaísta, una vez más, con la marca de Zappa.
“Creatures” es un gran disco. El siguiente, “Fortunate Observer of Time”,
contendrá una dosis notablemente superior de vitaminas sónicas, pero creo
que aquí el ingenio de los arreglos para crear integración de la diversidad
es más explosivo, por lo que este disco no resulta para nada opacado por el
mencionado anteriormente. “Creatures” es un ítem muy a tener en cuenta
dentro del progresivo norteamericano contemporáneo.
César Mendoza
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