Temas (CD de audio):
- Always The Same (0:36)
- As The World (4:50)
- Uncle (6:54)
- How Long I Have Waited (4:43)
- Best Regards (4:11)
- The Cheese Stands Alone (4:48)
Letters:
- Prose (1:45)
- A Short Essay (4:34)
- My Dear Wormwood (3:34)
- Entry 11.19.93 (5:33)
- One For The Show (4:31)
- The Wiblet (0:47)
- Audio Verite (4:27)
- Settled Land (5:42)
- A Habit Worth Forming (4:29)
- Never The Same (7:54)
Temas (DVD con la presentación en vivo del álbum):
- Intro
- Uncle
- A Short Essay
- My Dear Wormwood
- Hear I Am
- 21
- The Cheese Stands Alone
- As The World
- Interview – Ray & Brett
Integrantes:
- Brett Kull: guitars, vocals
- Paul Ramsey: drums
- Ray Weston: vocals
- Chris Buzby: keyboards
- Tom Hyatt: bass
Tomando como excusa la relativamente reciente reedición de “As The World”,
me permito reseñar este gran disco de Echolyn (señalado usualmente como su
obra cumbre).
Éste es el álbum definitivo de la primera etapa del quinteto (y en mi
opinión supera a su anterior obra maestra “Suffocating The Bloom”) en el
cual logra pulir por completo una propuesta musical que bebe de las fuentes
de Gentle Giant y Yes principalmente, con algo del Kansas de “Leftoverture”
en la intención notoriamente romántica que manifiesta en los momentos más
reposados. Propuesta que, no obstante lo dicho, tiene rasgos muy propios,
evidentes sobre todo en la forma en que la banda encara las partes más
fuertes. Esta síntesis entre lo aguerrido y lo romántico, a lo que se añade
un perceptible toque humorístico, es lo que define la personalidad de la
agrupación. En este aspecto, resulta de vital importancia la labor de Ray
Weston, cuyas enormes dotes técnicas como vocalista (caudal y versatilidad)
se ven opacadas por una expresividad y un carisma verdaderamente
conmovedores. Esto se aprecia de mejor modo en el concierto que acompaña el
presente relanzamiento, así como también los contrastes que ofrece la música
del ensamble (los momentos más duros se muestran aquí menos contenidos).
Estando conformado por piezas de corta/mediana duración (la más larga roza
los ocho minutos) y ostentando un gancho notorio en los estribillos, el
disco no pierde en ningún momento su carácter de obra de rock progresivo
sinfónico. Me explico: el gancho no se debe a simpleza o repetición, sino a
la inspiración compositiva que evidencian, por ejemplo, las complejas y
hermosas armonías vocales. Por otra parte, la corta duración de las piezas
no impide que éstas se desarrollen. Un perfecto ejemplo de esta idea es el
tema que da nombre al álbum: su primer minuto y medio le basta al grupo para
exponer la estructura “estrofa/estribillo” y repetirla una vez, reservándose
el tiempo restante para explayarse en una seguidilla de ideas musicales de
la más pura índole progresiva, tan deliciosa para oídos curtidos como
desconcertante para no habituados; al igual que en el resto de las canciones
la duración le alcanza al quinteto para desarrollar recursos que incluyen
contrastantes variaciones de tono sin hacer peligrar la redondez
compositiva.
Con este álbum, Echolyn logró su primera (y hasta el momento única) edición
por un sello discográfico multinacional. Si bien desconozco la historia en
profundidad, no me es difícil adivinar que las expectativas y los logros
comerciales estuvieron separados por la realidad de un mercado hostil hacia
expresiones musicales con la estilización y la sofisticación que muestran
obras como “As The World”. Sin embargo no se puede negar que la agrupación
tenía ya desde aquel entonces (además de la brillantez compositiva que he
descrito más arriba y de una admirable pericia instrumental) una visión muy
clara de sus metas artísticas, visión que impregna las estrofas de canciones
como “As The World”, o “The Cheese Stands Alone”. De todas maneras este
episodio en la carrera del quinteto no sería obstáculo para que, años más
tarde, una versión menos soñadora y más desengañada de Echolyn nos deleitara
con posteriores obras maestras. Pero esa es otra historia.
Ezequiel Beyrouti
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