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 DOM: “Edge of Time” (1972)

Grupo aleman que tomo su nombre, por lo visto, de una droga , un acido que ingerian . Estamos hablando de un grupo muy sicodelico, con profusion de efectos sonoros, flautas, percusiones, voces susurrantes, organos... creando un efecto de viaje mental muy conseguido. Podemos emparentar este disco con los trabajos mas lisergicos y experimentales de los primeros Pink Floyd. Psicodelia espacial, llena de efectos, ambientes planeadores, un viaje sensorial para nuestros oidos. Disco raro y dificil de conseguir.

Jose A. Arias

Temas

  1. Intruitus
  2. Silence
  3. Edge Of Time
  4. Dream

Integrantes

  • Laszlo Baksay: bajo, guitarra acústica, letras, voz
  • Gabor Baksay: percusión, flauta, voz
  • Reiner Puzalowski: guitarras, flauta, voz
  • Hans Georg Stopka: órgano, piano, guitarra, voz

Dom fue un ensamble germano-húngaro-polaco que con su único disco “Edge of Time” aportó un valioso grano de arena para la germinación de la vanguardia progresiva en la escena underground europea. La propuesta del grupo se encuadra dentro de un esquema psicodélico portador de una vibración introspectiva especial, con una patente sensibilidad acústica bajo el cual late una tensión a veces muy sutil, pero la mayor parte de las veces, patente. El sonido del grupo está en un punto intermedio entre los estándares del krautrock seminal y el Pink Floyd más atrevido de fines de los 60s, sazonado con elementos de acid folk. Los que ya conozcan y aprecien la música de Yatha Sidhra o la faceta más bizarra del primer Jade Warrior podrán muy bien sentirse igualmente cautivados por la oferta de Dom.

‘Intruitus’ comienza con un sereno prólogo de 3 minutos basado en guitarras acústicas, flauta y percusión exótica, tras lo cual irrumpe un breve efecto cósmico de teclado que anuncia la entrada de una sección de órgano tenue y sombría, muy a lo Rick Wright. Poco a poco, manteniéndose el órgano en la base, vuelve y se asienta la pulsación exótica sobre percusiones hindúes hasta el final (8’55”). ‘Silence’ tiene un comienzo etéreo muy afín a la clave introspectiva marcada por el tema de apertura, aunque esta vez se siente más fuerte la influencia del Pink Floyd de “Ummagumma”. Unos efectos de sonido de patentes colores cósmicos surge a la mitad, introduciendo frases aleatorias del flauta, conversaciones y una expansión onírica de los efectos sonoros iniciales: el tema concluye con un reprise de las cortinas de órgano iniciales. Hasta aquí, la primera mitad del álbum. La segunda mitad comienza con la pieza homónima, la cual contiene un aire muy familiarizado con la electrónica perturbadora de Tangerine Dream y Kluster. La entrada de guitarras acústicas duales y cautivadoras líneas armónicas de teclado crea un eficaz y bizarro contraste con los persistentes efluvios perturbadores que crean un insoslayable muro sonoro paralelo. A partir del minuto 4 parece darse una comunión entre las guitarras y el trasfondo psicodélico. La recitación parece evocar la realización de un principio de meditación trascendental, más allá de la conciencia habitual: el surgimiento de la flauta le añade un bonito matiz bucólico al asunto, el cual persiste hasta el fade-out. La pieza de cierre ‘Dream’ es la más desencajada de todas: comenzando con una secuencia sombría, casi tétrica, que elabora una suerte de clímax paulatino, se interrumpe con una nota de vibráfono. La puerta se abre para la entrada de una sección acústica adornada con capas distantes de teclado y adornos percusivos tenues – las guitarras acústicas, con sus apenas perceptibles variaciones de timbre, marcan el desarrollo de este jam. Al minuto 5 la sección se interrumpe abruptamente, apareciendo ahora una serie de notas sueltas de vibráfono sobre cortinas efectistas de teclado y sonidos percusivos (gongs, campanas, platillos). La expansión de los toques aleatorios de percusiones y piano continúa hasta el final, una vez más, abrupto: esto de los cortes secos y abruptos es un truco psicológico al cual Dom recurre como parte esencial de su música.

“Edge of Time” es una verdadera joya perdida de la etapa primigenia de la música progresiva de la zona centroeuropea – es sorprendente la dosis de ambición artística que tiene su peculiar propuesta musical. La música de Dom, a pesar de que pueda sonar un tanto rudimentaria en sí misma, habrá de ser debidamente apreciada por los coleccionistas más afanosos que buscan en la música de vanguardia una vía de exploración espiritual junto con el goce estético propiamente dicho.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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