Temas
- Intruitus
- Silence
- Edge Of Time
- Dream
Integrantes
- Laszlo Baksay: bajo, guitarra acústica, letras, voz
- Gabor Baksay: percusión, flauta, voz
- Reiner Puzalowski: guitarras, flauta, voz
- Hans Georg Stopka: órgano, piano, guitarra, voz
Dom fue un ensamble germano-húngaro-polaco que con su único disco “Edge of
Time” aportó un valioso grano de arena para la germinación de la vanguardia
progresiva en la escena underground europea. La propuesta del grupo se
encuadra dentro de un esquema psicodélico portador de una vibración
introspectiva especial, con una patente sensibilidad acústica bajo el cual
late una tensión a veces muy sutil, pero la mayor parte de las veces,
patente. El sonido del grupo está en un punto intermedio entre los
estándares del krautrock seminal y el Pink Floyd más atrevido de fines de
los 60s, sazonado con elementos de acid folk. Los que ya conozcan y aprecien
la música de Yatha Sidhra o la faceta más bizarra del primer Jade Warrior
podrán muy bien sentirse igualmente cautivados por la oferta de Dom.
‘Intruitus’ comienza con un sereno prólogo de 3 minutos basado en guitarras
acústicas, flauta y percusión exótica, tras lo cual irrumpe un breve efecto
cósmico de teclado que anuncia la entrada de una sección de órgano tenue y
sombría, muy a lo Rick Wright. Poco a poco, manteniéndose el órgano en la
base, vuelve y se asienta la pulsación exótica sobre percusiones hindúes
hasta el final (8’55”). ‘Silence’ tiene un comienzo etéreo muy afín a la
clave introspectiva marcada por el tema de apertura, aunque esta vez se
siente más fuerte la influencia del Pink Floyd de “Ummagumma”. Unos efectos
de sonido de patentes colores cósmicos surge a la mitad, introduciendo
frases aleatorias del flauta, conversaciones y una expansión onírica de los
efectos sonoros iniciales: el tema concluye con un reprise de las cortinas
de órgano iniciales. Hasta aquí, la primera mitad del álbum. La segunda
mitad comienza con la pieza homónima, la cual contiene un aire muy
familiarizado con la electrónica perturbadora de Tangerine Dream y Kluster.
La entrada de guitarras acústicas duales y cautivadoras líneas armónicas de
teclado crea un eficaz y bizarro contraste con los persistentes efluvios
perturbadores que crean un insoslayable muro sonoro paralelo. A partir del
minuto 4 parece darse una comunión entre las guitarras y el trasfondo
psicodélico. La recitación parece evocar la realización de un principio de
meditación trascendental, más allá de la conciencia habitual: el surgimiento
de la flauta le añade un bonito matiz bucólico al asunto, el cual persiste
hasta el fade-out. La pieza de cierre ‘Dream’ es la más desencajada de
todas: comenzando con una secuencia sombría, casi tétrica, que elabora una
suerte de clímax paulatino, se interrumpe con una nota de vibráfono. La
puerta se abre para la entrada de una sección acústica adornada con capas
distantes de teclado y adornos percusivos tenues – las guitarras acústicas,
con sus apenas perceptibles variaciones de timbre, marcan el desarrollo de
este jam. Al minuto 5 la sección se interrumpe abruptamente, apareciendo
ahora una serie de notas sueltas de vibráfono sobre cortinas efectistas de
teclado y sonidos percusivos (gongs, campanas, platillos). La expansión de
los toques aleatorios de percusiones y piano continúa hasta el final, una
vez más, abrupto: esto de los cortes secos y abruptos es un truco
psicológico al cual Dom recurre como parte esencial de su música.
“Edge of Time” es una verdadera joya perdida de la etapa primigenia de la
música progresiva de la zona centroeuropea – es sorprendente la dosis de
ambición artística que tiene su peculiar propuesta musical. La música de
Dom, a pesar de que pueda sonar un tanto rudimentaria en sí misma, habrá de
ser debidamente apreciada por los coleccionistas más afanosos que buscan en
la música de vanguardia una vía de exploración espiritual junto con el goce
estético propiamente dicho.
César Mendoza
|