Temas
1- No Vacancy At The Hotel Of Noise (7:04)
2- Twilight In Lonely Lands (7:10)
3- Room 24, Around Noon (8:41)
4- The Black Line (10:01)
5- Night, But No Darkness (8:09)
6- Strange Wine From A Twisted Fruit (28:51)
Integrantes
- Gayle Ellett: guitarras eléctricas y e-bow, órgano, percusión
- Mike Henderson: guitarras eléctricas y e-bow
- Chuck Oken Jr.: batería, percusión, teclados
- Henry J. Osborne: bajo, didgeridoo, percusión
“Still No Commercial Potential” es una obra muy peculiar dentro del repertorio
de Djam Karet, una de las bandas más longevas dentro de la multívoca vertiente
progresiv que se ha venido forjando en los EE.UU. tras la década de los 70s. Es
refrescante y raro a la vez que un grupo tan cuidadoso en la planificación y
producción de cada álbum de estudio, rompa esta regla y se lance con estos 6
temas grabados en un ambiente de ensayo en los días 13 de junio y 1 de agosto
de 1998. de hecho, es así como trabaja DK cuando compone – se arrojan ideas
mientras se ejecutan en jams, y luego las más mágicas se reelaboran en
composiciones más cuajadas donde el control y el refinamient regulan las
improvisaciones iniciales. Este disco es un testimonio de uno de stos procesos
sin la fase ulterior de reelaboración. Grabados a través de un único micrófono
en estéreo por Henderson sin contar con mayores sobremezclas, los 6 temas de
“Still No Commercial Potential” nos revelan a un ensamble en el que las piezas
individuales saben escucharse mutuamente con sigilo a la par que dan rienda a
sus respectivas ideas surgidas sin estructuras predeterminadas. Tal como se
señala en los créditos del disco, ”nosotros simplemente afinamos nuestros
instrumentos y nos pusimos a tocar”. Este disco no es para todos los humores:
hay que estar en disposición de escuchar jams expandidos que no son tan veloces
como los de Hawkwind ni tan demenciales como los del Crimson con Belew. Pero
bueno, se trata de una obra efectiva en lo que se refiere a climas sonoros
ambiciosos según el estándar progresivo.
‘No Vacancy At The Hotel Of Noise’ abre el disco con un ejercicio de ágil
space-rock que ostenta en buena medida la influencia de Ozric Tentacles: de
todos modos, por la carencia de flautas y el uso muy secundario del teclado,
los tipos de Djam karet dan rienda suelta su propio ser en base a la manera tan
afilada de realizar las sonoridades de las guitarras duales en sus fraseos y
texturas. ‘Twilight In Lonely Lands’ tiene una duración similar y una vibración
más etérea. Las cadencias explícitamente étnicas de los aportes percusivos
marcan el tenor principal de la pieza, la misma que se halla pertinentemente
arropada por cortinas sonoras cuya densa delicadeza sirve para escenificar la
imagen crepuscular y solitaria del título. El aire de misterio aumenta más aún,
en proporciones geométricas, con ‘Room 24, Around Noon’, pieza alevosamente
lánguida cuya largo motivo introductorio se solaza en atmósferas minimalistas
repletas de sensaciones grisáceas, a medio camino entre lo inescrutable y lo
sutilmente amenazador. Una vez que el ensamble se instala por completo, el
grupo se desempeña en un esquema de jazz-rock lento en el que la espiritualidad
relajada del post-rock y el groove de la fusión se hermanan con completa
naturalidad. Una cosa muy característica de los mejores momentos de DK es su
capacidad de enrollarse consistentemente en unas pocas ideas básicas que portan
un atractivo bien sostenido. A medida que avanza la pieza, se aligera un poco
más el asunto, y así permanece hasta el arribo del fade-out. ‘The Black Line’
ya es arena de otro costal – un viaje lisérgico absoluto, signado por la sobria
articulación de los flotantes efectos de guitarra y teclado a través de las
emisiones del didgeridoo (a cargo de Henry Osborne) y en medio de los casi
ritualísticos ornamentos percusivos. Krautrock minimalista y musique concrete
son dos ingredientes adecuadamente concluyentes en esta pieza. La cadencia
pulsátil de los tambores de mano (no muy ruidosos dentro de bloque sonoro
general) aporta una intensidad bastante interesante, bien integrada dentro del
aura ensoñadora de la pieza y, a la vez, aportando una dosis controlada de
bizarría. ‘Night, But No Darkness’ porta una polenta que hasta ahora no se
percibía claramente en el disco. El nervio y la garra de lo guitarreos y la
batería se engarzan muy bien con el swing cautivante que esta última elabora en
consonancia con las ondulantes líneas de bajo. La presencia del órgano, a pesar
de no ser totalmente protagónica, ayuda bastante en la edificación y constancia
de una garra que siempre es bienvenida en manos de DK. El ritmo nunca llega a
ser trepidante: este tema se focaliza más en la resonancia de algunas
atmósferas cautas y bien definidas que en generar vigor intrépido (como sí
sucede en varios temas de “Burning the Hard City” y “A Night for Baku”, por
ejemplo).
Los últimos 29 minutos (o casi) del álbum están ocupados por ‘Strange Wine From
A Twisted Fruit’, el jam más obviamente ambicioso de “Still No Commercial
Potential”. El motivo introductorio guarda una cautela engañosa que no tarda en
revelar un motivo en 5/4 movido por un groove moderadamente extrovertido. En
dicha mesura colabora bastante la cadencia tribal que Oken sólidamente
proporciona a su batería. El asunto con las guitarras cobra un aire sobriamente
crimsoniano (al estilo de ‘The Sheltering Sky’) mezclado con la faceta más
contemplativa de un Gordian Knot. El desarrollo instrumental avanza lento pero
seguro, asumiendo posteriormente un clímax de fuerza rockera a la par que
conserva el compás. En este momento, la ambientación parece un krautrock
guitarrero transplantado a un esquema de jazz-rock. La cosa se mantiene así por
varios minutos hasta que e aura psicodélica pasa a un fabuloso crescendo que
fluye naturalmente sobre un medido incremento de la extroversión rítmica
inmaculadamente creada por Oken y Osborne. La polenta es efectiva y ardiente,
aún sin llegar a extremos metaleros. De esta manera termina el álbum de Djam
Karet que nos traemos en esta ocasión – no se trata de una obra excelsa al modo
de “Burning”, “Baku”, “The Devouring” o “Recollection Harvest”, y de hecho la
banda ha concebido este disco como una aventura no demasiado planificada, pero
sin duda es una muestra más del ingenio y la garra que este grupo ha venido
patentando a su propia manera desde los años 80. Si bien no es justamente
recomendable comenzar a conocer a DK a partir de “Still No Commercial
Potential”, es una joya musical fácilmente apreciable por quienes sienten
respeto y admiración por este vértice del progresivo estadounidense.
César Mendoza
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