La Caja de Música Revisiones
de
discos
LA LISTA DE CORREO HISPANO-PARLANTE SOBRE ROCK PROGRESIVO Y SINFÓNICO 
Volver al índice
Suscripción
Qué es LCDM?
Discos
Bandas y discografías
Conciertos
Festivales
Entrevistas
Letras
Propuestas especiales

Pasaron por aquí ya
contador
"cajeros"



 DEDALUS: “Dedalus” (1973)

Temas

  1. Santiago
  2. Leda
  3. Conn
  4. CT 6
  5. Brilla

Integrantes

  • Fiorenzo M. Buonasone: pianos, sintetizador, violonchelo
  • Marco Di Castri: guitarras, saxo tenor
  • Furio Di Castri: bajo
  • Enrico Grosso: batería, percusión Colaborador – René Mantenga (percusiones africanas)

Formada en Turín, Dédalo es una longeva banda italiana con una trayectoria intermitente y no muy prolífica, pero en verdad muy interesante. Muy metida en esto de la música experimental, la banda apuesta por una propuesta basada en la confluencia de elementos vanguardistas del jazz fusión, la academia y el rock. Su disco debut data de los primeros 70s, y podemos aproximarnos a una comprensión de la línea artística de su repertorio definiéndola como una alternativa itálica al Soft Machine post-Robert Wyatt. Ahora bien, este símil relativo al sonido grupal debe ser matizado con una alusión al fuerte carácter que Marco Di Castri imprime a su guitarra, el cual nos puede hacer recordar a John McLaughlin; dado que también es saxofonista, debemos remitirnos una vez más a Elton Dean, pues su gusto por el juego entrecortado con no muchas notas y líneas básicas bien definidas obviamente bebe de esta influencia. Por su parte, el teclista Buonasone exhibe las virtudes de su formación clásica con la adición de algunos elementos avant-garde en su manera de operar con los pianos de cola y eléctrico, así como el empleo del violonchelo en ciertos pasajes en los cuales se crea un flujo sonoro envolvente con dicho instrumento. Pero siempre volvemos a lo mismo, el sonido grupal y la esencia nuclear de las composiciones tienen al Soft Machine de los discos 4to., 5to. y 6to. como el principal referente.

Todo esto que acabo de señalar respecto a las pautas estilísticas del grupo se concentran de una manera ostensiva en la excelente y vibrante pieza de apertura ‘Santiago’. El fulgor neurótico y medio desarticulado del solo de violonchelo que se extiende entre los minutos 4 y 8 hubiera caído como anillo al dedo dentro de un disco de krautrock o de la sección de estudio del “Ummagumma” de Pink Floyd – una tormenta deconstructiva que irrumpe en medio de la exaltación jazzera del motif inicial para crear un caos elegantemente “encauzado”. El disco continúa con dos piezas más breves. La primera es ‘Leda’, la cual crea un ambiente crepuscular y medianamente tenue, con una fuerte presencia del piano eléctrico en la base, la cual queda cimentada con precisión por la sección rítmica. La segunda es ‘Conn’ comienza exhibiendo una aureola de tensión en su introducción, basada en un juego medio de sonidos aleatorios de percusiones y sintetizador; el cuerpo central deriva hacia un jazz fusión de tono alegre, rodeado de un cierto misterio (en esto me recuerda a los primeros dos discos de sus compatriotas de Perigeo). Marco Di Castri se desdobla eficazmente en sus retazos de saxo y efectos entrecortados de guitarra, más cercanos a la vanguardia psicodélica que al jazz: estos aportes de guitarra sirven como un bizarro contrapunto al ambiente creado por el ensamble de los otros instrumentos.

La segunda mitad del disco se inicia con ‘CT 6’, la cual es la pieza más dogmáticamente jazzera del disco. El grupo realmente le saca el jugo a sus 14 minutos de duración. Marco está realmente impresionante aquí – una vez más, alternando guitarra y saxo – aunque es justo señalar que la sección rítmica le da suficiente robustez al tema, al modo de un ancla sobre el cual los solos de saxo y guitarra y los efluvios de piano eléctrico pueden soltarse con confianza absoluta. Las intervenciones de Buonasone en sus breves solos de piano de cola y sintetizador hacen resaltar su pulcritud técnica académica, aunque lejos está de barroquismos este tipo. Una vez más, reserva sus mayores dosis de energía para el solo de violonchelo, aunque esta vez, al estar acompañado del resto de la banda, este solo es menos cósmico que el de ‘Santiago’, siendo en cambio más afín al swing del jazz-rock. En fin, ‘Brilla’ persiste en esta misma línea a lo Soft Machine con la furia propia de quien quiere despedirse dejando una huella. De este modo se cierra un disco realmente sorprendente. Quien esto escribe no esperaba encontrar algo tan gratificante en un disco tan vetusto como éste, de un grupo sobre cuya existencia se enteró el mismo día en que compró un ejemplar del disco en cuestión. “Dedalus” es un disco enormemente recomendable para los fans del jazz de vanguardia, y definitivamente Dedalus debería ser reivindicado como un exponente de puro genio musical ante la comunidad de melómanos de todo el mundo.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

ÿ