Temas
- Dodecahedron Part I (7:45)
- Dodecahedron Part II (5:10)
- Dodecahedron Part III (6:57)
- Dodecahedron Part IV (5:50)
- Dodecahedron Part V (4:37)
- Dodecahedron Part VI (8:13)
- Dodecahedron Part VII (3:02)
- Dodecahedron Part VIII (4:32)
- Dodecahedron Part IX (5:51)
- Dodecahedron Part X (5:11)
- Dodecahedron Part XI (5:14)
- Dodecahedron Part XII (8:15)
Integrantes
- Alfio Costa: órganos Hammond M100 y Leslie, piano clásico, Mini-Moog,
Mellotron M400sm, piano eléctrico Fender-Rhodes Mark II, sintetizadores,
dulcémele, samplers, ruidos
- Davide Guidoni: baterías y percusiones acústicas y electrónicas, Synhestesia
Mandola Drum Pad, gongs Kimerism, octobanes de metal, samplers, efectos
Colaboradores - Ettore Salati (guitarras eléctricas, slide y clásica, itchemba,
kehru), Luca Scherani (bouzouki en VIII y XII), Roberto "Bobo" Aiolfi (bajos
eléctricos con y sin trastes, contrabajo), Alessandro Papotto (saxo en I, V, X
y XII, flauta en V y XII, clarinete en XII), Vincenzo Zitello (arpa barda en
II, VII, XI y XII, flauta bajo en VI), Marcella Arganese (guitarra clásica en
I), Chiara Alberti (cello en III, IV, XI y XII), Sylvia Trabucco (violín en IV,
XI y XII)
A solo un año de su disco precedente "Destruktive Actions Affetc Livings",
Daal, la criatura del teclista Alfio Costa y el baterista Davide Guidoni vuelve
a lucir su talento progresivo moderno en su nueva obra "Dodecahedron". Se trata
de un disco conceptual extendido a través de 12 Partes, cada una de ellas
inspirada en sendos relatos góticos escritos por seguidores de la banda. De
hecho, todo empezó en octubre de 2010 cuando el dúo lanzó la idea en un foro
internauta de amantes del rock progresivo de invitar a la gente a que les
enviaran relatos de horror inspirados en alguna pesadilla, o anécdota difícil
de sus vidas, un trauma, etc., para a partir de ahí inspirarse en la
realización de un concept-disc. Pues bien, ahora este disco se ha hecho
realidad en "Dedocahedron", y ahora pasamos a revisarlo con detalle.
Iniciado por un suntuoso preludio de tenor exótico, "Part I" abre el disco con
una exhibición sumamente elegante de vibración rockera patente y, a la vez,
moderadamente desarrollada sobre un compás a medio tiempo: la amalgama de capas
de teclado se articula a las mil maravillas con la arquitectura sostenida por
la dupla rítmica y los espacios llenados por los riffs de guitarra mientras
dura la expansión del llamativo cuerpo central. El epílogo se centra en un
hermoso y estilizadamente inquietante motivo de guitarra clásica que sirve como
una especie de puente a "Part II", pieza que desarrolla un dinamismo etéreo.
Las alusiones a sonoridades del Extremo Oriente en su sección introductoria y
la parsimonia típicamente Floydiana del cuerpo central permiten al ensamble
elaborar una sonoridad convincentemente instalada bajo un ropaje de calmado
misterio. La espiritualidad de "Part III" tiene mucho que ver con el estándar
oscurantista y tenebroso de Goblin así como con el patrón del progresivo
escandinavo: es una pieza lenta pero rebosante de plena garra rockera. En sus
dos últimos minutos se incorporan arreglos de tenor sinfónico que sirven para
realzar la sensación de inminente peligro que ha marcado la esencia de su
desarrollo temático. Cuando llega "Part IV" volvemos al predominio de lo sutil,
esta vez con aires de jazz de salón sabiamente remodelados por pautas
psicodélicas: con la presencia del dueto de violín y cello se garantiza la
permanencia de recursos de claridad melódica a través de este viaje sonoro
específico. "Part V" nos remonta al space-rock alimentado por coloridos
fusionescos cuasi-arábigos, haciendo que el lento compás de base impulse la
generación y persistencia del suspenso sin desmedro de la calma contemplativa
reinante. Una vez más, tenemos un postludio de guitarra clásica que nos guía a
la siguiente parte: "Part VI" exhibe, en su amplia primera sección, una
estructura krautrockera donde la combinación de futurismo robótico y vibración
onírica nos remite a los tiempos del Tangerine Dream 75-78, para luego concluir
con una fastuosa coda sinfónica donde se conjugan los estándares Floydiano y
Yessiano de una forma conmovedoramente majestuosa. Mención especial para el
solo de guitarra, cuyo esplendor peculiar es imprescindible para que el
ensamblaje instrumental global concretice la dimensionalidad épica hacia la que
se proyecta.
La secuencia de "Part VII" y "Part VIII" es bastante contrastada: la primera de
estas piezas nos hace transitar por relajantes parajes de lirismo cándido
alimentado por leves aires optimistas; la segunda se encuadra en una atmósfera
cósmica repleta de pulsátiles vibraciones distópicas donde el space-rock y el
jazz-rock se hermanan dentro de un encuadre progresivo contundentemente
magnético. "Part IX" signa el regreso de las aristas más musculares de Daal, y
desde el primer instante del despliegue de su riff básico se advierte que
estamos ante el cénit rockero del álbum. El esquema rítmico sostenido sobre
bien articuladas cadencias sincopadas ayuda a la base nuclear de la pieza a
nutrirse de un swing llamativo, así como a intercalar con perfecta naturalidad
los intermedios electrónicos estratégicamente localizados. A partir de aquí, el
dúo y sus compañeros de turno están preparados para hacer un nuevo viraje
temático hacia áreas jazzísticas, esta vez con un tono contemplativo en el que
se apuesta por un lirismo romántico, como utilizando el estándar de Shadowfax a
través de un filtro de Yellow Jackets. "Part XI" es como un tema hermanadamente
vinculado a "Part IV" con elementos adicionales inspirados en el vuelo onírico
de Tangerine Dream y el Vangelis de la época de "Antarctica": fusión
contemporánea con base ambient-electrónica, donde la presencia del dueto de
cello y violín, una vez más, ayuda a sustentar el aspecto lírico del asunto.
"Part XII" concluye el disco al modo de un exquisito viaje sinfónico donde
confluyen los legados de Goblin, Camel y el King Crimson 69-70 bajo la fuerte
influencia de los actuales patrones de Höstsonaten y White Willow: esta
composición ostenta orgullosamente un esplendor musical digno de sus herencias
y referencias colaterales, logrando retratar simultáneamente la melancolía y la
inquietud con una paleta sónica arrolladoramente crepuscular. En muchos
sentidos, "Part XII" sintetiza un selección de atmósferas que se hicieron
presentes en varias Partes precedentes, con lo cual se logra un gran final para
otro grandioso disco de Daal:
"Dodecahedron" lleva a buen puerto su misión particular de distanciarse de la
lógica de hiperbólicas aventuras eclécticas bajo la cual se trazaron los discos
precedentes, y de esta manera, nos obsequia un nuevo repertorio donde el grupo
reconstruye su propia esencia de manera fresca y cautivante. !Recomendado!
César Mendoza
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