Temas:
- Nunc Fluens (2:56)
- The Space For This (5:46)
- Evolutionary Sleeper (3:35)
- Integral Birth (3:53)
- The Unknown Guest (4:13)
- Adam's Murmur (3:29)
- King Of Those Who Know (6:09)
- Nunc Stans (4:13)
Músicos:
- Paul Masvidal / Guitarra y voces
- Sean Reinert / Batería
- Sean Malone / Bajo, Chapman Stick
- Tymon Kruidenier / Guitarra, guturales
?Es posible capturar la eternidad en apenas media hora? Pues estos señores de
Cynic lo han conseguido, ensamblando para ello la más intensa experiencia
musical de los últimos tiempos.
Hace ya 15 años que Cynic sacaron al mercado su primer, y hasta Traced in Air
único, trabajo en estudio. Focus, se llamó. Tuvieron en él la osadía de
fusionar lo aparentemente infusionable: el death metal y el trash metal con el
jazz y la música electrónica. Ahí es nada. El resultado fue un álbum
oximorónico, de corte indudablemente progresivo, aunque en la rama más extrema
del abanico musical al que esta Caja de Música se abre. Bien hacía Juan
Mellado, en la reseña que en su día hizo de Focus, tanto en calificarlo como
"el más complejo álbum jamás realizado de fusión extrema del Metal Progresivo"
como en recomendar "abstenerse a los puristas". Focus era, en efecto, una
revolución en cuanto a concepto musical, pero no disimulaba su esencia de metal
extremo, con predominio de vocalizaciones guturales (si bien alternadas con
otra voz sintetizada) y una innegable base, aunque experimental, de death/trash
metal.
Pues bien: 15 años más tarde, Traced in Air se nos presenta como un esfuerzo al
menos tan complejo como Focus, pero mucho más disfrutable para los aficionados
menos acostumbrados al borde del precipicio musical. Este brevísimo conjunto de
canciones -menos de 35 minutos- solo puede ser calificado de genial. Y si hay
algún disco este año capaz de superarlo, a fe que la cosecha de este 2008 va a
ser recordada durante mucho, mucho tiempo.
El primero de los cambios introducidos por Cynic en este largo paréntesis de 15
años tiene que ver con la concepción de las voces. Los guturales, protagonistas
en Focus, pasan ahora, aunque frecuentes, a un segundo plano, utilizándose
fundamentalmente para acentuar los constantes cambios de intensidad e intención
que van produciéndose en el álbum. Por otro lado, aquella voz sintetizada de
entonces, que ante todo era extraña, ha pasado a convertirse en una voz
tratada, sí, pero limpia, bella y cargada, en infinidad de momentos, de
dulzura. Este nuevo estilo vocal es todo un acierto, cuya intención parece ser
ayudar a comprender la calidad de las composiciones de metal extremo, que
tantas veces resulta opacada por el rechazo que a mucha gente le provoca un
estilo vocal brutal y percusivo.
El segundo cambio fundamental radica en la arquitectura musical que Cynic nos
presenta. La fusión de estilos aparentemente opuestos en que consistía Focus se
ha convertido, en Traced in Air, en suntuosa integración dentro de un rock
progresivo moderno de enorme personalidad. Por dar una imagen absolutamente
subjetiva de a qué suena esto, es como si los Pain of Salvation de los primeros
discos se hubieran metido en el pellejo de los Porcupine Tree de los últimos y,
desde el cielo, los hubieran espolvoreado con dosis de metal extremo. Ahora
bien: el metal extremo más melódico que jamás haya sido grabado. Y es que
Traced in Air tiene estribillos increíblemente pegadizos.
Entre los muchos elementos que dan personalidad a este trabajo acaso merezca la
pena destacar la sabiduría de Cynic a la hora de insertar innumerables cambios
de tempo e instrumentación. Esto sitúa al escuchante ante un cuadro abigarrado,
lleno de contrastes, donde el aumento de intensidad en los momentos fuertes no
hace sino resaltar todavía más la belleza de las partes suaves (con su
correspondiente viceversa). Acaso sea este el secreto fundamental de la
genialidad que este álbum atesora, además, claro, de que todos los músicos
están a un nivel estratosférico (el batería, absolutamente increíble).
Imprescindible ver a estos monstruos en su gira con Opeth, que por cierto
recala en España entre el 29 de noviembre y el 2 de diciembre (en Bilbao,
Madrid y Barcelona).
-Nunc Fluens, "el ahora que fluye", el tiempo en su condición de plena
mutabilidad, abre este disco con un in crescendo de ritmos tribales y sonidos
extraños, cortándose en seco para recibir al primer temazo del álbum.
-Space For This comienza con una guitarra limpia y lenta, de aire
introspectivo, a la que enseguida se acoge, entre repiques de plato, el
dulcísimo canto de Masvidal. Luego la música cobra vigor, empiezan los
guturales, aunque más como adorno o acento que como verdadera voz cantante. Un
punteo muy painofsalvationiano, sobre un entramado complejo, da paso al mismo
motivo esbozado primero sobre sonidos bruscos (casi como mugidos de vaca) y
luego sobre guitarras limpias, consiguiendo así un efecto de gran expresividad.
A lo largo del tema se van sucediendo los picos emocionales, utilizando el
recurso de combinar, barajándolas entre sí, la voz gutural y la dulce.
Insuperable y deleitoso el trabajo del batería, Reinert.
-Si el segundo tema era bueno, el tercero, Evolutionary Sleeper, es una joya
comprimida en tres inolvidables minutos y medio de orgasmo auditivo. A él
contribuyen todos los ingredientes antedichos: sucesión constante de partes
suaves y fuertes, cautivadora melodía, virtuosismo instrumental... El último
eco del final te deja seco, con ganas de tres horas más. En este punto del
disco ya no hay retorno posible, estás capturado, rendido.
-Integral Birth repite aproximadamente la fórmula, destacando -por decir algo-
el punteo de guitarra y el brusco cambio, a la Opeth, hacia un motivo lentísimo
y extraordinariamente bello, para enseguida recuperar mordiente al máximo e
irse a un final en fade out.
-The Unknown Guest comienza, precisamente, con el fade in de una repetitiva
frase instrumental. Un ritmo profusamente entrecortado acompaña a entonaciones
melódicas, cualidad que se ve resaltada por el cambio a una instrumentación más
suave. El final se refuerza con coros y el apoyo de voces guturales, manejando
a su antojo los músicos la intensidad del tema. Tras un corte de sonidos
extraños llega un punteo compacto y tremendamente efectivo, y luego coros
hindúes repetidos en ciclos de guitarra. La progresiva mezcla de los diversos
motivos ya expuestos nos conduce hasta un desbordante final.
-Adam's Murmur es otro temazo de los de caerse de espaldas. De nuevo la mezcla
de tiempos medios y guitarras claras, con resultados muy melódicos; de nuevo
explosiones de intensidad acentuadas con voces guturales; un punteo bastante
jazzístico; momentos de infinita suavidad contrastados con repuntes metálicos
en una sucesiva y magistral superposición de ideas musicales.
-King Of Those Who Know es otro de los puntos culminantes del álbum. Aquí un
principio casi a lo Abba, con voces femeninas, muta en potentes guitarras y
breves interludios acústicos sobre una melodía pegadiza y crecientes detalles
al fondo. Los cambios de intensidad y acento son legión, se suceden sin dar
tiempo a contarlos, hasta arribar a un punteo jazzístico de tono optimista.
Tras el clímax van desapareciendo instrumentos poco a poco hasta quedar dos
guitarras acústicas, una, ninguna. Es el tema más largo del álbum (6:09), !pero
se hace tan corto!
-Nunc Stans. Si "el ahora que fluye" daba comienzo a este disco, su final es
"el ahora que permanece", la eternidad que subyace a los cambios. Después de
todo lo que llevamos escuchado (en tan poco tiempo), sorprende la audacia de
concluir este disco con un corte lento, casi ceremonial, un tema muy en la onda
del progresivo moderno y, eso sí, extraordinariamente acertado: a pesar del
bajón en el metrónomo, el disco no pierde en estas sus postrimerías ni un ápice
de intensidad. La melodía, la instrumentación y el misterio que desprende este
último track, de enorme fuerza contenida, se encargan de ello. Tras un final
jugando con el ritmo viene un golpe de gong y una última, única nota que se
estira en nuestros oídos hasta desaparecer, dejándonos con ganas de más,
colgados en esa eternidad conseguida en apenas media hora.
?Qué más decir? Traced in Air es abrumadoramente bueno (9'5/10). Y una vía de
acceso excelente para que los amantes del rock progresivo menos arriesgado
puedan saborear, aunque solo sea por una vez, las inusitadas delicias que
esconde el metal extremo.
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