Temas
- Wardance
- Major Keys
- Put It This Way
- Castles
- Fighting Talk
- The Inquisition
- Star Maiden / Mysterioso / Quasar
- Last Exit
Integrantes
- Don Airey: pianos, órgano, sintetizadores, clavinet, campanas tubulares
- Jon Hiseman: batería, tímpanos, gongs, percusión
- John Mole: bajos
- Gary Moore: guitarras, voz
“Wardance” fue el tercer y último trabajo discográfico del poderoso ensamble
jazz-progresivo Colosseum II. La línea de trabajo ofrecida por el grupo
apuntaba directamente a la elaboración y desarrollo de un sonido sustentado
en un swing llamativo y explorado a partir de una dinámica rockera filuda y
refinada a la vez. Hiseman y Mole conforman una dupla rítmica muy versátil
que se siente cómoda tanto en los pasajes rotundamente explosivos como en
aquellos donde hay que apelar a cadencias más moderadas (no demasiado,
tampoco), y es en gran medida que su labor recicla la furiosa creatividad
exhibida a través de las intervenciones de las guitarras y los teclados.
Gary Moore es un firme contemporáneo de Holdsworth, esto es, un tipo capaz
de alternar fraseos pirotécnicos muy a lo McLaughlin y riffs bien armados
con igual convicción. Por su parte, Don Airey hace su propia reconstrucción
de las influencias que recibe de Jan Hammer y Chick Corea incorporando
colores progresivos varios que beben de la pomposidad de un Keith Emerson, y
eso lo pone a la par que Eddie Jobson. A pesar de estos casuales paralelos
que estoy aparentemente planteando con el primer UK, en realidad este disco
tiene una vertiente claramente definida hacia un jazz-rock ornamentado con
colores sinfónicos, algo así como un edificio sónico híbrido de Return to
Forever y Mahavishnu Orchestra construido con materiales de rock duro y
progresivo en su faceta más bombástica. Antes de que Airey se volcara hacia
el rock duro melódico de Rainbow y Moore buscara hacerse de un nombre propio
en el hard rock y el blues-rock estándar, dieron algo valioso a la tradición
progresiva setentera. Y por su parte, Hiseman despliega una inagotable
energía en sus funciones rítmicas así como en sus infaltables ornamentos de
turno.
Los máximos exponentes directos de la oferta esencial del grupo están
encarnados en los temas 1, 6 y 7, y en menor medida, en el tema 3. La pieza
homónima que abre el disco comienza con una serie de orquestaciones y
efectos de teclado que transitan entre lo épico y lo cósmico, siendo así que
al entrar los golpes de tímpanos lo épico queda realzado en predominancia.
Cuando la pieza aterriza sobre su motivo principal, nos encontramos con un
llamativo jam en 10/8 que hace ciertos coqueteos con el funk-rock, pero la
esencia permanece bien definida en el jazz-prog. ‘The Inquisition’ nos lleva
hacia una explicitación clara de la deuda que tiene Colosseum II con Return
to Forever (etapa con Al di Meola), siendo un tema potente y bien armado,
nunca desbordado por los lucimientos individuales de los instrumentistas.
Una mención especial debe ir hacia el doble solo de guitarras eléctrica y
acústica que mete Moore en algún lugar del medio – su colorido aflamencado
nos puede hacer olvidar que estamos escuchando a Hiseman y co. e imaginar
que, como por arte de magia, este disco se transformó en uno de Iceberg. En
fin, un gran tema es ‘The Inquisition’. ‘Star Maiden / Mysterioso / Quasar’
es el tema más ambicioso en lo compositivo. El título tripartito se
corresponde con una serie de tres secciones mutuamente diferenciadas,
ligadas entre sí por golpes de campanas tubulares y platillos. El tema
comienza con un motivo lento que sirve para que Mole luzca su estilo pulido
en el bajo sin trastes; la segunda sección alterna compases de 21/8 y 5/4, y
suena a un Mahasihnu sin McLaughlin pero con Holdsworth; en fin, la tercera
parte es la más intrépida, bombástica, con un corto desarrollo que le
permite operar como un efectivo epílogo. ‘Put It This Way’ pudo ser más
largo, pues mientras llega su fade-out el oyente se queda sin saber a dónde
podía apuntar una explotación más detallada de sus potencialidades: es un
jam donde se mezclan los espíritus de los dos temas precedentes, aunque con
un aura menos compleja, y por tanto, no aburre… por eso mismo pudo dar más
de sí. En fin, se trata de otra pieza destacada del disco.
‘Major Keys’ es un sólido ejercicio de funky edificado con bastante polenta:
la escucha es bastante amena, y las piruetas construidas por la guitarra y
el sintetizador alternadamente no llegan a saturar, sino que completan la
fluida agilidad de la pieza. ‘Fighting Talk’ es un blues-rock rápido sin
llegar a ser estrepitoso: su cadencia, emparentada con la de los temas más
alegres de Dixie Dregs y del Billy Cobham solista, le permite convertirse en
otra pieza esencialmente amena dentro del repertorio. ‘Castles’ es la pieza
menos especial del disco, tratándose como se trata de una agradable balada
de corte R’n’B en la que Moore hace gala de su feeling (y también limitado
registro) al canto: no es tanto su guitarra sino los ornamentos de piano
eléctrico los que elaboran los sonidos más interesantes de esta balada. El
disco cierra con ‘Last Exit’, un bonito lento en el que Moore casi hace
hablar a su guitarra con su sentida ejecución de la línea melódica reservada
para su instrumento. Los colchones simples de órgano y los loops cósmicos de
sintetizador ayudan a darle un aire sofisticado a la ambientación evocativa
de la pieza. Con este ejercicio de virtuosismo con controlada pirotecnia (y
que, dicho sea de paso, no me hubiera molestado que durara un poco más)
terminan tanto este disco como la carrera discográfica de Colosseum II.
Parece mentira cómo un disco creado y registrado en los umbrales del fin de
los 70s pueda sonar tan actual hoy en día. El trabajo de Colosseum II es, en
muchos sentidos, un anuncio temprano de lo que tiene lugar, desde hace más
de una década, en el actual mundillo del jazz-rock y el jazz-prog metal.
César Mendoza
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