Temas
- Birds Flying Into Buildings (9:13)
- Terra Fire (3:36)
- Tunguska (6:33)
- Caution Congregates and Forms a Storm (10:53)
- Chronicle of the Invisible River of Stone (9:19)
- Yucatan 65: The Agitation of the Mass (10:35)
- Chakra Khan (5:59)
- Battalion (9:55)
- Sunken City, Sunny Day (3:19)
Integrantes
- Dan Britton: teclados, guitarras
- Malcolm McDuffie: batería
- Brian Falkowski: saxofones, flauta, clarinete
- Brett d’Annon: bajo, guitarras
Colaboradora – Megan Wheatley (canto en 5)
Birds and Buildings es el nombre de un ensamble progresivo norteamericano
compuesto principalmente por músicos que ya han compartido cartel en bandas
como Cerebus Effect y Deluge Grander. “Bantam to Behemoth” es el título de su
gema discográfica que ya ha llamado poderosamente la atención de variados y
diversos comentaristas internautas en e-zines progresivos de todo el mundo, y
yo ciertamente me hago debido eco del entusiasmo general. Me parece una obra
infaltable para coleccionistas y conocedores, una obra que muestra sus
influencias añejas sin por ello dejar de sonar revitalizadora y sugerente bajo
sus propios términos. La psicodelia espacial, los vericuetos jazzeros a lo
Return to Forever y la aureola distinguida del Canterbury son las principales
fuentes de inspiración para Britton, McDuffie, Falkowski y d’Annon, músicos que
cuentan con bastante espacio para demostrar sus dosis individuales de solvencia
y sensibilidad dentro de un sonido grupal muy compacto y bien afiatado.
‘Birds Flying Into Buildings’ da inicio al disco con una actitud frenética, la
misma que se plasma en una bien articulada dinámica encuadrada entre la batería
y los teclados (cortinas de mellotron y vuelos de piano eléctrico): el factor
jazzero desplegado por la dupla rítmica ayuda a agilizar la potente psicodelia
que conforma el núcleo de la pieza, la misma que nos recuerda a una cruza entre
Return to Forever, Gong y un Guapo bien “magmeado”. Las cosas giran hacia una
dimensión más lírica y relajada con ‘Terra Fire’, aunque el aspecto cósmico de
la pieza precedente se perpetúa todavía en cierta medida gracias a las cortinas
flotantes de mellotron; por su parte, el saxo y la batería preservan la
vibración jazzera, y así pues, el gancho de la pieza. Realmente se sienten muy
cortos sus 3 ½ minutos de duración. ‘Tunguska’ se pasa a una dimensión más
profunda de la línea introducida en el tema precedente, plasmando unas
cadencias étnicas espaciales que nos pueden recordar en parte a Embryo mezclado
con el Soft Machine del “Third” y el Hillage de “Fish Rising”. Al pasar a una
sección más agresiva, las cosas se ponen momentáneamente en un tono Van der
Graaf Generator, tras lo cual el elemento jazz-rock es retomado con más vigor.
La coda porta el boato propio del sinfonismo más clásico. ‘Caution Congregates
and Forms a Storm’ comienza con un colorido cálido emanado por la inteligente
armazón de guitarra acústica, piano, mellotron y flauta: una vez que entra la
batería, el contexto se intensifica un poco pero la instrumentación principal
sigue casi igual. El carácter general de la pieza transita entre un
romanticismo grisáceo y ambientaciones pastorales etéreas, algo así como una
conjunción de Anthony Phillips, Pulsar, Happy the Man y PFM. Los casi 11
minutos que dura el tema pasan volando, y ciertamente el esquema sonoro del
tema parece retratar musicalmente el cielo que sirve de marco para dicho vuelo.
Las cosas siguen un sendero muy parecido con ‘Chronicle of the Invisible River
of Stone’, enfatizando la vertiente sinfónica y apelando a atmósferas más
intimistas. La inclusión de algunos pasajes de inspiración renacentista ayuda a
mantener un aura distinguida, mientra que el ingreso de otros momentos más
densos (guiados por el mellotron y el sintetizador) permite continuar con las
cadencias espaciales a los cuales es tan afecta la gente de Birds and
Buildings. ‘Yucatan 65: The Agitation of the Mass’ reitera una vez más la
preeminencia de desarrollos líricos con guitarra acústica, mellotron y flauta,
pero esta vez el asunto resulta menos sinfónico y más fusionesco (incluyendo
ambientes mediterráneos y arábigos de manera dosificada). Esto se ahonda cuando
llegamos a la segunda mitad, la cual plasma un híbrido de Embryo, Hillage y
Soft Machine, con algo del Oldfield de “Hergest Ridges” – un híbrido enérgico
que no chillón. ‘Chakra Khan’ establece un dinamismo muy afín al que impregnaba
al tema de apertura, sonando casi a una mezcla de Brand-X y Wigwam. Como
siempre, los efectos cósmicos de sintetizador entran a tallar para aportar algo
peculiar al entramado instrumental. El órgano tiene un sonido añejo entrañable,
parecido al que escuchamos en los discos de Colosseum y Arzachel. El solo de
saxo me recuerda a Dick Heckstall-Smith, dicho sea de paso. ‘Battalion’ parte
de la electrizante vibración precedente y la orienta hacia un aumento de la
robustez. Eso último permite, de rebote, establecer un juego más pronunciado de
contrastes entre el jam jazz-rock que ocupa el núcleo de la primera parte con
el jam más psicodélico y contenido que ocupa casi toda la segunda mitad, antes
de la intensa coda que concluye la pieza con gran esplendor. ‘Sunken Citu
Sunny’ cierra el disco con un intimismo onírico y envolvente: se trata de un
ejercicio de languidez dedicado a evocar una espiritualidad relajada y
contemplativa. Algo así como una balada de Hawkwind reciclada por un
conglomerado de músicos de Pulsar y Popol Vuh concentrados en explorar la
faceta más suave del art-rock.
“Bantam to Behemoth” es un ítem infaltable en futuras listas Top 10 del
progresivo en el año 2008. Esperemos que no se trate de un simple one-shot para
Brids and Buildings, pues un disco tan bueno como éste solo puede provenir de
una banda llena de muchas buenas ideas y una capacidad de inspiración no de
corto plazo. Al menos, eso me parece a mí...
César Mendoza
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