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LA LISTA DE CORREO HISPANO-PARLANTE SOBRE ROCK PROGRESIVO Y SINFÓNICO 
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 BILLY CURRIE: “Transportation” (1988)

Temas

  1. Airlift
  2. Traveller
  3. Transportation
  4. Rakaia River (Mountains to Sea)
  5. India
  6. Perfect Flight
  7. Over-Soul
  8. English Home

Billy Currie: teclados, violín y viola eléctricos Colaboradores – Steve Howe (guitarras, bajo sin trastes, mandolina, ukelele), Toby Anderson (sintetizadores), Kadir Guirey (percusión en 6), Mel Wesson (secuenciadores), Derek Forbes (bajo en 1), Ray McVeigh (guitarra en 5), Ray Weston (batería en 5 y 7), Mickie Fiat (bajo sin trastes de 5 cuerdas en 6 y 7), Helena Ferrari (canto en 2), Luis Jardim (percusión en 8)

Billy Currie es uno de los héroes de la movida pop británica de los 70s y 80s, especialmente en su rol de versátil teclista y cuerdista del legendario ensamble Ultravox, así como eficaz colaborador de Gary Numan y co-autor de la mejor obra de Visage en los albores de la moda tecno. “Transportation “es su primer disco de la etapa solista que forjó al día siguiente del inicio del declive de Ultravox en la segunda mitad de los 80s: no es de extrañar que se trate de un trabajo musical de altas ambiciones estéticas si es que prestamos atención a sus valiosos aportes compositivos y musicales a la obra de Ultravox durante la etapa de Midge Ure. Según se cuenta en el librito de este disco, el material surgió a partir de unos demos en los cuales estaba elaborando “casi inconscientemente” una mezcla de tecno estilizado con new-age. Con el proceso de producción y post-producción, y contando con la ayuda invaluable de excelentes músicos de apoyo (incluyendo a un experto baterista como Ray Weston, a un músico de sesión de Meter Gabriel como Derek Forbes, quien también pasó por las filas de Simple Minds, un percusionista experto en jazz y fusión, y Steve Howe… bueno, basta decir su nombre y ya), “Transportation” terminó convirtiéndose en una obra de art-rock cautivadora, donde la world-music y las ambientaciones electrónicas se conjugan coloridamente bajo ingeniosos ropajes de herencia sinfónica. El resultado final es como una conjunción de Eddie Jobson, banda sonora de Vangelis, el Oldfield ochenteno más épico y Ruychi Sakamoto: de hecho, este último referente que menciono resulta consistentemente notable merced al uso repetido de trucos musicales inspirados en los arquetipos de la música oriental.

‘Airlift’ da inicio al disco con texturas electrónicas envolventes que dan paso a la superposición continua de diversas cortinas majestuosas que contienen un aura casi cinematográfica. ‘Traveller’ es menos fastuosa pero conserva la agilidad de la pieza precedente, creando así un continuum muy efectivo para que el oyente empiece a apreciar con agrado esta propuesta musical. El tema homónimo es uno de los más intensos del disco, mayormente porque logra encarnar las cualidades centrales del disco con gran esplendor. La ilación sostenida de los diversos motivos que conduce a un clímax parcial magnífico haya su perfecto contrapunto en el lírico final de guitarra acústica y mandolina que permite al tema concluir con un timbre de ensueño contemplativo. En ‘Rakaia River (Mountains to Sea)’ Currie da espacio prioritario al piano durante la primera sección antes de que las orquestaciones de múltiples sintetizadores entre a tallar para gestar un hermoso boato sinfónico – en esta pieza hay una especial muestra de sensibilidad clasicista que ayuda a generar un espacio más medido de musicalidad en comparación con las tres piezas precedentes.

La segunda mitad del disco comienza con ‘India’, el cual es un muestrario de pop-rock ágil y ganchero con tenues colores exóticos: un momento de oxigenamiento de las pretensiones estéticas de Currie tras el despliegue de colorido exhibido en los cuatro temas anteriores. A continuación siguen ‘Perfect Flight’ y ‘Over-Soul’, los cuales tienen un ambiente intermedio entre el sinfonismo melódico sencillo (no ajeno al Camel ochenteno o a los discos solistas de Steve Howe) y el jazz-pop amable, todo ello ornamentado con quiebres melódicos y adornos tipo Sakamoto: el caso de ‘Over-Soul’ es llamativo debido a que da la sensación de que podía haberse expandido más antes de llegar a su abrupto final, a fin de dejar espacio para algún solo de guitarra o sintetizador que terminara por explotar las sutilezas intrínsecas al motivo armónico de base. Al fin y al cabo, ambos temas operan como sendos preludios al hipnótico tema de cierre, ‘English Home’, el cual destila una atractiva combinación de misterio y nostalgia en su espacio poco menor de 5 minutos. Los etéreos fraseos de la guitarra eléctrica y los ensoñadores vuelos de la viola hayan un excelente cobijo en la serie de orquestaciones de sintetizadores que se despliega de principio a fin a través de sus serenas variantes melódicas. Siento que el fade-out llega demasiado pronto. En general, percibo que la serie de los cuatro primeros temas exhiben una mayor ambición que la serie de los cuatro últimos, pero en general, esta obra está bastante dotada de belleza y elegancia como para ser del agrado de los aficionados a la buena música ambiciosa, sea ésta "flagrantemente" progresiva o no.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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