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Temas
- Drax
- Riff Fantom
- Charlie
- Les Indiens
- Trente-trois
- LeMain du Diable
Integrantes
- Laurent Imperato: guitarras
- Philippe Bussonnet: bajo
- Jean-Claude Buire: batería
Dentro de las novedades discográficas que el vasto género progresivo nos trae
para el presente año 2008, el caso de BBI es muy peculiar – este disco homónimo
es en realidad el único registro de una banda que terminó efímera, allá en
1996. Fundado por el guitarrista Laurent Imperato tras la debacle de Xaal, en
conjunción con un miembro de One Shoot y otro de Offering, BBI nos ofrece una
propuesta progresiva pesada, cañera, ácida, amigable con los trucos
pulsacionales del zheul, las cadencias complejas del jazz-rock, la potencia de
la psicodelia más agresiva. El grupo asume cómodamente la sonoridad del
power-trío, que no sus esquemas compositivos: el material suele ser parco en
sus ideas básicas, permitiendo a la banda explayarse dentro de confines
definidos con un especial ahínco en la garra. Podemos notar una familiaridad
con la faceta más aguerrida de Xaal, pero las mayores coincidencias están con
Korekyojin y Yang: complejidad no muy abrumadora, energía extrovertida, fineza
en perfecta copulación con la rudeza.
El tema inicial ‘Dvdx’ establece un acceso llamativo, fuerte hasta lo
inexpugnable, dueño de un gancho raro pero innegable. ‘Riff Fantom’ nos muestra
a una guitarra que suena a un “Hendrix zeppelinizado” embebido en un sueño
frippiano: el solo de bajo que emerge a partir del cuarto minuto refleja la
esencia de lo atroz con su filo casi sanguinario. También hay un solo de
batería, armado sobre una métrica letánica de guitarra y bajo, la misma que
sirve de soporte para el desarrollo del clímax final. ‘Charlie’ da prioridad a
las atmósferas de raíz jazzera: la guitarra elabora cadencias muy controladas,
mientras que el bajo explota el fuzz no para desplegar energía sino para añadir
matices a ciertos huecos dejados por el guitarreo. El baterista se vuelve a
lucir de manera genial, estableciendo similitudes con el estándar de Terry
Bozzio. ‘Les Indiens’ establece un punto intermedio entre la sutileza del tema
inmediatamente precedente y la neurosis implacable de ‘Riff Fantom’. ‘Trente-
Trois’ parece un tema viejo de Weather Report (etapa con Pastorius) ejecutada
por una banda tributo a Jimi Hendrix/Jeff Beck. Las torturadas estelas
psicodélicas emitidas por la guitarra hallan un adecuado contrapunto en el tono
juguetonamente funky de la dupla rítmica. Cuando la guitarra pasa a explayarse
en fraseos de tipo McLaughlin, la dupla rítmica debe robustecerse roqueramente
a fin de asentar una columna adecuada para el momento. ‘La Main du Diable’
ocupa los 7 minutos finales del disco, y realmente se trata de un cierre
espectacular. La idea básica es muy sencilla, pero es a partir de la idea
básica que el grupo se expande de manera incisiva: aquí tenemos los mejores
solos de guitarra (incluyendo agudos casi imposibles), la mejor combinación de
fuerza y gancho, la polenta más estructurada – en fin, una garantía de
excitación rockera en base a la prototípica sofisticación progresiva.
En total, el repertorio de este disco no llega a tocar la barrera de los 40
minutos: me queda la sensación no solo de que este grupo se desvaneció
demasiado pronto, sino que además se ha quedado trunca la posibilidad de
registrar una cantidad de material más acorde con las posibilidades de espacio
del disco digital. En fin, esto es lo que hay, y es una cosa buena que el sello
Soleil Zheul lo hay editado. El legado interrumpido de BBI deja de ser un
secreto y pasa a ser una pieza coleccionable a disposición de cualquier amante
del progresivo muscular.
César Mendoza
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