Temas
- Africastle (5:48)
- Ice Cream (4:37)
- Futura (6:18)
- Inchworm (4:52)
- Wall Street (5:25)
- My Machines (3:55)
- Dominican Fade (1:49)
- Sweetie and Shag (3:50)
- Toddler (1:11)
- Rolls Bayce (2:06)
- White Electric (6:15)
- Sundome (7:48)
Integrantes
- Dave Konopka: bajo, guitarra, efectos
- Ian Williams: guitarras, teclados
- John Stanier: batería
Colaboradores - Matías Aguayo (2), Gary Numan (6), Kazu Makino (8), Yamantaka
Eye (12)
Battles se formó, entre otras cosas, como vehículo para nuevos experimentos
sónicos que Ian Williams tenía en mente y que no podía concretar dentro del
esquema de trabajo de Don Caballero, siendo así que pronto encontró aliados en
la empresa de crear algo totalmente nuevo dentro de la vanguardia math-rockera
estadounidense. Y sí, los antecedentes de algunos de sus componentes en Don
Caballero y Lynx hablan de una especie de compromiso con esta tendencia
particular de aventura rockera, pero también hay que tener en cuenta que el
baterista formó parte de la escena metalera alternativa de los 90s en Helmet;
además, cuando Battles comenzó como cuarteto, contaba con Tyondai Braxton, un
músico de afianzada carrera solista como rockero vanguardista en el rol de
frontman. "Gloss Drop", segundo disco de Battles, es el primero sin Braxton, y
una oportunidad de oro para que Battles calibre su refrescante misión de
replantear el discurso del math-rock con filtros tan diversos como el
krautrock, el rock industrial y el minimalismo experimental.
La juerga comienza con 'Africastle', pieza que comienza con un dinámico cuadro
de lisérgicos brochazos de guitarras procesadas, armando así por un espacio de
2 minutos pico un ejercicio de psicodelia ágil articulada en torno a un compás
traviesamente fusionesco, claramente orientado hacia cadencias latinas. Luego,
a poco de pasada la barrera de los 3 minutos y medio, la pieza vira hacia un
motivo un poco más grisáceo, aunque sin perder para nada la conexión con la
amalgama de space-rock y fusión que se había manejado en un inicio. La coda es
una exploración de cálidos climas electrónicos que completa el colorido sónico
reinante. Sigue a continuación 'Ice Cream', el tema escogido para sobresalir en
la promoción del nuevo disco: contando con el chileno, Matías Aguayo como
cantante ocasional, el trío de Battles se explaya en un simpático ejercicio de
rock "electrificado" sobre la base de un compás inspirado en el
estereotípicamente tropical calipso. Este enfoque tan osado y a la vez
divertido del lado más ameno del rock se engarza con 'Futura', pieza que
destila un innegable aire a lo krautrock, al modo de un fondo musical para una
fiesta de máquinas que adquirieron vida animada por arte de magia: el elemento
tropical en la base rítmica sigue presente a la hora de organizar el bloque
sonoro del trío de una forma compacta. 'Inchworm' no modifica mucho el estado
de la cuestión, pero sí se nota que las intervenciones de los efectos y demás
artilugios de las guitarras están focalizadas en realzar la pauta rítmica de la
pieza: o sea, que la dinámica extrovertida en curso adopta un aire un poco más
abstracto que en 'Futura'. 'Wall Street' emerge desde un lugar diferente a la
hora de exhibir su aporte al clima general del disco: la batería se hace más
frenética mientras que la instrumentación se hace más robusta, definitivamente
acrecentando su filo psicodélico, e incorporando variantes lúdicas que tienen
algo de Zappa y también algo de Fantomas (versión más calmada), así como una
conclusión electrónica que hubiese muy bien podido de salir de alguna cosecha
Kraftwerkiana o Clusteriana. Así las cosas, resulta oportuna la presencia de
este nuevo invitado llamado Gary Numan para la canción 'My Machines': en
efecto, quien fuera el rey del tecno británico en la escena pop británica de
los primeros 80s aporta su canto para esta pieza signada por un compás
razonablemente machacante y un paisaje sónico muy tirado hacia lo industrial.
Se me vienen a la mente imágenes del OMD pre-"Dazzle Ships" y D.A.F. mezcladas
con retazos de Nine Inch Nails y Sonic Youth. A continuación sigue la secuencia
de 'Dominican Fade' y 'Sweetie and Shag': el primero es prácticamente un breve
recuento de las aureolas sonoras plasmadas anteriormente en 'Futura' e
'Inchworm', mientras que el segundo hace un breve viraje a climas
experimentales al modo de una versión Neu!-izada de Laurie Anderson (el
registro que emplea Kazu Makino, líder de Blonde Redhead, es vital para
producir este efecto).
Todavía quedan 17 minutos y pico para que concluya el disco, y es en este punto
que la dupla de 'Toddler' y 'Rolls Bayce' instaura un viaje electrónico sublime
que comienza de forma calma y puntillosamente minimalista para luego girar
hacia una ambientación más extrovertida, nada ajena a las cadencias rítmicas de
inspiración tropical que ya se han hecho presentes en varias instancias del
disco, algo así como un 'Ananas Symphonie' reciclado por un combinado armado
por músicos de Can y Tortoise bajo la dirección artística de Brian Eno. 'White
Electric' se impulsa desde el ejercicio de gallardía electrónica precedente y
lo trastoca en un alucinado juego de matices casi robóticos de guitarra sobre
una compostura rítmica muy típica del math-rock, creando así un crescendo
mágico que a poco de pasada la barrera de los 3 minutos deja irrumpir un
despliegue muscular de psicodelia pesada poderosamente adornada con retazos de
corte space-rock. La coda expresa un momento de puro relax basado en destellos
minimalistas de la guitarra procesada. La canción que cierra el disco es
'Sundome', la cual incluye como colaborador al versátil cantante japonés
Yamantaka Eye; la canción suena a un tributo simultáneo al Can de "Future Days"
y a la Yellow Magic Orchestra en clave de white reggae mezclado con funky. Este
cierre tan flagrantemente dadaísta es más que lógico para un disco como "Gloss
Drop", un disco que es excéntrico como es divertido, alegre como osado,
colorido como inescrutable: Battles reafirma exitosamente su deseo de
instaurarse como un mundo único dentro del gran universo de la vanguardia
rockera de su país.
César Mendoza
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