Temas
- Neopredelay (3:29)
- Big Pain (7:31)
- Is It You (4:36)
- Love No Mew (1:36)
- Collision Course Manic Depression (4:58)
- The Tall Ones (1:35)
- Self Drunkie (3:42)
- Fucking You (2:11)
- Turbo Wand (1:53)
- Wooden Frog (2:09)
- Double Be (3:12)
- Hospital (2:33)
Arik Hayat: teclados, procesos, sampleos
Arik Hayat era un teclista israelí dedicado al rock progresivo y otras formas
de música moderna experimental que trágicamente murió al suicidarse en su casa
de Holon en diciembre de 2008, a la edad de 28 años. No son pocos quienes
valoraron la obra de la banda israelí Sympozion (el disco “Kundabuffer” es una
gozada de principio a fin), y ciertamente Hayat fue una pieza clave para este
gran disco progresivo de 2006. Durante todo el año 2008, Hayat estuvo
concentrado en su propio material: a mediados de este año que ya se nos acabó,
editó una selección de viejas composiciones titulada “Cooch”, y ya a pocas
semanas de su suicidio, terminó su segundo trabajo de estudio “Doing Life” con
material nuevo. Este testamento musical nos muestra a un Hayat determinado a
desempeñarse en investigaciones osadas en algunos de los aspectos más ácidos de
la vanguardia rockera: RIO, krautrock, minimalismo electrónico y música
concreta, he aquí los 4 factores estilísticos que marcan el desarrollo de
“Doing Life”.
‘Neopredelay’ abre el disco con una secuencia automatizada abiertamente
concreta donde confluyen emulaciones digitales de timbres, máquinas,
telégrafos, silbatos, alarmas,… Toda una instalación crítica sobre la
deshumanización de la sociedad contemporánea. ‘Big Pain’, con sus 7 ½ minutos
de duración, es la pieza más extensa del disco: tiene un clima más tirado hacia
lo industrial con cuotas de krautrock, incluso haciendo guiños al rock gótico
de tendencias tecno. A pesar del título, se trata curiosamente de la pieza más
ágil del disco; por otra parte, más allá de la presencia de pautas rítmicas
reconocibles, los cambios de compás mantienen a la pieza a un nivel
contemplativo. ‘Is It You’ tiene una aureola un poco más lírica en su
particular viaje electrónico, un tanto similar al Tangerine Dream 79-82; por su
parte, ‘Love No Mew’ tiene una tendencia más tensa, aunque ciertamente la
tensión se mantiene en un nivel bien definido de contención. ‘Collision Course
Manic Depression’ tiene un cierto carácter épico en su manejo de capas de
teclado que emulan armonios y órganos de fuelles: tras una primera sección
basada en cadencias saltarinas, la segunda mitad se focaliza en capas
envolventes. ‘The Tall Ones’ es totalmente dadaísta: se trata de un ejercicio
de sampleos de piezas de Dixieland y cabaret en un esquema reconstructivo que
nos puede recordar a Faust. ‘Self-Drunkie’ tiene un aire a Portishead
post-rockeado, manteniéndose afín al factor industrial minimalista que ya había
generado un tremendo esplendor sonoro en el tema 2. Retomando también algo de
la pieza 2, pero esta vez su lado “bailable”, ‘Fucking You’ se recrea en un
breve ejercicio de “trance” con una dosis radical de sombrío caos. ‘Turbo Wand’
expone un delirio sonoro que se puede describir como una versión robótica de
Art Bears, y la misma descripción puede aplicarse a ‘Wooden Frog’, solo que
esta vez se incorporan algunos elementos frippianos en el solo de sintetizador
que emula a la guitarra. ‘Double Be’ nos devuelve a ambientaciones tipo
“trance” sin descuidar el manejo de caos sónico y sorpresas abruptas que ya
había resultado crucial para ‘Big Pain’ y ‘Fucking You’. ‘Hospital’ cierra el
disco con un aire misterioso, oportunamente creado por recursos de teclados
digitales que nunca se hacen arrolladores.
“Doing Life” se puede escuchar en el enlace
http://www.archive.org/details/DoingLife_456, del cual también se puede bajar
(incluyendo el diseño gráfico de la portada y la contraportada). Arik Hayat nos
deja un legado de música genuinamente vanguardista junto a su aporte vital para
Sympozion. El título, que se puede traducir como “Sirviendo Cadena Perpetua”,
refleja el dolor y sarcasmo de un artista que sabía que estaba a punto de
enfrentar su derrota definitiva en su constante guerra contra sus propios
demonios.
César Mendoza
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