Temas
- Russian Roulette
- King Kong
- Le Tango
- Indian Summer
- Beethoven’s Revenge (Bach-One-Turbo-Overdrive)
- Olé Judy
- Who’s Calling
Jan Akkerman: guitarras eléctricas, acústicas y sintetizada, secuenciador,
sintetizador
Thijs van Leer: pianos, sintetizadores, piano eléctrico, órgano, flautas,
canto
Colaboradores: Ed Staring (programación de sintetizador Fairlight), Tato
Gómez (bajo en 1 y 4), Ruud Jacobs (bajo en 5), Ustad Zamir Ahmad Khan
(tabla en 4), Sergio Castillo (batería en 3).
Como al mundo del progresivo también le da sorpresas la vida, los dos
antagónicos colegas del Focus clásico se reunieron a mediados de los 80’s
para concebir y registrar al alimón un disco titulado… bueno, “Focus”. La
razón de ltítulo es obvia mas me imagino que no hubiese hecho daño poner en
práctica un poco más de imaginación para que se les ocurriera otro título.
En fin… Frente a la liviandad de “Mother Focus” y el ingenio decaído de
“Focus con Proby” (pasamos un poco por alto la inconsistencia del
recopiolatorio de emergencia “Ship of Memories” dada la gran calidad
artística de casi todos sus temas), este disco “Focus” ayuda a recuperar la
esencia de Focus con un sonido moderno, muy emparentado con las claves del
art-rock y el jazz de la década de los 80’s. También es un síntoma crucial
el que Van Leer decidiera dejar en segundo plano al órgano Hammond a favor
de los sonidos digitales de los sintetizadores Fairlight, Roland y Yamaha.
Otro factor notorio es el uso de baterías programadas (y cuando es humana,
electrónica), lo cual de hecho ya pone en guardia a muchos puristas fans de
Focus. Yo, por mi parte, percibo que el uso de esta maquinaria rítmica está
suficientemente abierto a los matices melódicos desarrollados en las
composiciones y a las agilidades de los jams: es como si la producción se
hubiese encargado de que lo mecánico se sintiera menos, no inundara los
ambientes. El dúo nunca apela a la frivolidad del tecno-pop ni al gancho
facilista del tecno-rock (la tan vapuleada versión ochentera del glam-rock):
lo suyo sigue siendo aquí un progresivo consciente, marcado por cadencias
jazzeras y con suficiente espacio para que las improvisaciones de turno
oxigenen las ideas básicas.
La música contenida en este repertorio tiene muchos rasgos reconocibles de
la visión musical de Van Leer dentro de Focus, así como de la línea de
trabajo esencialmente jazzera que Akkerman había desarrollado en su propia
carrera solista desde su partida de Focus. Las composiciones guardan una
honestidad palpable, con ideas musicales amables y mayormente asequibles,
pero, con todo, muy a tono con la clase usual de ambos genios cuando están
en sazón. De hecho, creo que casi todos estos temas hubieran podido muy bien
formar parte de algunos de los últimos discos de Focus para salvarlos de su
general mediocridad e insulsez. La cadencia lírica estilizada de ‘Russian
Roulette’, la misma que luego vendrá realzada con incrementado esplendor en
el melancólico tema de cierre ‘Who’s Calling’, nos brinda la disciplinada
visión melódica de Van Leer así como de la prestancia infinita que demuestra
Akkerman en sus fraseos más controlados. De hecho, ‘Who’s Calling’ tiene
mucho de esa melancolía que tan recurrentemente ha llenado los paisajes
sonoros de los temas titulados ‘Focus’. La limpieza con que Van Leer ejecuta
sus evocativas líneas de flauta nos aseguran que su visión musical sigue
intacta a pesar de la nueva tecnología; y qué decir de los fraseos de
Akkerman, llenos de frescura y portando una soltura acomodada a las
exigencias del tema. ‘Russian Roulette’ porta un aura menos solemne, pero
sin duda, desde esas primeras notas de guitara y piano, nos ofrece una
exquisita entrada a este Focus momentáneamente renovado. Las dos primeras
composiciones de Akkerman están más orientadas hacia el jazz-fusión de
régimen estilizado. ‘King Kong’ se basa en floridos juegos de acordes a dos
guitarras acústicas, mientras que la flauta vuela juguetonamente con un
tenor inocultablemente candoroso. Esta bella pieza nos trae aires alegres de
Latin-jazz sin exaltamientos. Por su parte, ‘Indian Summer’ nos trae un
reciclaje de tópicos del folklore hindú con una gran presencia de sonidos
sintéticos (guitarra sintetizada y sintetizadores) utilizados con buen
gusto.
‘Le Tango’ y ‘Olé Judy’ son sendos aportes de Van Leer. El primero es un
tema progresivo basado en tópicos tangueros, donde el piano y las cuerdas
sintetizadas marcan la orquestación central sobre la cual se pasean los
punteos y riffs de guitarra. Un tema simpático y con gancho que Focus tocó
en Argentina durante su gira latinoamericana hace uno años. ‘Olé Judy’ es
aun más ameno, algo así como una retoma de las piezas más ágiles del primer
Focus (‘Sylvia’, ‘Harem Scarem’), aunque sin cantos extremos y con una línea
popera más marcada. Es una pena que el fade-out llegue para el ocaso de un
estupendo solo de guitarra que nos deja con parte de la miel en los labios;
bueno, al menos llegamos para un bonito solo de flauta que antecede al solo
final antes mencionado. ‘Beethoven’s Revenge’ es un extenso ejercicio de
funky-jazz que nos remite a ‘Glider’ (la mejor versión del horrendamente
muermo ‘Mother Focus’) y al Akkerman solista de fines de los 70’s. Este jam
puede, es verdad, sentirse innecesariamente extenso largo con sus 10 minutos
que dura en la edición de vinilo, pero por otra parte, creo que el oyente
empático disfrutará de los solos de guitarra, ornamentos de teclado y
armonías de flauta que van emergiendo mientras los motivos centrales se
recrean continuamente. Imaginemos la sensación de los oyentes (los
complacidos y los aburridos) ante la versión de casi 19 minutos publicada en
el CD… en fin… La versión de CD trae también una edición expandida de ‘Who’s
Calling’ (14 minutos en vez de los 7 del vinilo), pero su efecto es el
contrario, esto es, el de realzar la vibración sosegada y reflexiva de la
pieza.
En mi opinión este disco es bastante bueno, haciendo guiños a la grandeza de
la primera etapa de Focus y recibiendo mucho de sus activos, aunque sin
lograr igualarla realmente. En todo caso, yo considero a este repertorio de
“Focus” como un sucesor de “Hamburger Concerto” mucho más digno que lo que
se ofreció mayormente durante la etapa post-Akkerman. Teniendo en cuenta
que, a su vez, este disco se enmarca claramente en la sonoridad
estandarizada de los 80’s, podemos ver en “Focus” un testimonio de cómo este
grupo hubiera podido concebir discos más que dignos en una década en la que
los sobrevivientes daban inconstantes tumbos creativos o renunciaban a su
propia herencia. Akkerman y Van Leer lograron, en este momento de ocasional
reconciliación, recapturar una paret genuina de la añeja y peculiar llama
esplendorosa de Focus.
César Mendoza
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