Temas
- Pinturas y Expresiones — 14:54
- Historia de un Rey — 5:14
- Siglo XXI — 10:49
- Nace el Día (Los Monjes de la Desesperación) — 11:50
Integrantes
- Ricardo Tersse: bajo, voz
- Ricardo Bonetto: batería, percusión, voz
- Cecilia Glariá: flauta
- Luis Sáez: guitarras, voz
- Archi Basílica: guitarras, voz
- Laura Fazzio: teclados, flauta dulce, voz
- Alejandra Bernie: voz
- Graciela Girotti: voz
- Marcela Canalis: voz
- Graciela Cassano: voz
Colaborador – Enrique Schüssler (violín)
Agnus fue un amplio colectivo musical argentino gestado en 1974 por el
guitarrista Luis Sáez tras la disolución del grupo Dapalu. Con el paso de
los años, el grupo se fue consolidando tanto en el afianzamiento de un
sonido propio como en la unión crecientemente conglomerada de su alineación.
La convocatoria de dos guitarras, cuatro voces, flauta e incluso un violín
invitado habla claramente de la necesidad del grupo por explorar sonoridades
llamativas y exquisitas, aunque por lo pronto, cabe resaltar en primer lugar
que la estructura sonora de Agnus no es saturada ni hiperbólica: el manejo
de la abundante instrumentación se hace con pulcritud y delicadeza, tanto en
los pasajes serenos como en los más roqueros, mientras que los teclados,
nunca invasores, arman cortinas y armonías elegantes en beneficio de las
atmósferas y no tanto para crear un boato aparatoso. Agnus se decanta por un
progresivo sinfónico estilizado, con varios resabios pastorales y casi
juglarescos – estos resabios aumentan su impacto en los juegos vocales
femeninos (los predominantes). Como puntos de referencia descriptivos
menciono al M.I.A. del “Mágicos Juegos del Tiempo”, bandas italianas como
Apoteosi y Celeste, y también a Almendra e Invisible en cuanto a los pasajes
donde las dos guitarras ocupan el rol central. Al igual que M.I.A., Agnus
operaba como una organización independiente autogestionada y artesanal, y de
este modo fue lanzado al mercado “Pinturas y Expresiones”, el cual habría de
ser su único aporte al mercado discográfico – hoy por hoy, se trata de una
pieza de colección progresiva que es muy positivamente valorada en el
entorno de investigadores del género.
Las tres primeras piezas son de largo aliento, oscilando entre los 10
minutos y pico y los casi 16 minutos de duración. El tema homónimo, que en
conciertos tenía una extensión mayor al de los 14’55” publicados aquí,
comienza con un jam bien articulado sostenido sobre los rasgueos y fraseos
de las dos guitarras: las emergencias posteriores de las líneas de flauta y
las corales femeninas aportan cálidos momentos de variedad. Las influencias
de las expansiones de Almendra e Invisible se sienten muy claras en este
jam, así como en el que sigue a continuación al modo de una “segunda parte”,
pero no tarda en llegar una sección pastoral en la que los coloridos
cruciales son aportados por la flauta, la misma que revolotea coquetamente
sobre las guitarras acústicas, y continúa revoloteando cuando las
vibraciones rockeras vuelven. La última sección es la más diversa,
alternando pasajes eléctricos y acústicos en una constante de ambientes
etéreos. ‘Historia de un Rey’ es el tema más corto del disco, durando
solamente 5 ¼ minutos. La fuerte presencia del violín y el carácter
pedestremente alegre de las melodías imprimen un espíritu danzarín a la
pieza, evocando aires de añejas danzas palaciegas en tiempos de héroes y
princesas de comunidades celtas. ‘Siglo XXI’ porta el espíritu más
ceremonioso del disco, y resulta también muy tema favorito del disco. El
preludio cósmico, casi a lo ‘Echoes’ de PF, nos transporta por breves
momentos hacia una dimensión misteriosa que no es muy común en la banda. Con
la introducción de vivaces líneas de flauta se atenúa eficazmente lo
cósmico, no tanto para contrarrestarlo como para darle forma dentro de la
coherencia estilística de la banda. Las similitudes con las bandas italianas
que mencioné en el párrafo anterior se cumplen aquí a cabalidad. A
diferencia de ‘Pinturas y Expresiones’, ‘Siglo XXI’ no deja que un motivo se
extienda por mucho rato, prefiriendo exhibir sus recovecos, los mismos que
nunca llegan a ser dramáticos. Esta pieza encarna la máxima expresión de la
típica alternancia hilada y fluida de diversas secciones que van desde el
sinfonismo cadencioso y lo pastoral, un recurso que este grupo maneja con
mucha prestancia y abraza como su esencia: la llegada del fastuoso clímax
final viene de la mano de las dos guitarras unidas en una orquestación
envolvente. ‘Nace el Día’ adopta una línea de trabajo similar a la de ‘Siglo
XXI’, aunque esta vez los aires spinettianos tienen una mayor prominencia en
el manejo de los pasajes eléctricos. La estructuración de la diversidad
interna no está tan bien lograda como en los temas 1 y 3, lo cual hace que
el surgimiento del solo de batería se sienta un tanto forzado. Con todo, la
mayor virtud del tema en cuestión es que explora más a fondo las facetas
agresiva y psicodélica de la propuesta musical de Agnus; eso sí, las cosas
nunca llegan a un punto de real efervescencia, lo cual muestra que el grupo
tenía bien claras sus ideas respecto a la integridad sonora del álbum como
un todo.
He reseñado el disco según el orden original del repertorio, pues en la
edición de CD éste aparece alterado, comenzando con ‘Siglo XXI’. En fin,
como sea, este disco es un despliegue de refinada hermosura musical en un
esquema progresivo. Agnus es un ítem realmente valioso en cualquier buena
colección centrada en el género.
César Mendoza
|