Luego de una rara travesia que incluyo engorrosos trasbordos a otra compania de
navegacion (debidos a difusas averias en su buque principal), un cambio de
horario en la ida, que obro negativamente sobre las necesarias horas de suenio
y una falta total de conexion con ciertas amistades, arribamos adustamente mi
esposa y yo, a la siempre bien ponderada ciudad de Buenos Aires, desde nuestro
escondrijo en la lobrega y deleznable Montevideo. A posteriori y al pretender
retornar (reincidiendo en el trance de la partida), verificariamos la
abundancia prodiga de uruguayos que al parecer tambien removieron la intensa
toxicidad de nuestro Rio de la Plata, pero fieles a su desafectada tradicion,
seguirian completamente desperdigados.
Por suerte y tras un breve descanso, nos encontramos con nuestro amigo
portenio, quien gentilmente (ademas de tener en su poder nuestras accesibles
entradas, para un sector sin numerar lejos del escenario), nos encauzo junto a
su companiero de la Patagonia, hasta los portones de ingreso a la Platea Alta
del estadio deportivo Velez Sarsfield, en donde nos despedimos efusivamente.
Ya instalados y muy apretujados con otros fanaticos, observamos con desden a
los teloneros oficiales del acto central, The Black Swan Effect, quienes se
despacharon con un set energico de musica alternativa, enganchado al brit-pop
contemporaneo, similar a lo exhibido otrora por Muse o Radiohead, lamiendo a
tientas el hard rock.
Con un retraso de media hora y monedas, emergio la legendaria estampa entrada
en anios y obesa de Peter Gabriel, a quien se irian sumando los miembros
estables de una agrupacion harto acoplada, pero excesivamente cautelosa, que lo
secundo sin apartarse del libreto durante todo el recital. Ni siquiera el
descomunal bajista Tony Levin logro descollar, maldecido por un sonido sofocado
en la mezcla, aunque merezca una mencion especial la transpiracion tras los
parches de Ged Lynch.
Fueron mas de dos horas, en las que desfilaron innumerables exitos de su
carrera como solista, anunciados por desgajadas lecturas explicativas en
espaniol, cuando adicionaba parcos acordes en sus sintetizadores, o insinuaba
asumir un riesgo fisico muy anunciado, alejandose de sus compinches en las
tablas.
Igualmente, el espectaculo aposto basicamente a un despliegue de luces
generador de climas y proyecciones en capas sobre un imponente telon de fondo
(con diversos aciertos), mas que a las rutinas teatrales del propio Gabriel y
sus secuaces, quienes agonizando el concierto, recien se arrimaron a perpetrar
las coreografias ya clasicas del maestro, en Secret World, Sledgehammer e In
Your Eyes, casi automatizadas.
Pero bastante antes de lo aludido, treinta y cinco mil semejantes presenciaron
una interpretacion vocalmente envidiable y sin artilugios, de dos piezas
seminales en su asombrosa carrera -On The Air e Intruder-, que se engarzaron
sin mayor esfuerzo, a la impactante introduccion con Rythm Of The Heat. No
obstante, seria una fuerte tension desesperada y amenazante ocasionada por
Darkness y The Tower That Ate People, la que nos llevaria al climax de la noche
con San Jacinto.
Lamentablemente el tiempo no pasa en vano y desde ese instante, entrariamos en
semi piloto automatico, aplaudiendo tan solo la entrega del idolo, pero con
nimios toques emotivos y mucho sampleo, excepto por esa entraniable version
acustica de Father, Son durante el segundo de sus regresos a escena.
Manipular nuestros nervios opticos intentando hallar en su mimica actual,
resabios de aquellos gestos maquillados en el Genesis progresivo, es terreno
abonado para la fantasia, aunque un insensato escalofrio corrio por mi espalda,
cuando su porte vaporoso entre colores cubiertos de humo, conquisto la
totalidad de las pantallas, desvaneciendose cerca del final.
Algunos de los asistentes al recital, tal vez se quejaron frente a la ausencia
de las promocionadas maniobras tecnologicas efectuadas en giras anteriores,
pese a ello, debemos precisar que algunos de los sitios incluidos en este nuevo
tour, no tienen la infraestructura necesaria para solventar tanta parafernalia.
Y criticas al margen, sentimos con la mano en el corazon, que nadie debio salir
realmente decepcionado de una experiencia conmovedora en terminos despojados.
Nosotros no dejamos de entonar o silbar canciones de Peter desde que regresamos
a Uruguay (luego de traspasar los tropiezos mencionados al comienzo), y como
que recibimos su energia para encarar lo cotidiano con otra actitud.
Ssh, escucha.
Marcelo Rey (Uruguay)
|