Buen concierto ayer de los viejos JT, que aún pueden permirirse salir
a los escenarios (eso sí, para evitar alguna sonrisa maliciosa,
el "Too old to rock and roll...." no la tocan desde hace años)
El lugar, un pabellón anexo al palau Sant Jordi en el que habían
puesto unas sillas, resultaba un poco frío. Prácticamente lleno, lo
que calculamos que suponía unas 1500 personas (a 55 euros por entrada
no está nada mal!), de edades más bien avanzadas (de hecho poquísimos
jóvenes)
El escenario bastante austero (todo negro), con unas luces de lo más
normalito. Es decir, que si aquello había que calentarlo, los músicos
se lo iban a tener que currar bastante.
Al principio la cosa empezó muy tranqulita y fría, con temas muy
antiguos en plan jazz-blues, incluyendo Living in the Past, Skating
Away, etc. Y así estábamos hasta que empezaron a sonar las notas de
Thick as a Brick. Fantástica en su versión en directo, que calentó de
golpe el ambiente.
Después vino una especie de medley de Mozart, que empezó bien, pero
fue degenerando hasta acabar pareciendo una pachanga de pueblo. Lo
peor del concierto con diferencia.
Y entonces empezaron a desgranar el Aqualung: Crossed Eyed Mary,
Mother Goose, My God, Hymn 43, Aqualung y, como no, en el bis,
Locomotive Breath. Sin duda el final, con primero Aqualung, y luego
Locomotive Breath, con todo el mundo puesto en pie, fue lo más
agradecido por el publico, y nos dejó un muy buen sabor de boca.
Ente medio tocaron algunos temas relevantes, como Budapest, y seguro
que unos cuantos más que no recuerdo. Dos horas de concierto bien
aprovechadas, especialmente para nostálgicos de la música de los 70s!
Y ahora los músicos. Ian Anderson, tan carismático y cachondo como
siempre, sigue muy en forma por estar rondando los 60. Obviamente ha
perdido mucho registro vocal (en particular recuerdo lo que le
costaba el Thick as a Brick), pero tiene suficientes recursos para
disimularlo bien. Impecable en la flauta.
Martin, a la guitarra, empezó muy frío, pero se fue animando poco a
poco y acabó demostrando lo buen músico que es, y hasta se permitió
un par de solos y sonó de maravilla (a mi me recordaba a Mark
Knopfler) en Budapest.
Batería y bajo estuvieron muy correctos, aunque para mí el sonido del
bajo no llegaba lo suficientemente nítido.
Lo más discreto fueron los teclados (horrorosos en el medley de
Mozart), aunque obviamente en la música de Tull no son lo más
relevante. Como decía Lluis nos quedó la duda de si el problema era
el sonido o el teclista.
Los pocos Cosanostreros que fuimos (Lluis y Carmina, Dani y Elisenda,
Josep Maria, Andrea y un servidor), nos encontramos antes para la
consabida cervecita y bocatas, y hablamos de lo divino y lo humano...
y quedamos para dentro de una semanita en Tiana!!
Salu2,
Jaume
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