HOLA CAJEROS, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.
Carl Palmer y su banda ofrecieron un show electrizante en escenarios argentinos
a mediados del pasado mes de diciembre. Al menos, las reseñas sobre el
concierto que la Carl Palmer Band dio en el Gran Rex de Buenos Aires el último
17 de noviembre son muy positivas. Paso a transcribir un par de ellas.-
"Confieso que cuando me enteré de su visita surgieron algunos prejuicios. ?La
música de Emerson Lake and Palmer solo con Palmer? Pensé (esto no es pensar, es
una idea prejuiciosa que se dispara en la cabeza) que el hombre vendría a
ganarse unos mangos a Sudamérica, aprovechando los resabios de una fama un
tanto perdida en el tiempo.
La desconfianza se fue apaciguando al encontrar en YouTube algunos videos de la
Carl Palmer Band que mostraban fragmentos de show más que interesantes; y
terminó de desvanecerse por completo apenas comenzado el espectáculo.
Palmer puso sobre el escenario todo lo que tiene. Y tiene mucho. Energía,
furia, música, virtuosismo, humor, simpatía y hasta el esfuerzo de hablar casi
siempre en español. No tenía un papel en el piso como McCartney. ?Dónde
aprendió este "muchacho"? En la presentación de Trilogy, se permitió bromear
sobre la tapa del disco: "El de la derecha, soy yo, el más guapo" y en español
calificó a "Love Beach" como un "disco muy malo, culpa mía también". "?Quieren
más? Yo también" declaró promediando la noche.
Era Carl Palmer, el mejor baterista de rock del mundo, uno iba preparado para
un solo de batería, pero el que hizo en "Fanfarrea para el hombre común" fue lo
mejor que he visto en mi vida. Todos los sonidos que se le pueden sacar una
batería, uno detrás del otro en perfecta armonía. Tremendo. Me llamó la
atención la actitud de este músico brillante. No se le vio una postura circense
del tipo "miren todo lo que puedo hacer". No, lo hizo con una disposición más
bien lúdica. Palmer jugaba con el instrumento, se divertía él y se compenetraba
de modo tal que la música parecía llevarlo a otro estado como si hubiera
entrado en trance.
Pero Palmer no vino solo. El nombre "Carl Palmer Band" estuvo lejos de ser un
eufemismo. Son una banda en serio. Simon Fitzpatrick lució muy seguro en el
bajo y hasta le dio un descanso a Palmer haciendo "Rapsodia Bohemia" de Queen,
toda completita, con los coros incluidos, todo con el bajo. !Notable!
Ni hablar de Paul Bielatowicz. Apenas apareció por el escenario, flaquito,
bajito, parecía un nene. Ni bien empezó a tocar !qué nene! Hizo suya la
guitarra, se paseó por todos los registros, tocó limpio sobre el silencio, jugó
con las posibilidades de los pedales, un pichón de Steve Howe, un nerd de la
guitarra. Nunca un acorde de fogón, no, los dedos recorriendo las cuerdas a
toda velocidad encontrando siempre su camino. Todo lo que Emerson tocaba en los
teclados lo hizo Paul en su guitarra, nota por nota. !Un hallazgo!
La ejecución de "Cuadros para una exposición", basada en la obra de Mussorgsky,
con imágenes del Acorazado de Potemkim por detrás, fue quizás el pico más alto
de un show sin fisuras, en el que también se destacaron "Hoedown", "Tarkus",
una versión rockera de "Carmina Burana" y la más conocida del "Cascanueces" de
Tchaikovski. "Cuadros", en particular, es una de las piezas más sublimes que ha
dado el rock sinfónico y la ejecución de la Carl Palmer Band no hizo más que
resaltarla.
En el teatro hubo mucho fervor del público, y admiración también ante lo que
llegaba desde el escenario, pero no estaba lleno del todo. Quedaron varias
butacas vacías que supimos aprovechar los que estábamos atrás para acercarnos
al escenario, butacas que que podrían haber ocupado otros que también habrán
dudado de la jerarquía de lo que se ofrecía y, esta vez, se dejaron ganar por
los prejuicios.
Los prejuicios parten de la ignorancia y se disuelven abriéndose a la cosa en
sí. Ojalá vuelva a repetirse un show así en Buenos Aires=85 y ese día, a llenar
el teatro. "
Enlace: http://arterapeutico.blogspot.com/2010/11/musica-carl-palmer-band.html
" Esta vez no nos quedamos siguiendo las giras de nuestros héroes frente a la
compu, por lo que echando mano a míseros ahorros en un intento de ganarle la
pulseada a la voraz inflación vernácula nos aventuramos por tierras porteñas
para verlos por fin cara a cara.
No era para menos: en un noviembre abarrotado de visitas de legendarios viejos
rockeros ingleses a los que no les venimos perdiendo pisada desde mediados de
los '70 caían también por este remoto Cono Sur los protagonistas de dos
frondosos capítulos de la enciclopedia progresiva. Ni uno ni otro requiere de
presentación alguna, más allá de aclarar que de quienes hablamos es de Carl
Palmer y su trío instrumental que ya lleva casi una década sobre los
escenarios, y de Yes, en su enésima formación que hoy por hoy anda dando
vueltas aún con tres reliquias de sus años de esplendor, los Sres. Howe, Squire
y White.
Acostumbrados a la fría lejanía que siempre nos impuso el disco o el DVD como
únicas fuentes de su música, la sensación de presencia que nos otorga una
distancia hacia ellos medible en apenas unos pocos metros se vuelve
absolutamente falta de palabras. Porque después de años y años de apreciar su
música a través de una muralla de miles de kilómetros esta vez no más de 30
metros me separaron de Yes y apenas 4 metros de Carl Palmer.
De por sí solos, estos hechos merecen ser contados... Y como si fuera poco
todavía falta hablar de los conciertos!
Vayamos por partes pues.
.
.
CARL PALMER BAND
Teatro Gran Rex, Buenos Aires
17 de noviembre de 2010
Menos mal que aquí le dicen "El Pulpo". Porque Mr. Carl Palmer, hoy de 60 años
(?dónde los esconde?) no sólo multiplica sus brazos a la hora de castigar
tambores, bombos y platillos, sino que también se diversifica por una plétora
de escenarios a lo largo y ancho del mundo.
Arrancó el 2010 con Asia en Europa y Japón. Se dividió en dos en el High
Voltage Festival de Londres en julio, tocando con Asia el sábado y con Emerson,
Lake & Palmer el domingo. Voló a Estados Unidos con Asia durante todo agosto.
Desensilló en Londres para cambiar la montura por la de la Carl Palmer Band y
en octubre/noviembre se lanzó a recorrer diversas ciudades de Estados Unidos y
Canadá, además de Santiago de Chile, Buenos Aires y Sao Paulo. Y en diciembre
rematará con Asia en su propio país.
Podrá asomar con distintos nombres. Pero no nos confundamos: es siempre él.
La Carl Palmer Band es un "proyectito" que armó allá por el 2000 destinado
única y exclusivamente a celebrar la música de ELP bajo un enfoque diferente,
haciéndose un hueco entre grabación de discos solistas, clínicas de batería,
funciones benéficas y docencia para niños con capacidades especiales. Podrá no
querer saber más nada de volver a girar con Keith y Greg -lo confesó en una
entrevista hace algunas semanas atrás, aunque en sus declaraciones para la
prensa local sonó menos tajante- pero la música de ELP la lleva bien adentro y
no lo disimula.
No es novedad el sonido de la CP Band para quienes seguimos a ELP y respectivos
spin-offs desde casi la primera hora. Pero posiblemente lo haya sido para
muchos otros que se dieron cita la noche del pasado miércoles 17 en el Gran
Rex.
Rodeado por dos jóvenes músicos ingleses de impagable talento, el guitarrista
Paul Bielatowicz que lo acompaña desde hace ya 7 años, y el recientemente
incorporado bajista Simon Fitzpatrick, Carl ha sabido encontrar en ellos el
punto de apoyo vital para "traducir" el complejo pentagrama de un genio
tecladista como Keith Emerson a otro basado puramente en cuerdas. Este es el
principal mérito de la CP Band y Carl la tuvo clara desde el comienzo: "La idea
viene por el lado de reinventar los temas de ELP sin hacer una copia, -declaró
en una entrevista a "Clarín"-. Además, no quería incluir un cantante que
reemplace a Greg (Lake) porque originalmente los temas de ELP eran
instrumentales y eso es lo que ahora estamos haciendo." Y eso es lo que vino a
mostrarnos en su escapada por el Cono Sur. "Estoy ansioso por volver a la
Argentina; es un público muy cálido y pasional", había confesado en "Clarín".
En su cuarta visita a Buenos Aires y la tercera al Gran Rex, Carl trajo un
nutrido repertorio ELP desde el primer álbum hasta (créase o no!) "Love Beach",
pasando por una colosal versión de "Pictures at an Exhibition" y una puesta en
escena de luces y pantalla con proyección de clips a tono con la música
interpretada.
El riesgo que corre todo artista que convoca a su espectáculo en un día
laborable es principalmente contar sólo con público local. Es muy posible que
las 3.500 butacas del Gran Rex no se hayan colmado precisamente por esta razón,
ya que las distancias en la Argentina son considerables y sabemos que mucha
gente del interior se quedó con las ganas de asistir. Muy distinto fue el caso
de Yes, con su show celebrado el viernes siguiente. De todos modos, el nombre
Carl Palmer y el logo "ELP" bien grande de los carteles publicitarios ofrecen
una convocatoria más que suficiente como para arrastrar a unos cuantos
porteños, uruguayos tal vez y unos que otros fans de provincias vecinas, bajo
un enjambre etario que barre cómodamente desde los 20 años en adelante.
Pudiendo apreciar a la banda desde una excelente ubicación en segunda fila y
teniendo a Carl Palmer tan de frente como tengo este monitor, los detalles
fueron minuciosos. Es asombroso poder apreciar tan de cerca la indiscutible
potencia y velocidad de semejante gigante, no en estatura pero sí en talento,
para quien el tiempo parece haberse congelado en una instantánea que muestra el
mismo virtuosismo de sus años mozos. Los tambores de su batería vibran
continuamente porque nunca les da respiro y ataca los parches con tal fuerza
que hasta hace volar pedazos de palillo por el aire. Recién corta el frenesí
cuando termina cada tema y ahí tomamos conciencia de sus seis décadas de vida,
su ralo pelo gris y su stent en el pecho cuando avanza hacia el micrófono
visiblemente agitado para anunciarnos el próximo número, siempre sonriendo,
siempre tratando de hablar en castellano -del que todavía se acuerda bastante
aunque hace años que ya no vive en Tenerife- y siempre con algún comentario
gracioso que arranca risotadas, vítores y aplausos en toneladas.
A pesar de su apariencia física de adolescente -es difícil darle más de 18
años- Paul acaba de cumplir sus 32 y es un erudito de la guitarra. Dueño de una
impecable técnica de tapping que emplea casi continuamente, se mantiene
estático e inmóvil la mayor parte del tiempo concentrado en lo que está tocando
y en su pedalera de efectos, y es nada menos que el vehículo sobre el que
descansa la línea melódica del trío. Traslada las notas de Keith Emerson al
diapasón de su guitarra y a veces, como en "The sage", es hasta capaz de
frasear en las cuerdas los registros vocales de Greg Lake. Sin dudarlo un
instante, hay que decir que la esencia y el sentido de la CP Band responden en
exclusiva a la creatividad y pericia de este niño prodigio.
Los tres bajistas que han pasado por la CP Band hasta el momento han sido
igualmente pilares de su sonido, porque no sólo aportan instrumentos poco
convencionales (bajos de 6 cuerdas) sino que los exprimen en muchas de sus
posibilidades sonoras. Simon no es la excepción. Su bajo parecía un tanto
apagado en el Gran Rex, pero cuando llegó la hora de su solo tomó auténtico
brillo. Si alguien soñó alguna vez con reproducir la inmortal "Bohemian
rhapsody" de Queen en un bajo, entonces debe haberse inspirado en Simon. En
fin, otro talento asiduo usuario también del tapping que esperamos siga en la
banda porque condiciones son precisamente lo que le sobra.
Highlights hubo muchos durante la noche. Ovaciones de pie también. Pero tal vez
la versión de "Pictures at an exhibition" se lleva los laureles. Sonó entera,
con excepcional instrumentación y una vez más los colosales contrapuntos entre
bajo y guitarra guiaron las melodías que Carl adornó con su batería derrochando
la eficacia que ya le conocemos de sus propios arreglos para la pieza de
Mussorgsky.
"The Barbarian", "Hoedown", "Peter Gunn", "Canario", "Tarkus" (versión
abreviada), solo de guitarra, jam session + solo de bajo, "Trilogy", "Pictures
at an exhibition", "Fanfare for the common man" + solo de batería, "Carmina
Burana" (bis 1) y "Nutrocker" (bis 2) son en ese orden el rosario de perlas que
la CP Band desparramó durante casi dos horas por todo el recinto del Gran Rex.
El público quería más y el teatro se venía abajo entre aplausos de pie, coreos
y gritos... pero pasadas las 23:30 ya era hora de las despedidas.
Al término del concierto los concurrentes padecimos el único punto flojo de la
presentación de la CP Band en Buenos Aires y que fue la falta de una
organización adecuada para el Meet & Greet y la sesión de autógrafos. No
sabemos quién lo dispuso, pero la banda sólo firmaría remeras que debían
adquirirse en el predio del teatro. Dichas remeras eran "una producción local
exclusiva", según se aclaró antes de comenzar el show, y muy limitada al punto
tal que se agotaron antes de que muchos otros pudiéramos adquirirlas.
Consecuentemente, los que no teníamos esas remeras en mano a la hora de la
firma fuimos invitados a abandonar el hall del teatro. Una lástima que este
evento se haya contrapuesto a lo ocurrido en Estados Unidos, donde los
asistentes tuvieron la ocasión no sólo de adquirir muy vistosas remeras, CDs,
DVDs y posters, sino también acceder a una sesión de fotos y firma de
autógrafos sobre material propio. En fin... detalles que deberemos aprender
para la próxima vez y sugerencias que deberemos formular a los promotores que
efectúan las contrataciones.
De algo debemos alegrarnos si es que Keith, Greg y Carl como entidad han
decidido cerrar con candado la factoría que los lanzó al estrellato. Porque al
menos la música de ELP va a seguir dando vueltas por el mundo y definitivamente
con la CP Band ya tiene un notable canal de expresión. Podemos afirmarlo a toda
voz. Lo vivimos en el Gran Rex con un concierto a puro lujo. "
Enlace: http://es.paperblog.com/en-vivo-x-2-parte-i-carl-palmer-band-347648
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