La ciudad norteamericana de Seattle, antes de ser el caldo de cultivo del
fenómeno grunge y del movimiento antiglobalización, sólo era conocida por su
fábrica de aviones boeing. Pero para los amantes del rock progresivo
estadounidense significa el nacimiento o, para algunos la consolidación (no
olvidemos que Pallas o Rush ya practicaban este subgénero musical) del metal
progresivo gracias a Queensryche.
A principios de los años ochenta, un grupo de mozalbetes seguidores de
Judas Priest, Iron Maiden y !Genesis!, forman una banda en el instituto y
graban unos temas que con el tiempo se convertirían en su primer e.p “Queen
of the reich” (1983). Esto les facilita actuar por circuitos de Seattle y
ser populares por el noroeste de U.S.A. En 1984 firman por EMI y graban su
primer long play: “The warning”. De este trabajo llama la atención de los
medios la dramática voz de Geoff Tate (una especie de histérico cantante de
ópera enrolado en las filas del metal sinfónico), unas letras que se apartan
de los típicos dragones verdes, ritos satánicos y héroes legendarios del
metal ochentero, ya que hablan del futuro de la juventud (“Take hold of the
flame”, impresionante tema), de la desmilitarización (NMR137), etc., y de
una puesta en escena apasionada. A pesar de su interés, este álbum muestra
una inmadurez compositiva en la mayoría de los temas; además, las guitarras
suenan típicamente a Iron Maiden, y Tate aún no acaba de controlar su
vendaval vocalístico.
Tras dos años de gira, aparece “Rage for order” (1986). La producción
mejora notablemente e introducen teclados y coros. La energía, la pasión y
la sensibilidad, tres rasgos que aparecen en toda su carrera, se muestran en
cada surco. El amor y la crítica al avance tecnológico son los ejes
temáticos sobre los que giran las letras de este álbum. El concepto de
progresión musical está más acentuado aquí que en “The warning”. Así,
encontramos un medio tiempo intensísimo llamado “I will remenber” y una
apasionada e inquietante versión de “I'm gonna get close to you” de Dal
Bello. Los cambios de ritmo se hacen más frecuentes. El único error de la
banda, a mi juicio, sería la imagen adoptada (y que se puede observar en la
contraportada del disco). Aún en esos años la estética “Glam” hacía furor en
los U.S.A (Kiss, Alice Cooper....) y no dudaron en adoptarla; por suerte la
abandonaron en el siguiente disco.
Llega en 1988 su primera obra maestra: “Operation: mindcrime”. La crítica
especializada ve en Queensryche al nuevo Mesías sinfónico, junto con
Marillion, a la espera del eterno retorno de los dinosaurios Yes,
Genesis....Este disco enlaza directamente con la simiente esparcida en “The
lamb lies down on Broadway” de Genesis. Se trata de una obra conceptual
donde se critica la manipulación de los mass-media sobre la población. La
potencia sonora se atempera, Tate da a su voz el tono preciso para bordar
temas como “Revolution calling”, el dueto con voz femenina en “Suite sister
Mary” o en la emotiva “The mission”. Chris de Garmo y Michael Wilton hacen
de su duelo a las guitarras un canto a la sinfonía.
A pesar de su dinamismo y sensibilidad, “Operation: mindcrime” es rockero
al cien por cien y gana intensidad a medida que avanza la aguja. Ahora
empezaban a ser conocidos mundialmente. Hacen de teloneros de los por
entonces magníficos hard-rockeros Def Lepard en su gira por USA.
EMI apuesta fuerte por ellos y no escatima medios para producir y
promocionar su obra cumbre: “Empire”. Como su propio título indica, estamos
ante un verdadero imperio sonoro donde Queensrÿche revoluciona los
parámetros del rock más duro para crear algo musical e intelectualmente
distinto de todo lo que se había producido en los años ochenta. En 1990,
Queensrÿche realiza un álbum que los amantes del rock más vanguardista en
general, y los del progresivo en particular, comprarían sin dudar.
Por entonces, ellos estaban creando escuela: Savatage, Fates Warning, Siam,
Masquerade y cientos de grupos siguen la línea evolutiva de Queensryche,
aunque ninguno de ellos (quizá el “Handful of rain “de Savatage) lograría
transmitir la emoción y la pasión que ellos consiguieron.
Peter Collins (productor de algunos álbumes de Rush) vuelve a producir y
realiza un atrevido y elegante trabajo en la increíble “The thin line”, en
la potente” Empire” o en la intensísima “Anybody listening”, y logra
imprimir unas cálidas melodías a los medios tiempos como “Jet city woman” o
“Hand on Heart”, de estilo parecido a los primeros Asia, aunque menos AOR.
La crítica a la sociedad actual, plagada de vicios, corrupción y
contaminación predomina en las letras.
Este disco les hace ganar enteros dentro de la industria discográfica. De
hecho, ganaron un Grammy. Con “Empire” pusieron el listón muy alto.
En 1994 lanzan “Promise land”, gran álbum que contiene dos líneas
musicales: una apegada a la parte más potente de “Empire” y otra más
sensible; se extrema esta disyuntiva y no hay un hilo conductor. Toda la
influencia del rock industrial, que se acentuaría en “Hear in the now
frontier”, preside los temas más enérgicos y experimentales como “I am I” o
“Damage”. A su vez, las sensibles melodías de “Empire” las podemos encontrar
en “Lady Jane” o “One more time”. Esta obra es una digna continuación de
“Empire”. Pero por esta época surge con fuerza otra banda estadounidense,
con influencias sinfónicas más que progresivas, llamada Dream Theater, que
acabaría destronando a Queensrÿche del trono progresivo en breve tiempo.
En 1996 aparece “Hear in the now frontier”, un disco donde Queensrÿche se
encuentra desubicado, ya que no hay una dirección musical clara, más bien
aparece un buen número de canciones de tonos y estilos diferentes. Hay ,
incluso, un tema cantado por el guitarrista Chris de Garmo que parece
compuesto por un grupo de glam rock tipo Poison o Motley crue, y otros más
propios del rock industrial o del movimiento grunge tipo Soundgarden o Pearl
jam. Y por primera vez, el grupo compone algunos temas tan largos y pesados
que se hace insufrible su escucha. A pesar de ser un buen disco, Queensrÿche
no sabía qué dirección tomar, estaban perdidos en su obsesión de no repetir
el mismo producto. Los problemas empiezan a surgir en el seno del grupo; De
Garmo quiere más peso y protagonismo, además es partidario de una línea más
melódica: Wilton y Tate prefieren la línea más dura. Al final de la gira, De
Garmo abandona el grupo. Ya no serían más el mismo grupo de amigos que se
unieron por su amor a la música.
Con un nuevo guitarrista, Kelly Grey, lanzan “Q2” en 1999. El desastre se
veía venir y este disco lo confirma. Se endurecen bastante y la sensibilidad
y la capacidad de progresión musical se pierde con la marcha de De Garmo.
En 2002 sacan el directo “Live evolution”, donde repasan toda su carrera.
Esta obra tuvo una gran acogida entre el público y la crítica, lo que
provoca entre sus seguidores una esperanza de renacimiento. De hecho, Chris
de Garno vuelve a la banda temporalmente para tocar y escribir cuatro
canciones del nuevo álbum, “Tribe” (2003). De nuevo, la banda de Seattle se
aleja de los parámetros ofrecidos hasta la fecha para introducirse en una
música melancólica y oscura cercana a Alice in Chains o Soundgarden. Pero
ese sonido les coge ya mayores, no son capaces de ofrecer algo de frescura.
Además, la guitarra corre a cargo solamente de Michael Wilton, que muestra
sus carencias pues apenas hay solos de guitarra. Temas como “Open” salvan al
disco de la quema total. De Garmo debería haberse implicado más. En la gira
de “Tribe” se incorpora el guitarrista Mike Stone.
Tras ver peligrar seriamente su carrera, se embarcan en la aventura de
continuar su obra magna, “Operation: Mindcrime”. No temíamos lo peor: que
sin De Garmo, cansados, sin ideas, recurrieran a lo más fácil y comercial
para, además, destrozar un mito del rock contemporáneo. “Operation:
Mindcrime II” (2006) es un disco aceptable con cuatro momentos magistrales.
El gran problema es que repiten los mismos esquemas que su predecesor y
apenas aportan novedades musicales, estando carentes de ideas para resolver
momentos sinfónicos que podían haber estado mejor. Nos ofrecen muy poco
brillo y emoción, pero la aportación de Ronnie James Dio como el Doctor X en
“The chase” se agradece y consigue un gran duelo vocalístico con Tate. “I’m
american” es un trallazo de metal actual y, junto a “The hands”, consiguen
reconciliarnos en parte con la banda. Pamela Moore participa de nuevo con
ellos y consigue una gran emotividad en “If I could change it all”, el
momento más sinfónico del álbum.
Actualmente corren muchos rumores sobre un nuevo disco y sobre la vuelta de
De Garmo. Pero ya nada volverá a ser igual hagan lo que hagan. Nos han
dejado un legado musical que deberían conocer todos los amantes del llamado
neo-prog, tan de moda actualmente con grupos como Arena o Shadow Gallery.
Pedro Fernández Riquelme. 2007
www.regmurcia.com/murciajonda
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